Opinión | La exigencia del escudo

31 enero 2024 - 18:39
real madrid femenino aficionados

David Torres / madridistaReal

El pésimo papel del Real Madrid en Europa, donde solo ha conseguido un punto de dieciocho posibles, debe marcar un punto de inflexión

30 de marzo de 2022, Camp Nou. Claudia Zornoza dispara prácticamente desde el centro del campo y pone al Real Madrid por delante en el marcador. El murmullo se instala en la grada del estadio azulgrana. Las blancas están a un solo gol de empatar la eliminatoria de cuartos de final contra el Barcelona. 671 días después de aquel momento, la realidad es que parecen estar más lejos de la élite europea que en su primera participación en la Champions.

El equipo quedó eliminado matemáticamente a dos jornadas para el final y se despidió con un botín tremendamente pobre: un punto de dieciocho en juego. Su peor resultado, con mucha diferencia, en una máxima competición continental. El sorteo le emparejó con Chelsea, Häcken y París FC. Un grupo complicado pero del que, a priori, aspiraban a salir con el billete para cuartos de final. La realidad ha sido completamente diferente y la clasificación a la siguiente ronda ha estado más alejada que nunca. Perdió cinco de los seis partidos, siendo inferior sobre el césped en la gran mayoría de ellos. El empate contra las ‘blues’, que perfectamente pudieron llevarse también los tres puntos de Valdebebas, fue lo único positivo.

Los datos son demoledores. Tan solo equipos muy modestos y con pocos recursos como el Breidablik (Islandia), Vllaznia (Albania), Servette (Suiza), Rosengard (Suecia) o Slavia de Praga (República Checa) se habían quedado sin sumar victorias en una fase de grupos de la Champions. Los malos resultados también tienen trascendencia en el aspecto económico y merman la capacidad de conseguir fichajes. El Real Madrid ha ingresado únicamente 17.000€ de los 300.000€ posibles que otorga la UEFA en concepto de ‘bonus’ por los resultados obtenidos. Una cantidad muy inferior a la que van a recibir rivales ya consolidados como Barcelona, Olympique de Lyon o PSG. Las distancias, en vez de recortarse, se amplían en todos los sentidos.

Si los números son preocupantes, las sensaciones son aún peores. Las de Toril no mantuvieron la portería a cero en ninguno de los seis encuentros de Champions y solo estuvieron por delante en el marcador en 80 minutos de los 540 disputados. Es cierto que las lesiones de piezas importantes como Weir (de larga duración), Toletti o Linda Caicedo han bajado el techo competitivo de la plantilla. Pero también lo es que, con jugadoras teóricamente de menos nivel y sin experiencia europea, el Real Madrid plantó cara a oponentes más potentes en otras temporadas que en esta a clubes de un escalafón inferior.

Durante la primera parte de ayer, Maite Oroz (media punta) actuó en banda, Møller (delantera) como media punta y Athenea (extremo) de delantera. El reflejo de un equipo que parece haber perdido la identidad competitiva que exige el escudo y un entrenador que no da signos de encontrar la fórmula para revertir la dinámica.

El aficionado del Real Madrid está acostumbrado a la excelencia y su desconexión con la sección cada vez es más notable. Con todas estas cartas sobre la mesa, no parece casualidad que el Alfredo Di Stéfano recibiese ayer la peor entrada del curso. La hora (martes a las 18:45) y el contexto (sin nada en juego), por supuesto, tuvieron mucho que ver. Las voces de las jugadoras se escuchaban perfectamente entre los 862 espectadores y eran lo único que rompía el silencio. Un ambiente gélido, más propio de la pandemia que de la actualidad. Los seguidores del Häcken fueron los que se hicieron notar pese a estar a más de 2.000 kilómetros de su casa. El poco público madridista despidió a sus jugadoras tras el final con aplausos, tirando una vez más de paciencia con un proyecto que no termina de dar el gran salto.

La jerarquía del fútbol femenino, con contratos mucho más cortos que en el masculino, favorece a que las mejoras jugadoras puedan cambiar de aires fácilmente. Sin embargo, la profesionalización está acelerando que esto cambie. Mayra Ramírez ha protagonizado en este mercado de invierno el traspaso más caro de la historia. El Chelsea abonó 450.000€ al Levante y firmó a la delantera por cuatro campañas y media.

Las reglas del juego no paran de reescribirse y es clave que el Real Madrid esté bien posicionado para atraer talento de calidad. El seguidor fiel está frustrado por la falta de progresión y el que aún no sigue la sección necesita estímulos, en forma de éxitos, para involucrarse. Con más de diez futbolistas pendientes de renovar, entre ellas piezas como Misa, Toletti o Athenea, parece evidente que la planificación del próximo verano definirá las aspiraciones de la entidad tanto a corto como a medio plazo.

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