El Rincón de Apple Tree | Wish you were here
Padre, me confieso Lasista. Ya lo sabía, ¿verdad? Lo era antes, que lo disfrutaba; y, ahora, más… que no puedo disfrutarlo. Se pasa muy mal cuando, como dicen en tantas canciones “I took it for granted” (daba por sentado su continuidad) y, de repente, ya no está. Cuando pensábamos (yo, el primer ingenuo) que ya nada podía acabar con el Lasismo, llegó el Ojo de Sauron. En un ataque de ego “porque YO lo valgo”, decidió “cortar con el sano” (entiéndase bien la adaptación del refrán), con el mayor activo que la sección de baloncesto blanca ha tenido en 40 años.
No voy a entrar en la historia de los hechos. Ya he compartido mi visión de semejante tropelía en algún que otro hilo de Twitter. Simplemente quiero dar letra a lo que siento en cada partido que jugamos, ya sea en directo o viéndolo por la tele. Quizá (o, seguro que es así) no acabo de asumir la marcha del que ha sido el mejor entrenador de nuestro equipo, que haya podido ver. De Pedro Ferrándiz (Q.E.P.D.), conozco su historia por mi madre, ella es la culpable de mi amor por este deporte. De Lolo Sáinz, por mis inicios como aficionado, pegado a la tele viendo a estos tipos grandes, con camisetas “Abanderado” meter canastas y escuchar de fondo a un tipo gritando “Hala Madrid”, como si fuera un cántico a doble velocidad. Y luego, una larga historia, alternando algunos años buenos, con muchos años regulares… y hasta nefastos. Ninguna época tan divertida, emocionante y exitosa como la vivida con el, hasta el año pasado, entrenador del Real Madrid: Pablo Laso.
Uno no sabía cómo iba a terminar, porque todo termina, la era Laso en el equipo blanco. Pero, una vez finiquitada, (no voy a entrar en las formas, no insistáis), te quedas con la misma sensación que cuando termina la canción de Pink Floyd que titula este texto. Te sabe a poco, te quedas con ganas de más. Sabes, que podía haber sido más larga, y haber disfrutado más de esa gran obra, que empezó con unos acordes dubitativos de una emisora de radio lejana, y acaba con unos versos en estribillo maravillosos, y no quieres que acabe. Te niegas a ello.
Y te niegas, porque no tiene lógica. Si alguna temporada fue meritoria de todas las de Laso en el equipo blanco, fue la última. Con un Barcelona al alza con un gran equipo y la urgencia histórica de títulos importantes, para coronar este mastodóntico proyecto. El ya ex técnico blanco, supo levantar lo que parecía hundido, tras perder por la mínima una Copa que rozó con los dedos. Atravesó el desierto más largo de resultados y juego, hasta llegar a los playoff de Euroliga. El equipo se había pegado el tiro en pie más inexplicable, con derrotas dignas de capítulos de expediente X. Se complicó la vida, pero dio un máster de supervivencia, llegando a la final devolviendo al Barcelona al rincón de pensar, en una semifinal histórica. Pero no culminó la gesta, en una final con el Efes que tuvo muchas lecturas, y una clara de un error desde el banco (todo el banco), en los instantes finales.
Pero, de nuevo, el equipo supo reaccionar y ganó contra pronóstico y factor cancha a un Barcelona al que se empequeñeció a medida que avanzaba la serie final. Traca final para ganar la liga más increíble.
Y después, todo es historia. La maniobra directiva acaba con un Chus Mateo llegando a Barajas, incrédulo, para firmar como primer entrenador. Parecía estar siendo protagonista de unos versos del tema de Pink Floyd, conductor de este texto:
“And did you exchange,
A walk-on part in the war
For a lead role in a cage?”*
De un plumazo, de actor de reparto a protagonista, con la esclavitud y exposición que supone el cargo. No nos (me) queda otra, que apoyar al equipo y al nuevo entrenador. Pero me niego a dejar de sentir nostalgia por el que nos devolvió la ilusión por ver jugar cada partido a nuestro equipo. Por viajar por Europa, con el orgullo de ser respetados y temidos de nuevo. Por devolver al Madrid a lo más alto del baloncesto continental, acostumbrarnos a competir por todo y a ganar bastante. Aunque para algunos nunca lo parezca (bastante), y siempre se menosprecie la labor del entrenador que logró todo lo dicho antes. Por muy buenos que sean tus jugadores, hay que saber gestionarlos y llevarlos dentro y fuera de la cancha. Hacer que sean un equipo, que los movimientos y los automatismos engranen como un reloj suizo y que cada uno ponga su talento al servicio del equipo. Esto que “parece tan fácil”, a muchos está por demostrarse de nuevo, con la (posiblemente) mejor plantilla blanca desde hace mucho tiempo. Labor de Chus Mateo y su equipo es lograrlo. Otra cosa es que nos hagan olvidar a Pablo Laso. Yo siempre querré que hubiera seguido en el banco, hasta que él hubiera decidido terminar su etapa en el Madrid. Dirigiendo al equipo desde el mismo sitio y evitando las estocadas palaciegas que habrían seguido viniendo:
Running over the same old ground
What have we found?
The same old fears
Wish you were here**
*¿E intercambiaste
un papel de extra en la guerra,
por un papel de protagonista dentro de una jaula?
**Corriendo sobre el mismo viejo suelo,
¿qué hemos encontrado?
Los mismos viejos miedos.
Desearía que estuvieses aquí
Foto: Pedja Milosavljevic / AFP via Getty Images