Opinión | Una oda a la vida
Si bien la Champions League 2021 – 2022 pasará a la historia como uno de los torneos que más ha dignificado al deporte, la forma en la que el Real Madrid ha logrado la Decimocuarta será recordada como una lección de vida
Parece impensable que algo que esté muerto reviva. Más inimaginable es que algo que ha muerto dos veces vuelva a la vida en las dos ocasiones. Imposible resulta el morir hasta en tres ocasiones y volver a respirar tras cada una de ellas. Pues eso ha hecho el Real Madrid. Morir para vivir, vivir para seguir muriendo y, finalmente, dar la mayor lección de vida en la historia del deporte.
Cuando Clément Turpín se llevó el silbato a la boca para señalar el final del partido, el Real Madrid completó su gesta. Parece mentira que un club que hasta el sábado había alzado en trece ocasiones la Copa de Europa fuera a dar su mayor lección en el trofeo número 14. Fáciles parecen ya las hazañas de los 50, la Séptima, el gol de Sergio Ramos en Lisboa o tocar el cielo durante tres años consecutivos. Fácil puede parecer todo lo que se logre de aquí en adelante. O no. Porque eso lo logrará el Madrid y entonces, muy posiblemente, no haya una explicación lógica para ello.
Decía Klopp que el Madrid había realizado un único disparo a puerta en todo el partido. También aseguró que su rival representa lo que es la realeza europea. Guardiola, en semifinales, pareció ver venir en la previa del partido de vuelta lo que más adelante sucedería. Tuchel llegó a la prórroga con una pizarra para que Benzema, con tres indicaciones con la mano a Vinicius, le apeara con un testarazo. Y en octavos, Pochettino entendió porque ha admirado al Madrid durante toda su trayectoria deportiva. Estos cuatro entrenadores, cuatro hombres que respiran fútbol por los cuatro costados, son conscientes de que lo del Madrid carece de un sentido futbolístico.
Si hay un equipo en el mundo del deporte que pueda lograr un título así es el Madrid. Ese mismo equipo que es capaz de ser sometido durante 150 minutos de fútbol para acabar viviendo una noche mágica. Solo el Madrid puede redimirse futbolísticamente, descender a los infiernos y volver a levantarse para tumbar al campeón de Europa. No hay otro equipo capaz de estar eliminado desde el minuto uno de la ida hasta el 90 de la vuelta y terminar pasando de ronda. Y muy posiblemente, nunca haya habido un campeón que en la final solo disparara una vez entre los tres palos. ¿La explicación? Es el Real Madrid.
Y detrás de todo eso, un grupo humano sensacional. La mayor representación de unión en un vestuario que el Real Madrid ha experimentado en los últimos años. Unos jugadores encargados de dignificar un escudo y una camiseta. Unos futbolistas que, desde el primer día, han comprendido la grandeza de aquello que defienden. Un grupo que ha puesto de manifiesto esa frase que Alfredo Di Stéfano dijo y que, a día de hoy, es el último mensaje que los jugadores leen antes de saltar al césped del Santiago Bernabéu: “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.
En definitiva, una lección de cómo ganar una Copa de Europa. Una lección de que el escudo sí que gana partidos. Una lección de que en el fútbol no hay imposibles. Una lección que los más pequeños deben aprender. Una lección de vida. Una oda a la vida. El Real Madrid, al fin y al cabo, es eso. Es la vida.
Foto: GABRIEL BOUYS/AFP via Getty Images