El ’10’ no se toca
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Luka Modric, la leyenda blanca, en busca de coronarse una vez más
«¿Quién dice que yo quería el número 10? Es el de Modric, Balón de Oro, estoy contento de tenerlo al lado en el vestuario», apostilló el reciente fichaje del Real Madrid, Kylian Mbappé, durante su puesta de largo para salir al paso de los rumores que aireaban la posibilidad de que el francés se enfundará el dorsal de Luka. Un número que pertenece a todo un icono blanco (renovó hace unos días) que esta temporada asume la tarea de ser el primer capitán. Responsabilidad, profesionalidad y autoridad de cara a una campaña titánica en cuanto a partidos por disputar.
Precisamente en esas declaraciones de Kylian se atisba lo que representa Modric en el vestuario de Carlo Ancelotti. Pese a que el ex del PSG aún no ha convivido con el croata vis a vis, el ’10’ madridista es una institución, y cualquiera que entra por la puerta (el próximo será un Endrick que ya cuenta las horas para su día 1 como merengue) lo tiene grabado a fuego en la frente. Los años, los títulos y el arte con la pelota lo avalan. Sus 38 ‘tacos’ pesan en lo físico, obviamente, pero para nada causan deterioro en lo técnico. Cada toque de Modric sirve de pieza cotizada de museo.
12 años en las filas capitalinas
Aterrizó en la capital de España sin hacer apenas ruido, a razón de 30 millones de euros, allá por el verano de 2012. De Londres a Madrid… y de ahí a la final de la Supercopa de España de ese mismo año ante el FC Barcelona. No había un mejor debut posible. A ese Luka, si una paloma mensajera le hubiera dicho que doce años más tarde podría convertirse en el jugador del Madrid con más títulos de la historia, habría dicho un ‘no’ rotundo, una utopía de manual.
Ahora, que Modric ya se prepara para encarar la próxima campaña (su decimotercera desde que estampó su firma en el contrato) ese ‘imposible’ está a punto de encontrar su antónimo. Es tan sencillo como que el internacional con Croacia gane la Supercopa de Europa frente a la Atalanta que se dirimirá el 14 de agosto en Varsovia. En esa coyuntura, Luka sumaría 27 títulos con el club blanco, cosa que ningún otro jugador en los 122 años de vida del Madrid ha conseguido. A día de hoy, está empatado con Nacho en 26 trofeos.
De todos modos, poniendo el foco en una hipotética derrota de los de Ancelotti en suelo polaco, a Modric aún le quedarían seis títulos más en liza (Liga, Champions, Copa del Rey, Copa Intercontinental, Mundial de Clubes y Supercopa de España) mediante los cuales alcanzaría la gloría absoluta: sería nada más y nada menos que ascender al Olimpo. No tiene la etiqueta de ‘One Club Man’, pero lo suyo es inhumano e imposible de descifrar. El único Balón de Oro de la plantilla, tal y como aseveró Kylian.
Un as bajo la manga
Sin Kroos en la disciplina madrileña, Luka Modric ayuda a paliar la gran pérdida. Al menos, sigue uno de los integrantes de esa terna irrepetible Casemiro-Kroos-Modric que tantos dolores de cabeza dieron a sus rivales. Cierto es que el papel de Luka ha cambiado, puesto que ya no es un primer espada en la sala de máquinas diseñada por Carletto. Su rol, secundario, que habla de saltar al ruedo pasada la hora de partido, vale para separar el grano de la paja y, así, desempolvar encuentros en los que en más de una ocasión pintan bastos.
Aunque, en esta temporada 24/25, la lógica se decanta por una mayor participación del centrocampista balcánico. No solo desde la caseta, sino también figurando en el once titular de vez en cuando. Con hasta un máximo de 72 partidos y la posibilidad de ¡¡11 meses!! de rutina diaria (la final del Mundial del Clubes es a mediados de julio de 2025), las rotaciones son una parada obligada para el tren madridista que echó a rodar la pasada semana. Cerca del piloto, Carlo Ancelotti, aparece el eterno ’10’, el mismo que hace no tanto declinó ofertas mareantes del fútbol árabe para seguir en el equipo de su corazón. Este… puede ser su último baile.