El banquete de las lágrimas
Todas las miradas de los asistentes se centraban en las cuatro misteriosas cajas que posaban sobre la tarima. Tres eran granates y una roja como la sangre, y esperaban inmóviles mientras Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, se terminaba de sincronizar con sus papeles y micrófonos en el atril. El foco principal enfocaba al escudo culé que reinaba en el centro, mientras nuestro protagonista ocupaba su lugar a la izquierda en una zona algo más oscura.
Los periodistas allí presentes (y los que tuvieron que presenciarlo por televisión ante la ausencia de una invitación), pudieron disfrutar de uno de los mayores espectáculos de ilusionismo de la mano de un maestro que estoy seguro será recordado como uno de los grandes, a la altura de quizá Houdini o Thurston si acaso.
Como gran aficionado al ilusionismo y más concretamente a la cartomagia, me gustaría hablaros hoy de un concepto llamado misdirection, que es como una danza entre luces y sombras de una hoguera; revelando el efecto y ocultando el mecanismo para producir la mayor impresión posible en el espectador. Es la técnica que utilizan los taumaturgos para redirigir la atención de la audiencia, convirtiéndolos en testigos de un milagro. Conociendo este concepto y ejecutado por unas manos capacitadas, sólo las mentes más experimentadas en la materia son capaces de salir del trance y vislumbrar lo que realmente está sucediendo. El iceberg que se esconde en la manga. El truco.
Y luego están esas mentes igual de experimentadas e instruidas que, pese a tener la capacidad de ver lo que ocurre, eligen no verlo y simplemente disfrutar del engaño porque comprenden que no es una competición, sino una actuación, y que el público también forma parte de ella. En este grupo entran la gran mayoría de periodistas que se personaron ayer en la rueda de prensa y que no hicieron las preguntas que debían. Al final todo esto da la impresión de ser un teatrillo de festival de colegio. La comparecencia de ayer ante los medios del presidente del FC Barcelona era un jugoso caramelo para esa figura de periodista audaz y valiente, que allí brillaba por su ausencia.
Ya hablé en otro texto sobre los titiriteros. Esto fue un espectáculo de guiñoles. Disfruté la performance por elección propia, a rebosar de hipocresía, contradicciones y victimismo. La pena vino cuando me giré al mundo y vi a más rebaño del que me hubiera imaginado asintiendo religiosamente, tragándose la escena por responder a preguntas irrelevantes sobre el Caso Negreira y mostrar que las cajas que describí al principio, lejos de ser de bombones como pudiera haber indicado el color, contenían unas seiscientas carpetas sobre los supuestos contratos con el hijo de Negreira que se iban a presentar como prueba. Irrelevantes eran las preguntas e irrelevantes las pruebas respecto al tema que nos ocupa; Negreira padre.
La única pregunta que interrogaba sobre si hay facturas o contratos de Negreira padre, recibió como respuesta por parte de Laporta un titubeante No he entendido muy bien la pregunta. Por mencionar a ese último fogonazo en la oscuridad.
Me guardo para mí todas esas preguntas que no se hicieron sobre el exvicepresidente del CTA que recibió unos siete millones de euros durante veinte años del Barça mientras ejercía su cargo, y que supuestamente se encargaba de los ascensos y descensos de árbitros que se jugaban mucho dinero y eran fácilmente influenciables en sus decisiones, como bien explicó Iturralde en una entrevista en el MARCA hace un par de días:
“Pero ahora con 300.000 euros, cada año bajan dos (árbitros, a Segunda División). Y si desde arriba te dicen que esto es amarilla o esto es falta, aunque sea roja, tú no vas a entrar en esa discusión porque tienes un estatus y lo quieres mantener.”
He llamado a este artículo Banquete en el título, porque entiendo que todos los espectadores nos hemos alimentado de alguna manera del baile de micrófonos de nuestro amigo Joan.
Y lo de las lágrimas, claro, porque mientras escuchaba a Laporta llamar al Real Madrid “el equipo del Régimen” y acusarlo de ser favorecido históricamente por el estamento arbitral, dramatizando que lo que está ocurriendo es una persecución al catalanismo o no sé qué, sólo se puede elegir entre llorar de la risa o llorar de la pena; según lo experimentada e instruida que esté tu mente, y lo que confíes en las tres cajas granates y la caja roja que esperaban inmóviles a ser recogidas mientras el presidente volvía a la barrera.
@Cruzetus
Foto: David Ramos/Getty Images