Todo Nervio Y Corazón | Crónica de una muerte anunciada
Para muchos de los más mayores, o tampoco tanto, se nos hizo leer en el colegio como lectura obligada (benditos años, por cierto) Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, y eso es lo que sentí el domingo desde que abrí los ojos por la mañana. Aún entre pañuelos, congestión y dolor de cabeza tenía fe, pero era solo y todo eso; fe.
Antes de otro dichoso clásico de la mano de Tebas, no como excusa, sino como socio ayudante del Barça desde el verano, nos enfrentamos al Valencia donde Hernández al cuadrado no nos lo puso fácil y a lo que nosotros también ayudamos. Los primeros veinte minutos parecía uno de los muchos partidos a los que nos tuvo acostumbrados el equipo el año pasado. Fue un penalti antes del cuarenta el que abría la lata y nos quedábamos más tranquilos, pero nada más empezar la segunda parte llegó la evidencia que veíamos antes de irnos a vestuarios tras los primeros cuarenta y cinco minutos. En esta la caraja del equipo iba y venía, tanto que nos dejarnos llevar por las ganas del equipo Che de llegar a prórroga y tras ella penaltis, donde Courtois fue el gran héroe, aunque también es cierto que a Kroos solo le faltó peinarse antes de tirar su penalti.
Sin tiempo casi a recuperarnos de las lesiones sufridas: Lucas Vázqez, Camavinga, Militao… llegó la final contra el Barcelona donde Lucas seguía con su lesión mientras Eduardo y Éder Militao parecían estar listos. Pero solo parecían.
Las cosas comenzaban como casi siempre con un Xavi y sus quejas del césped (oído en la Cope), pero tras el pitido inicial de otro de nuestros árbitros preferidos, ya se veía que Modric se quejaba de lo que hacían sus compañeros. La fiesta de Araujo comenzaba desde el minuto cinco con Vini sufriendo sus regalos que no tenían sanción. Sus faltitas de las que ya sabíamos que íbamos a sufrir sin consecuencias para ellos, hizo que el bajón fuera generalizado en todas las líneas, dejando autopistas que hasta yo, con mi bastón, sería capaz de utilizar. No digamos el Barcelona, que con mayor o menor tirria que se les tenga, no se le puede ofrecer regalos.
Llegaron tres veces, dos goles y un palo era el resultado al descanso.
La segunda parte empezó igual de mal y deseé que el resultado final no aumentara mucho para ellos porque no se veía intención en nocostros. Carvajal no podía con sus botas y cuando podía no las utilizaba bien. ¿Por qué estaba Nacho en el banquillo? Solo Ancelotti lo sabrá, pero no toda la culpa fue suya, de Carvajal me refiero, ya que ninguno destacó para bien en el verde. El despropósito fue la despedida al domingo que ninguno querríamos haber tenido.
¿Qué hacemos? ¿Sustituir al entrenador? ¿A los jugadores titulares y lo que entraron después? Nada está en nuestras manos, solo la crítica constructiva de la que siempre hablo, porque de la destructiva se tendrá más que suficiente allá por donde miremos.
Ojalá me equivoque en el título de este post, y no sea una muerte anunciada sino una siesta de pijama y orinal de la que despertemos antes del jueves donde debemos demostrar que estamos vivos.
Texto: @angiemg82
Foto: GIUSEPPE CACACE/AFP via Getty Images