REINICIANDO
No es cosa mía, como todo lo grande que pasa en los últimos años en el equipo, Vini es el protagonista y responsable. Tras ganar todo lo ganable en esta segunda etapa de Carlo, comienza otro ciclo más apasionante si cabe.
La Copa no importa, La Copa es un trofeo menor, La Copa no interesa —y aquí hay que pararse a recordar que todo lo dicho de La Copa es así hasta que la gana el barça—. El partido comenzaba con la noticia de la baja de Ceballos por problemas musculares en el entrenamiento del día anterior, pero pronto pasarían las lamentaciones cuando en el minuto dos Vini vuelve a hacer de las suyas y dejando su marca atrás por velocidad y calidad se interna en el área y asiste de manera magistral a su compañero Rodrygo para que este ponga al equipo por delante ante la sorpresa de los rojillos. A partir de ahí el Osasuna no quiso bajar los brazos y tras ocasiones merengues fue Carvajal quien salvó un gol en la línea de gol. Poco después un disparo de Alaba de falta golpea en el larguero retumbando en toda Sevilla y el corazón de los antis; la bilis seguía corriendo por sus venas.
¿Estoy haciendo una crónica? Pues lejos del fútbol, pero no del terreno de juego, el comportamiento irrespetuoso por envidia seguramente, provocó que de manera desconsiderada y gamberra, un jugador rival pasara su mano por la cabeza de Vini mofándose de él, quizá solo por no ser capaz de frenar su calidad por la que merece la pena el precio de cualquier entrada solo por ser testigo de esa master class brasileña. Las faltas parecían estar permitidas cuando a Rodrygo le pararon de mala manera y sabe Dios por qué fue Vini quien recibió la tarjeta amarilla, ¡ah, sí! Hay que frenar el espectáculo si este viene del Real Marid, porque si Vini fuera como muchos quieren… no sería Vini, no tendría esas ganas ni daría el maravilloso espectáculo que nos da cada vez que sale al campo. No quiero mencionar lo que se vio —y seguro que no fue todo— en el túnel de vestuarios, porque por descontado siempre y recalco siempre, el culpable es el Real Madrid, Vinicius…
Pero sigamos con lo que aconteció la noche del 6 de mayo en la Cartuja. Tras el descanso, el jarro de agua fría cayó sobre nosotros con el gol rival que se celebró como se celebran las Champions que nunca llegarán a ganar. Pero la rabia en los ojos de Torró demostraba de nuevo la inquina con nuestro club y palmarés (que todo hay que decirlo). Nuestro equipo seguía jugando y provocando ocasiones. Vini continuaba dejando atrás a su marca, algo más sencillo si cabe para el brasileño por la amarilla que tenía en su haber el jugador rival. Pero no fue hasta el minuto setenta, que de nuevo la dupla brasileña de Vini y Rodrygo volvía a ponernos por delante ante las expresiones de disgusto y desasosiego de los jugadores rivales que reflejaban sin necesidad de hablar el «otra vez el Madrid». Sí, otra vez el Madrid que como bien dijo Carlo unas cuantas ruedas de prensa atrás, podemos ganar lo que otros no pueden en toda una vida. Y así es, para los antis, los que piden otro entrenador, los que saben quién va a venir y quién se va a ir, nuestro italiano con traje y chaleco lo ha vuelto a hacer ganando todos los títulos posibles en dos años.
Desde hace 43 años ningún jugador había hecho un doblete en una final.
Texto: @angiemg82
Foto: Javier Soriano.