El Reino Unido merengue de Bale, Beckham y McManaman
Los británicos son quienes llevan el título de «creadores» o «inventores» de este hermoso deporte que llamamos fútbol. Ellos decidieron iniciar y llevar a cabo una idea que, siglos más tarde, ha alcanzado el nombre de «el deporte rey», por ser el más seguido a lo largo y ancho del planeta. Nació por los británicos, fue perfeccionado por holandeses, adaptado por italianos y realizado con suma practicidad por los alemanes. Así se podría resumir un poco lo que ha sido la historia del balompié.
Sin embargo, los británicos esperaron un poco para poder conquistar su primer Mundial, casualmente en Inglaterra 1966. La selección de la Reina, hasta ahora, no ha vuelto a estar en la cima del mundo.
Hubo, en sus años, grandiosos futbolistas del Reino Unido, como el mítico Bobby Charlton o George Best, uno inglés y el otro norirlandés, respectivamente. Pero no fue hasta 1979 cuando el Real Madrid logró hacerse con los servicios de un gran futbolista de la isla: Laurie Cunningham. Conocido como «La Perla Negra», este delantero de ascendencia jamaicana estuvo cuatro temporadas en la capital española, lapso en el cual conquistó un doblete en 1980 y una Copa del Rey en 1982. Posteriormente se marchó al Manchester United e intercaló temporadas entre Inglaterra, Francia, Bélgica y la propia España, en donde jugó para el Sporting de Gijón y el Rayo Vallecano. El desenlace de su historia fue tristemente trágico: murió en un accidente de tránsito en 1989 en la ciudad de Madrid.
Luego del primer triunfador británico merengue, «La Casa Blanca» tuvo que esperar 20 años más para ver llegar al siguiente: Steve McManaman. Llegó en 1999 procedente del Liverpool, equipo en el cual disputó 10 temporadas y repartió más de 130 asistencias, números que lo acreditaban como un gran pasador y también con llegada al arco rival. En cuanto a esa faceta ofensiva, «Macca» dejó claro que también sabe marcar y no solo goles sino golazos, cuando realizó aquella famosa volea contra el Valencia en la final de la Champions League del año 2000. En esa noche, el británico levantó la octava Copa de Europa del rey del continente. Se marchó al Manchester City en 2003 y dejó en su palmarés dos ligas, dos copas, dos Champions, una Intercontinental y una Supercopa de Europa.
En Merseyside brilló y alcanzó el Balón de Oro, premio que lo llevó a vestir los colores del Real Madrid y a jugar en el Santiago Bernabéu. Michael Owen, aquel delantero centro de una velocidad prácticamente incomparable, aquel cuya capacidad de definición era magistral, terminó recalando en España, pero no fue la mejor de sus aventuras. Entre las lesiones y la dura competencia en la posición con Ronaldo y Raúl González, el delantero inglés terminaría su etapa en el conjunto merengue sin sombra y sin brillo. Aprovechó muy bien las oportunidades que tuvo para saltar al terreno de juego: marcó 16 goles en poco más de 40 partidos. Esa fue su única temporada en el Real Madrid, club al cual llegó por 12 millones de euros y terminó marchándose al Newcastle United por el doble de esa cifra.
Vale mencionar a otro de la era galáctica: David Beckham, quien para muchos ha sido el más carismático de todos los británicos que han vestido esta camiseta. «Becks» estuvo cuatro años en Madrid compartiendo el mediocampo con Figo y Zidane, por mencionar solo algunos nombres. Solo consiguió una Supercopa de España en 2003 y una liga en 2007. Eso sí, más de una pincelada dejó a balón parado y con remates desde fuera del área en el Bernabéu.
Otro que pareció más un fantasma que pasó por el club fue Woodgate, cariñosamente conocido como ‘Woody’. Jugó apenas 10 partidos en dos campañas y se vio severamente marcado por las lesiones y por un catastrófico debut que incluyó un gol en propia puerta y una expulsión por doble amarilla. Se fue cedido al Middlesbrough, equipo que oficializaría su compra un año más tarde.
Ahora bien, en la 2013-2014 el club merengue se hizo con los servicios de Gareth Bale, un jugador sumamente vertiginoso y de una potencia física envidiable por casi cualquier futbolista. Venía de establecerse como uno de los mejores en la Premier League al anotar 21 tantos en 33 compromisos con el Tottenham, club que lo reconvirtió de lateral izquierdo a extremo, posición en la que, sin duda alguna, ha vivido sus días de gloria.
Gareth, siempre de perfil bajo, taciturno, calmado y reservado. Llegó con el peso de casi 100 millones de euros en sus hombros, lo que pagó Florentino para hacerse de sus servicios. Además, fue el jugador más caro de la historia hasta que el United fichó a Pogba. Sin embargo, al principio pareció costarle un poco, a pesar de ello, fueron 22 goles y 19 asistencias en su primera campaña como madridista. Aunque también vale mencionar que marcó el gol en Lisboa que significó el 2-1 frente al Atlético en la prórroga. Gol clave para la obtención de la tan ansiada «Décima».
Más allá de ese primer gran año, Bale ha tenido ciertos altibajos debido a sus numerosas y recurrentes lesiones musculares temporada tras temporada. No obstante, cuando ha estado en plenitud de condiciones, ha demostrado ser no solo uno de los mejores del club, sino uno de los mejores del mundo. La campaña pasada tuvo un gran cierre y colocó la cereza del pastel en la final de Champions frente al Liverpool, cuando anotó de chilena uno de los goles más bonitos que se hayan visto en finales continentales. Añadido a esto, Gareth también ha conquistado una Copa del Rey, aquella en la que se escapó de Bartra por la banda izquierda y terminó definiendo entre las piernas de Pinto; tiene a su vez una Liga y una Supercopa de España. En cuanto a títulos internacionales, ya posee cuatro Champions, tres Supercopas de Europa y tres ‘mundialitos’.
Ahora, el liderazgo del equipo recala en el galés, que, por cierto, es el único futbolista de esa nacionalidad que ha jugado en el Madrid. La ida de Cristiano deja mayor soltura a la estrella de Bale, quien parece tener mucho que aportar si las lesiones le dejan en paz de una vez por todas.
Texto: @Elportuguej
Foto: GOAL