Opinión | Yo era ateo, pero ahora creo
Ya lo dijo El Madrileño. Desde el famoso error del software en el sorteo de los octavos de final de Champions League el Real Madrid nunca ha sido favorito en ninguno de los cruces. Curioso para ser el equipo que más veces en la Historia ha levantado la “orejona”, además de ser líder en su liga con amplia diferencia. Los números, los famosos expected goals y los interesados en el fútbol internacional entonábamos el lema de que el escudo y la gloria del pasado no puede con el dominio inglés ni con los petrodólares. Mea culpa también, amigo de las estadísticas y los cálculos avanzados en un deporte basado en meter un gol más que el contrario. Ya lo dijo Karim en la rueda de prensa previa a la gran final de Paris. Nosotros nos reímos por la, a priori, simpleza del mensaje. Mea culpa, otra vez.
No fui bendecido con la pasión por la bandera limpia y blanca que no empaña, es así. Sin embargo, hay que saber reconocer cuando, pese a que todo apunte hacia A, el Real Madrid es el único equipo en el mundo que te conduce hacia B. La flor, la suerte, los porteros que siempre se equivocan…se agotan los lamentos y las excusas para aquellos que siempre ponen el pero a un mayo marcado por las comuniones y por el Real Madrid levantando la Copa de Europa.
Paris: los petrodólares y Kylian. No hay nada que hacer.
En mitad del cambio de ciclo en MadridistaReal PSG y Real Madrid se veían las caras tras San Valentín. El poderío ofensivo del PSG, el tridente mágico de Messi – Mbappé – Neymar, la inferioridad impuesta por aquellos que veían al PSG domingo sí, domingo también…no había nada que hacer. Y, sin terminar de quitarles la razón, el Real salió vivo de Francia. ¿Remataría el PSG en Madrid? ¡Qué va! ¡Al contrario! El sentimiento de todo aficionado al Real Madrid era que en la vuelta se remontaría. Y así fue. Ambiente de grandes noches europeas, se enciende la caldera y el PSG en la lona. Rumbo a Londres que esperaba el actual campeón.
Londres: los problemas de Abramovic han unido más al equipo.
El Real Madrid le plantaba cara a su verdugo en la edición anterior de la mejor competición de clubes del mundo. Aunque el contexto insinuaba una clara unión entre los blues, el Real salió victorioso de Londres. Más que eso, dio una lección de pegada en Stamford Bridge. No existió ese “uno para todos y todos para uno” por parte de los hombres de Tuchel. Otra vez a tirar a la basura estadísticas y datos. El Bernabéu, sin embargo, vivió una noche de rosario y corazón encogido. El Chelsea esperado una semana antes hizo acto de presencia en La Castellana. “Recen todo lo que sepan y acuesten a los niños” como diría Rubén Martín, porque el Real Madrid estaba fuera de su competición. Apareció Rodrygo, luego Karim y, bueno. Lo de siempre. Otra vez bolita de papel y a la papelera. Aunque, esta vez, por poco.
Manchester: colonia, jugar sin “9” y la fuerza del centro del campo.
Un partido sin defensas ni porteros, donde los delanteros hicieron lo que quisieron. La ciudad inglesa vio una exhibición de pegada, que acumuló en solo 90 minutos el resultado final del global de cualquier eliminatoria. Si eres entrenador, te cargas a los tuyos. Si eres aficionado, disfrutas de este espectáculo. ¿Y si en Madrid el City no se viene abajo y pasa? ¿Lo volverá a hacer el Madrid? ¿No creo, no? Courtois dio vida al Real Madrid mientras se la quitaba al City de mi idolatrado Jack Grealish (dos goles pudo anotar el Peaky Blinder de los skyblues, pero un tal Thibaut al que no se le da mal el arte de parar goles lo evitó). Ya no solo las estadísticas a la basura, también las instastories de SuperJack. Los dos mejores minutos de la vida de Rodrygo. ¿Otra final del Real Madrid? ¿Lo harán de nuevo, en serio?
Liverpool: el rock and roll de Anfield y el Carletto más evertonian
Nunca he visto perder al Real Madrid una final de Champions. Da igual que tengas 25 años como yo, es que si has nacido en 1981 (o en adelante) tampoco. Ojalá que la UEFA sí haya mirado en este partido y reconozca a Courtois como, al menos, TOP 3 de los mejores arqueros del mundo. No pido el primer puesto, que lo merece (y lo es), solo un tercero. De verdad que nos conformamos con poco. ¡Ah! Y la espalda de Alexander – Arnold. Todos lo decían. Todos lo avisaban. Todos lo vimos. Que sí, que lo han hecho. Otra vez. Los que no juegan a nada. Los que sufren 150 minutos y en 30 son capaces de hacerte temblar las piernas. Los que, a la hora de la verdad, corren como la estampida que arrolló a Mufasa. Increíble.
La 14 ya en el museo. Yo, atónito, con cara de tonto. O no. Es que esto es el Real Madrid. Nunca lo entendí. Igual nunca lo entenderé, pero me voy quedando con la cantinela. Ni suerte, ni potra, ni flor. Es ser torero, en el buen sentido de la expresión. Saber capear el temporal e izar velas cuando corresponda. Prometo, a partir de ahora, no volver a poner al Real Madrid por debajo de ningún rival en una eliminatoria en Champions. Como mínimo, 50 – 50. Ya lo dijo El Madrileño. Porque yo era ateo. Pero ahora creo.