#LaBoticaMadridista | Todo pasa por Kiev
Ha llegado el gran día. Una nueva Champions está en juego y miles de aficionados de distintas partes del mundo se disponen en sus casas a ver la final, cada uno a su manera y con sentimientos distintos.
A unos kilómetros de la capital de España, encontramos una familia culé, cuyos miembros han vuelto a tirar de hucha para comprar, ésta vez, la camiseta del Liverpool, que unen así a su colección junto con las de Juve, Atlético, Bayern… En dicha casa se ha cambiado por unas horas el catalán por el inglés y se han tomado el té de las cinco. Ninguno de ellos fue a Canaletas a celebrar el título de liga, decidieron aplazar la visita y el jolgorio hasta ver qué pasaba en Kiev. Han intentado autoconvencerse de que un doblete nacional es más importante que la copa de Europa. Siguen pensando que en su equipo juega el mejor de la historia, el más guapo, el más humilde. Pero como ellos, una vez más ese jugador verá la final en su casa, igual que los últimos tres años, mientras que el que sólo marca de penalty, el chulo, el prepotente, estará en su tercera final consecutiva, la cuarta en cinco años. Nunca disfrutan de sus éxitos porque éstos son solamente el fracaso del vecino, al que no dejan de mirar con envidia.
Cogemos un avión y viajamos a la ciudad de los Beatles. Allí, en una casita típicamente inglesa, encontramos a una familia dispuesta a ver una final de su equipo. Al igual que los culés, también llevan puesta la camiseta del Liverpool, aunque éstos por motivos obvios. Viven las horas previas con ilusión, pero también con mucho respeto y cierto miedo. Saben que en frente está el auténtico rey de Europa. Se refieren al equipo blanco como el mejor del mundo y oyéndolos hablar se diría que son unos madridistas de visita en Inglaterra, tal es la admiración que le profesan al club de Chamartín. Sueñan con ganar su sexta Champions, pero saben que todo pasa por que el Madrid tenga un mal día, nefasto más bien, si no, una vez más la orejona viajará al Bernabéu.
Por último, y de vuelta a España, nos paramos en una casa en Madrid, aunque bien podría ser una casa en Jaén, León, Sevilla, Badajoz o Toledo. Da igual, los madridistas son legión. Allí esperan ansiosos que dé comienzo el partido. Todos están ya enfundados en sus mejores galas, bufandas, camisetas, gorras… Han procurado seguir los mismos rituales que cada uno suele hacer antes de una final. Misma cena, misma compañía, mismo sitio en el sofá. Los nervios se hacen más evidentes conforme pasan las horas y se acerca el momento del pitido inicial. Los madridistas viven la previa del partido con ilusión y confiados en su equipo. No es para menos, llevan dos Champions consecutivas y van camino de conseguir la tercera. Esta plantilla se ha ganado nuestro respeto eterno, han hecho historia y siguen escribiendo páginas de la misma. En una final siempre existe la posibilidad de que, alguna vez, la moneda no caiga de cara, pero con estos jugadores la moneda suele pesar más por el lado bueno.
Llegó la hora. El balón está en el centro del campo. Todos en sus casas están pendientes de la tele y se agarran al escudo de su equipo. El árbitro da comienzo al partido y el balón echa a rodar. La Cibeles empieza a ponerse guapa, quizás esta noche reciba visita.
Texto: @boticario_81
Foto: El Mundo