Opinión | La grandeza no se compra
El Real Madrid vivió en Paris una de sus peores noches europeas de las últimas décadas. Ni un solo remate dentro de los tres postes en 90 minutos. El equipo no logró hilvanar ni tres pases seguidos. Todos completamente desaparecidos. Todos excepto Courtois, quien mantuvo a los blancos en la eliminatoria tras realizar incontables atajadas a los parisinos. Fue 1-0 al final del partido y ciertamente no sonaba nada mal ese marcador para lo que se vio en el Parque de los Príncipes.
Mucho se habló en la prensa —y también dentro del madridismo— acerca de los fallos en la alineación, los cambios tardíos de Ancelotti, la falta de garra y las dudas ante la baja de Mendy y Casemiro por acumulación de amarillas.
Pero todos sabemos que si hay algún equipo capaz de dar vuelta a cualquier adversidad en Champions es el rey de la competición, el 13 veces campeón de Europa, el Real Madrid.
Tras una espléndida actuación frente a la Real Sociedad en LaLiga (4-1) para afianzar el liderato y dejar al Sevilla a 8 puntos, los de Ancelotti tuvieron mayor claridad para preparar el duelo de vuelta. Paso a paso, entrenamiento a entrenamiento, ejercicio a ejercicio. Con mucha, pero mucha cabeza. Solo así se podía evitar un descalabro como el de la ida.
Valverde fue el encargado de traer el músculo y velocidad que necesitaba el mediocampo ante la baja de Casemiro. Por lo demás, todo igual, solo con la novedad de Nacho por el lateral izquierdo en el lugar del sancionado Mendy.
Fue una noche a casa llena en el Bernabéu. Con el público gritando y cantando desde el minuto uno. El ambiente estaba hecho para una de aquellas “noches mágicas”.
No obstante, al descanso, Mbappé forzó al Madrid a ir a por la épica. 0-1 en el parcial y 0-2 por debajo en el global.
¿Qué hacer ante esta situación? Lo que muy pocos, por no decir ninguno, sabe hacer: sacar tu grandeza a relucir. Y en ese aspecto, no hay ningún equipo más grande que el Real Madrid, especialmente si hablamos de la Liga de Campeones.
Con Rodrygo y Camavinga en el campo, aquella juventud de veteranos y noveles se hizo presente para pasar por encima de un confiado e irrespetuoso PSG.
Benzema mostró el camino de los cuartos de final con un triplete, demostrando que la grandeza no se compra, se construye año a año, lustro a lustro, década a década, y en el caso del Real Madrid, puede decirse que siglo a siglo, al ser el mejor equipo del siglo XX.
Si hay un torneo que las billeteras no compran —ni comprarán— es la Liga de Campeones. Para ganar aquí necesitas de noches de magia, un toque de suerte, muchísimo talento y, como siempre, el hambre de vencer. Los millones de los jeques pueden comprar el talento, pero todo lo demás no está asegurado.
Así que, si Nasser Al-Khelaifi quiere ganar una Champions, es hora de que alguien le diga que la grandeza no se compra.
Incluso, ganar una Champions poco significa si no logras mantenerte en la cima. Solo quedará el recuerdo de aquel club que se gastó billones de euros para ganar una copa, en lugar de quedar como el club que siempre te hará la vida imposible en la competición de clubes más importante del mundo porque es el máximo ganador de la historia y el de mayor grandeza, el Real Madrid Club de Fútbol.
Foto: Angel Martinez/Getty Images