Todo Nervio Y Corazón | Todo es relativo
Denis Doyle / Getty Images
Tras los dimes y diretes de la portería blanca (no hará falta que diga mi favorito), nuestro míster optó por la elección más lógica tras los partidos realizados previamente. Así y sin ninguna sorpresa, o pocas al menos, nuestro portero ucraniano fue el titular ante el Leipzig F.C. El equipo alemán, con un gran ambiente en su estadio, salió al campo con mucha intensidad —unido a nuestra pájara, a pesar de no ser horas de siesta, pero igual tenían bajos niveles de glucosa—, y antes de darnos cuenta llegó el gol anulado y la primera jugada polémica. ¿Os extraña? ¡Menuda novedad! A ver, que igual soy una pipiola en este mundo deportivo del fútbol, pero hace años cuando parecíamos tener un reglamento unificado para todos los equipos, al cancerbero no se le podía tocar ni obstaculizar en el área pequeña, pero me dije «vamos a buscarlo y tener información actual a ver qué me encuentro», y esto fue: Una cosa es que el jugador en cuestión invada la posición del portero e impida que este pueda coger el balón con las manos al intentar atraparlo. Solo en este caso se puede pitar falta, pero eso de que al portero no se le puede tocar en el área pequeña, es una leyenda urbana. Pues leído esto, me sigue pareciendo que lo que ocurrió fue falta, por mucho que bramaran los que retransmitían el partido. Poco después tras el ambiente enrarecido que provocó esa jugada, Lunin volvió a demostrar por qué debe ser nuestro portero.
Media hora pasó hasta que nuestro rival alemán bajó la intensidad, o nuestro juego les hizo sentir el cansancio suficiente para hacerlo, dejaron la banda libre para que pudiera avanzar Brahim, craso error cuando su posición es en el centro donde se le ve con menos movilidad y desborde, pero solo así pudo marcar un golazo que se introdujo por el lateral del palo. Vini estrelló un shoot al poste que nos alejaba de la tranquilidad que suponía aumentar la diferencia en el marcador y en la segunda parte pudimos ver un partido de Premier, en el que el juego rápido impedía apartar los ojos de la pantalla, hasta que en el tramo final ocurrió como en el derbi y nuestro equipo se echó atrás incomprensiblemente. Gracias a Dios, Lunin estuvo en modo Tibú cuando se le necesitaba, al igual que Valverde que se dejó el alma en el campo con un equipo alemán revolucionado en exceso.
Tras esta buena victoria en Champions, nos recibía en su estadio el equipo madrileño del barrio de Vallecas. Encuentro difícil, no por el equipo en sí, sino por las dimensiones del estadio y el juego que suele desarrollar cada vez que jugamos contra ellos, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando en el minuto 4 Joselu marca un gol, para mí completamente legal, pero tiene que demostrarse, con el paripé consiguiente, en el que revisan, trabajan, están atentos a lo que ocurre… para al final conceder el gol, unos veinte después, Valverde revienta el balón contra el palo, tras un penalti de Camavinga por mano. ¡Sorpresa! Esas manos que no nos sancionan a favor pero sí en contra… El reglamento de jugadas grises y manos que dependen del jugador al que pertenece esa mano. Repetidas faltas del equipo vallecano que no son sancionadas para que luego vea la roja Carvajal, lejos de que haya opiniones acerca de si era merecedora o no, de esa penalización, debe ser muy muy, pero que muy divertido, que en el minuto 55 tras disputar un partido de boxeo no se tenga sanción, pero sí una condición física que no le permita terminar el encuentro, como le pasó a Isi.
Diré antes de terminar, que ellos vieron las amarillas justas para el no-juego que desplegaron durante el partido, será una realidad cósmica o un merecimiento divino, pero en lugar de perder puntos ganamos uno tras la derrota del Girona frente al Athletic en el campo de este último. Así que sea como sea, todo es relativo en esta Liga de Tebas.
Texto: @angiemg82