Blanco Y En Botella | Gareth I de Cardiff: el antipático

26 abril 2019 - 09:36
Blanco Y En Botella | Gareth I de Cardiff: el antipático

No por conocida ni por insistente, la campaña mediática sobre Gareth Bale deja de ser indignante, sobre todo viendo cómo, ahora que suenan y resuenan mil y un nombres para el Real Madrid de cara a la próxima temporada, hay un empeño especial en situar al galés en el ojo del huracán.

No sólo porque la prensa y, de su mano, una parte del madridismo ya le ha situado en la rampa de salida para la próxima temporada, sino porque además, haciendo gala de esa indigencia moral y la prostitución intelectual de la que llevan años exhibiendo, le han colgado a Bale la responsabilidad del desastre de esta temporada. Y nada más injusto.

No seré yo quien defienda que Gareth Bale haya hecho un año mínimamente digno. Ni siquiera aceptable. Es más, esto lo estoy escribiendo con el corazón encogido porque pocos defensores más acérrimos y mas beligerantes va a encontrar el galés en el seno del Madridismo que yo.

De hecho, siempre estuve convencido que Bale sería el relevo natural de Cristiano Ronaldo cuando el portugués. Sin embargo, este año que era cuando se necesitaba ese paso adelante del galés, nunca llegamos a ver la mejor versión de un Bale que, por unas cosas u otras, nunca asumió ese esperado liderazgo y eso me ha decepcionado profundamente.

Pero de ahí a hacerle responsable único y en exclusiva de la debacle vivida esta temporada por el equipo hay una abismo, porque entre otras cosas, él no es más que una parte de un todo en el que también hubo jugadores que no han rendido al nivel esperado. Tipos que, por motivos que se me escapan, no han sido señalados por el dedo acusador de la prensa ni ejecutados al amanecer por la afición que, haciendo un seguidismo repugnante, sí ha llevado a cabo con Bale.

 

Bale no es el único responsable

Gareth Bale anotando en la tanda de penaltis durante la final de Milan
Bale anotando de penalti en la final europea de Milan | Foto: BEIN Sports

Resulta paradójica la indulgencia de prensa y aficionados con jugadores que han insultado gravemente a la grada, con gestos despreciativos a sus compañeros. O que, en el colmo del absurdo, se rieron del madridismo afirmando que no estaban aquí para “tirar del carro” y que lo hicieran otros. Y que, sorprendentemente, siguen siendo ovacionados en cada carrera demagógica y tribunera o en cada regate, aunque sea inservible.

Desde luego que Marcelo, Asensio, Isco, Carvajal, Varane e incluso Kroos, Modric o Casemiro, por citar a unos pocos, han estado desastroso esta temporada. Hasta Nacho, ese que siempre cumplía, ha estado para los leones.

En definitiva, jugadores con un caché quizás no tan alto como el del galés pero igualmente decisivos en los triunfos de un pasado no tan lejano y que esta temporada han estado varios puntos por debajo de lo que se esperaba pero con los que no se está siendo en absoluto duros, a pesar de merecerlo, como mínimo, igual que Bale.

Sin embargo, nadie en Prensa Nostra ha puesto el foco sobre ninguno de ellos a la hora de responsabilizarles por lo ocurrido. Todo lo contrario, Bale y sólo Bale parece haber sido el culpable del desaguisado, acusándole de todo lo acusable.

Supongo que eso de que luego haya parones de selecciones hace que haya que tenerles contentos, en especial a los españoles, para que luego den entrevistas y, si es posible (y como por desgracia ya ha pasado) les den carnaza para seguir machacando al club e incluso a su propio entrenador y compañeros.

 

Ya no engañan a nadie

La estrella de Cardiff, Gareth Bale, abrazándose con su compañero Casemiro durante un partido
Bale abrazándose con su compañero Casemiro durante un partido | Foto: Perú 21

Luego, eso sí, esta gentuza de Prensa Nostra, como suele hacer casi siempre, tira la piedra y esconde la mano y, después de una guerra sin cuartel que comenzó desde que el pobre Gareth puso pie en Barajas un lejano 31 de agosto de 2013, acusándole de todo lo imaginable (hasta de lesionarse, que no se puede ser más miserable) e inventándose todo tipo de mentiras, empezando por la famosa hernia y acabando por el tema del idioma, miran para otro lado.

