El Rincón de Apple Tree | Ahora sí, vuelve Llull
Padre, confieso que he pecado. Confieso que yo era el primero que creía que tras la marcha del Facu a la NBA, el equipo lo iba a pasar mal y abandonaba toda esperanza a competir y a ganar partidos con regularidad, como nos tenía acostumbrados. Y me equivoqué, vaya si me equivoqué. El equipo es otro, no tan eléctrico como con el ya exjugador argentino, pero está compitiendo y ganando como siempre. Qué semana griega de los blancos en Euroliga y exhibición en casa ante los alemanes de Aíto.
Y es que lo que decía Laso se está cumpliendo. Los jugadores han dado un paso adelante para suplir o añadir nuevas prestaciones a lo que deja de producir el Facu para el equipo. El crecimiento de Tavares en estos partidos es descomunal. Vengo defendiendo que éste es su equipo como en su día lo fue el de Sabonis. Su influencia en ambos lados de la pista es, a veces, insultante. Pero eso será motivo de otro artículo cuando me deje tiempo el pequeño e inquieto gremlin que tengo en casa.
Y el resto de jugadores también han ido aportando lo suyo. Un día Causeur te hace una segunda mitad perfecta, otro Taylor sale de titular y seca al base de moda de las últimas semanas aportando en ataque. O el mismo Laprovittola tiene una actuación más que aseada en el Pireo.
Pero me quiero fijar en el que siempre había sido corazón de este equipo. El santo y seña del madridismo al que estuvimos agarrados durante varias temporadas. Al que su explosión en forma de tiros ganadores, títulos y MVPs con la llegada de Laso, le otorgó el estandarte blanco y el cuerno de Gondor cuando tocaba la épica. Del Sergio Llull post lesión se ha comentado y criticado mucho. Tras su vuelta a la competición en ese tercer partido de playoff contra Panathinaikos ha pasado por una montaña rusa de rendimientos y emocional que levantaron muchos cuchillos en sus crisis y poca confianza en sus picos.
Llevaba Sergio este año enseñando la patita en algunos partidos previos a la marcha del Facu. Está claro que no podía volver a ser el mismo jugador explosivo y eléctrico pre-lesión y se empezaban a ver detalles de este nuevo Llull. Es a partir de la emigración del siete y de la reubicación de Llull en el puesto de base donde se ha empezado a ver al menorquín más maduro y centrado de esta nueva era.
Ya no veremos esas carreras a tumba abierta dejando atrás rivales, esas entradas plenas de potencia chocando como un pinball para acabar cerca del aro o triples tras dribbling en suspensión. A cambio estamos viendo a un jugador más “calmao” que guarda sus arrancadas para cuando las necesita. Explota más su visión de juego, realiza sus entradas por elevación casi sin salto. Busca más la parada en suspensión a cuatro o cinco metros tras bote y se activa eficientemente en defensa cuando la ocasión lo merece. Son varios partidos ya en que se le ha visto acciones meritorias en el aro propio cuando habría que remontarse mucho en el tiempo para encontrar alguna anterior.
Y es que esta reconversión de Llull es lo que muchos estábamos esperando que realizara. Y Laso, que lo conoce, lo está utilizando con precisión. No es casual que estuviera presente en los minutos finales de los dos recientes thrillers griegos. Suyo fue el palmeo que empató el partido en el OAKA y la última canasta (suspensión a 5 metros tras bote) antes de la gran sequía del último cuarto. En el Pireo, suyo fue el triple de siete metros que dejaba a los chicos de Bartzokas tocados y hundidos en el mar Egeo. Luego ya, de vuelta a casa tras otra sólida actuación nos regala un mandarinazo desde su campo para terminar la posesión.
Creo que podemos decir que estamos asistiendo a la reconversión del base menorquín tras una dura travesía por el desierto desde mayo de 2018. El proceso ha sido arduo, lento y doloroso por momentos, pero parece que la salida del Facu ha servido como detonante para el retorno del abanderado blanco. Bienvenida, como inevitable, sea esta marcha y valga para devolver al puesto que merece esta leyenda.
Texto: David Manzano
Foto: Euroleague