Sentimiento Real | La cabeza de Sergio Ramos

2 diciembre 2019 - 17:07
Sentimiento Real | La cabeza de Sergio Ramos

El sábado, Sergio Ramos volvió a llevarnos al éxtasis y a la indignación con muy pocos minutos de diferencia. Todos nos abrazamos a él cuando, de cabeza, abrió el marcador en Mendizorroza, en un partido macho que se vestía de empate conforme avanzaba. Y todos renegamos de él cuando, sin cabeza ninguna, cometió un penalti tonto, innecesario e infantil que significaba el empate para los locales.

Lo típico en Sergio Ramos: dar una de cal y otra de arena. Se repite con el de Camas ese mantra que se hizo famoso con Casillas. «Con lo que nos ha dado». Sí, nos ha dado mucho. Muchísimo. No existe ningún madridista sobre la tierra que vaya a olvidar el minuto 93 en Lisboa. Ahí, Ramos nos cambió la cara para siempre. A la afición y al club. Agradecidos eternamente. Pero la vida sigue y con ella las temporadas.

Sergio Ramos es buenísimo. Si no jugara en el Real Madrid, probablemente querríamos ficharlo. El caso es que es nuestro y nuestras también son sus tonterías. Su falta de concentración que cuestan goles, sus penaltis infantiles, sus numerosas expulsiones (todas ellas con el Madrid, ninguna con la selección, qué curioso) y sus declaraciones. Sergio tiene esas cosas y también la capacidad de echarse el equipo a la espalda y empujarlo con casta a ganar. Tiene un hambre de gol inusual para un defensa, lo que le lleva muchas veces a vivir en el área contraria y descuidar su posición natural. En resumen y repitiéndome, una de cal y otra de arena.

Mantengo una relación de amor-odio con él sin que se entere Pilar Rubio. A veces me lo comería a besos y otras lo quiero matar, pero al final siempre termino recordando que es un jugador de mi equipo y que lo tengo que querer como a los demás, con sus virtudes y sus defectos, con sus sombreros y sus pantalones, con sus penaltis y sus goles.

Al final, las relaciones que son un tira y afloja resultan las más duraderas. Se puede discutir a Sergio Ramos, se puede discutir su capitanía, que yo le daría a Benzema, se pueden discutir sus cortes de pelo, lo acertado o no de lanzar él siempre los penaltis o su mamoneo muchas veces con la selección y el Sevilla, que lo tratan como a un hijo de puta y él agacha la cabeza como un perrito faldero. Lo que no se podrá discutir jamás es su fidelidad, a pesar de que algunos veranos le da por tontear con otros, René mediante, ni su calidad. La cabeza de Sergio Ramos, prescindible para la humanidad, imprescindible para el Real Madrid.

Foto: Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images

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