Entonces, cuando ve el resultado de su obra en la afición blanca, tan dada a dejarse sorber el seso por la prensa, esta panda de falsarios e hipócritas del micrófono y la pluma se asombra del maltrato del público al galés, como si ellos no tuviesen la culpa.

Por eso, cuando uno tiene que leer bazofias como la que escribió Roberto Palomar en el Diario de la Hernia del pasado lunes, preguntándose por qué Bale cae tan “antipático”, se me revuelven las tripas del asco que me genera tanto cinismo.

La gota que colmó el vaso ha sido el partido ante el Athletic de Bilbao del pasado domingo. Allí Bale fue suplente y apenas sí disputó algo más de 20 minutos. Sin embargo, desde que puso el pie en el campo, fue el objeto de las iras de parte de los aficionados madridistas que no pararon de pitarle.

Es más, este público, que para criticar a Bale usa los mismos clichés de la prensa, llegó al esperpento de aplaudir el cambio de Aduriz por Raúl García ¡a Raúl García! y pitar a un jugador que, aunque sólo fuese por lo que nos ha dado, merece cuando menos un respeto.

Que si es que no sabe español, que si no se integra con sus compañeros o el último mantra que es que Gareth Bale comete el delito de lesa patria de que le guste el golf y, ojo, ¡ve partidos por el móvil embutido en sus auriculares antes de cambiarse! Pero claro, lo dicen Pedrerol o Manolo Lama, dos madridistas acérrimos como todos sabemos, claro, y por eso es palabra de Dios…

Pero qué nos vamos a esperar de un público que, en aras de una mal entendida exigencia, se vanagloria de haber pitado a Di Stefano, Míchel, Zidane y hasta el mismísmo Cristiano Ronaldo…

 

Mucho más que “momentos puntuales”

Golazo de chilena del galés Gareth Bale en la final de la Champions de 2018, en Kiev, frente al Liverpool
Chilena de Gareth Bale en la final de Kiev | Foto: MARCA

En fin, desconozco qué futuro le deparará al galés en el Madrid a partir de este verano pero, tanto si se queda como si se va, le deseo lo mejor aunque sólo sea por lo feliz que me hizo. Y no sólo en momentos puntuales, como falsamente se repite por la Prensa y muchos aficionados, de esos que tras el partido pierden el culo para ir a hacer el memo a la Puerta 55.

No, Bale tuvo bastante más que esos “momentos puntuales”. Entre otros, su temporada de debut, en la que rayó a gran nivel especialmente en el último tercio. Algo que a muchos se les ha olvidado, como se les olvidó ese gran final de temporada en la 2015/2016, cuando con Cristiano Ronaldo lesionado, tiró del carro para seguir con pie firme en la Liga hasta el final y llegar hasta Milán y esa maravillosa final en la que, completamente cojo, se atrevió aquel inolvidable penalti decisivo para ganar la ansiada Undécima.

Y cómo empezó la 2016/2017, con Cristiano fuera de combate y rayando a grandísimo nivel hasta que la maldita patada de Coates en Lisboa le desgració para casi media temporada, rompiéndole el tobillo.

Y así tantos y tantos partidos en los que el galés dejó muestras de su enorme talento, capacidad y valía, así como de su enorme cariño por este club, al que ha estado ligado sentimentalmente desde bien pequeño.

Insisto. Yo sólo sé que le desearé lo mejor, tanto si sigue como si no, pero espero y desde aquí ruego encarecidamente que, si finalmente el Real Madrid lo vende (y como imagino, lo haga con una gran oferta, acorde al gran jugador que sin duda es), estos mismos que se han pasado seis años dándole cera, y sobre todo, esos madridistas veletas e insatisfechos, no tengan al menos el cuajo de machacarnos cada fin de semana con las jugadas de Bale en el extranjero. Ni a decirnos, como en otras ocasiones, que venderle fue un error “mayúsculo”.

Pero eso, me temo, es otra historia porque el madridista medio, especialmente ese que va al Bernabéu con el As bajo el brazo, piensa que Segurola es “Maestro de Periodistas” y que Lama es madridista como él, siempre pensará que el bueno es el que se fue o, como mucho, el que está por llegar, pero nunca el que está…

Foto de portada: El Español

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