Opinión | Con sentimiento y orgullo a por la undécima
No tendría sentido empezar este artículo sin mencionar que el Real Madrid de Pablo Laso se ha colado entre los cuatro mejores equipos del continente por séptima vez en diez años. Tiene un valor incalculable, si hay una competición objetivamente agotadora en el mundo del baloncesto esa es la Euroliga. La máxima competición europea pone a prueba la fortaleza de las mejores plantillas y es intransigente con los errores. Una especie de ironman adaptado en el que el equipo que quiera alcanzar la gloria debe cumplir con todas las aptitudes de un conjunto campeón: para empezar necesita quedar entre los ocho primeros clasificados en una liga regular. Posteriormente, superar una eliminatoria de playoffs. Y, por último, el paso más bonito y complicado: ganar una Final Four de dos partidos en tres días.
En clave Real Madrid, no existen muchas ciudades que desprendan más nostalgia que Belgrado para acoger una Final Four. Allí, el equipo de Laso tocó el cielo con las manos en 2018. Grabó en la mente de sus aficionados un recuerdo imborrable con ese palmeo de Trey Thompkins que dio la décima Copa de Europa. Esta semana, como si el destino quisiera poner a prueba la capacidad de los blancos de hacer historia, les ha brindado una nueva oportunidad de volver a saborear la gloria en el mismo sitio. Se une además la peculiaridad añadida de que, igual que sucedía hace cuatro años, la sección de fútbol también está en la final de la Champions League. De nuevo, se abre la ventana a un doblete histórico.
Por seguir con los paralelismos, la temporada europea del equipo de Laso ha sido irregular, igual que lo había sido en 2018. Del mismo modo, no llegan a Belgrado con el cartel de favoritos. Por aquel entonces era el CSKA de Moscú quien atemorizaba al viejo continente tras conceder solamente seis derrotas en toda la fase regular. Esta semana, parte como teórico favorito el eterno rival, el FC Barcelona, con el que nos mediremos en la semifinal. Sin embargo, igual que sucedió hace cuatro años, hay algo que nuestros enemigos todavía ignoran a pesar de que han podido comprobarlo en repetidas ocasiones: un Real Madrid herido es todavía más peligroso.
Como bien ha dicho Laso, la motivación para estos duelos está asegurada, «son partidos de corazón» en el que el factor emocional juega un papel muy importante: si pierdes estás fuera. En esta envoltura sentimental, los jugadores del Real Madrid deberían desarrollarse bien. Se puede extrapolar a la sección de baloncesto lo que Florentino Pérez reveló que le había comentado Ancelotti: muchas veces, la mayor diferencia que ha encontrado con todos los equipos que ha entrenado es que los jugadores del Real Madrid son muy madridistas. Son como forofos del Real Madrid y eso es un plus especial.
Y es que no hay Real Madrid de fútbol ni de baloncesto, y eso es algo que conoce muy bien Pablo Laso. En un solo partido a cara o cruz, ahí es donde mejor se maneja el equipo blanco. Poco importa ahora que hayamos perdido los últimos cinco duelos ante nuestro rival de semifinales, solo cuenta lo que suceda esta semana. Otra oportunidad de oro para demostrar que ningún equipo puede con el sentimiento y orgullo de los blancos. Un último baile perfecto para muchas de nuestras leyendas.
Foto: Real Madrid