Crónica Real | Sangre en Valdebebas 2 (2-3)
Tras la sesión de terror gore del pasado fin de semana contra el Cádiz, los madridistas deseábamos una comedia romántica como el comer, salvo algunos, claro. Una cosita ligera, alegre y sin complicaciones que nos diera felicidad tras el mal sabor de boca de la ensangrentada derrota liguera.
Por fortuna, nuestra dosis de enfermos adictos madridistas llega cada pocos días, y encima en entorno europeo. Así, con este estado de ánimo siempre convulso, nos sentábamos en nuestros sillones a estas horas intempestivas (las 18:55 no son horas) a ver un partido de Champions. Con la esperanza henchida o el cuchillo entre los dientes…
Zidane, que casi se condenó con la alineación que propuso en la primera parte contra el Cádiz, quizá infravalorando al rival o sobrevalorando a ese equipo B que puso en liza, ha querido seguir sorprendiendo y decidió meter siete cambios respecto al anterior encuentro. Algunos de ellos fueron rarotes, como lo de Mendy en banda derecha, pero otros parecían sabrosos, sobre todo porque, particularmente, tenía ganas de verlos. Jovic en solitario en punta, sin Benzema, y con dos extremos para suministrarle balones. En teoría, su hábitat más favorable.
Ya sobre aviso, además pobló el mediocampo con Casemiro y Valverde, que volvían a acompañar a un Modric al que se va a dar de sí sin necesidad y que debía poner el punto creativo.
Por supuesto, Militao sustituía a Ramos, aún convaleciente, si bien su dupla junto a Varane no trae buenos recuerdos en Champions…
Una alineación interesante, menos para los que miran con escepticismo todo cuanto hace Zidane, porque piensan que está genéticamente incapacitado para hacer algo correcto por sí mismo, sin apoyo tuitero.
Y lo que nos encontramos fue gore al cubo multiplicado por mil. Ni siquiera fue mejor que el Cádiz este Shakhtar Donetsk. No le hizo falta. Sólo tuvo que meter las que tuvo. Tres de cuatro. Apenas salió de su campo, pero supo sostener el balón y fatigar el poco físico que tenemos para ser eficaz en sus llegadas.
Nuestra entrada en el campo fue ligeramente distinta, con más presión, una presión que durante la primera parte no fue tampoco gran cosa, a veces incluso desconcertante por mal hecha, donde uno se descolgaba para apretar mientras el resto miraba dejando salida fácil… y aún así servía para contenerlos en su campo la mayor parte del tiempo, dando la sensación de que de apretar de verdad la cosa sería fácil…
El caso es que nuestra circulación, al contrario que otros partidos al inicio, fue insoportablemente lenta, con un solo acercamiento significativo en una dinámica combinación que remató Asensio. El resto del tiempo fue una interminable medialuna soporífera que echaba de menos la presencia de un Benzema que es el único que posibilita pases verticales, perpendiculares y entrelíneas. Y de Vinicius, el único que ataca espacios y se lanza a su defensor. Con todo, en algunos momentos, ese ritmo cansino dio para encerrarlos en su área, aunque sin agobios, siempre teniendo en cuenta que ellos cedían ya medio campo esperando atrás.
Con el Shakhtar pasándose el balón en su área, lograron incluso tener más posesión que nosotros, aprovechando las dos o tres veces que pudieron salir para generar ocasiones clarísimas, la primera con el delantero recorriendo 40 metros para pensar cómo definir ante Courtois. Fue la única que marraron los ucranianos.
Ves el ritmo de los rivales atacando tras robo y el nuestro, renunciando a las contras, como si fuera un camino largo y tortuoso que cansa sólo con verlo, y te das cuenta del momento en el que estamos…
El tercer gol fue el paradigma de la impotencia. Un equipo que no llega a nada, a ninguna presión, a ningún corte, a cerrar pases, demostrando un estado físico lamentable en el que Militao, con una actitud bochornosa, superado por el defensa, parándose y bajando al trote, dejó vía libre a la portería.
Jovic, que tuvo un remate de cabeza, hizo lo de siempre. Pasearse esperando algún centro. En el siglo XXI, ser delantero de esperar el centrito ya no vale, hace mucho que no. Si sólo va a aportar esto…
Tras la sangría repleta de vísceras de la primera mitad, Zidane apostó por su jugador fetiche, Benzema (por Rodrygo), y lo cierto es que el equipo cambió bastante, sobre todo de actitud. Más fluidez, más llegadas y sensación de agobio e intensidad. Así hubo tiros de Asensio y el tremendo golazo de Modric con un disparo inapelable desde fuera del área. También probaron suerte Militao y Casemiro.
Lo cierto es que el Shakhtar no se amilanó y pudo decidir el partido en tres ocasiones donde nos perdonaron, una vez tocamos a arrebato, volcados en su portería. No quedaba otra.
Acto seguido salió Vinicius, y en su primera intervención pareció dejarle las cosas claras a Jovic, el sustituido. Presión, robo y definición dentro del área con muchos minutos por delante para intentar la machada.
Parece que a Jovic, a su estilo de juego y falta de actitud, se le suma otra cosa que no es baladí, aunque sea intangible. Cuando se entra mal en un club la cosa pocas veces mejora. A este chico le acompaña el gafe, le anulan la mayoría de goles que consigue marcar y hoy se va del campo y marca su sustituto en el primer balón en el que interviene.
Lo cierto es que se intentó. Salió Kroos por un cansadísimo Modric (no entiendo esta insistencia en no darle descanso tras jugar con su selección), pero aunque se atosigó y parecía que podía llegar el empate, el resultado no se movió. En realidad estuvo a punto en un córner que puso en juego el propio Kroos hacia un Valverde que golpeó raso. La posición de Vinicius delante del portero se consideró que estorbaba.
Es justo decir que Militao se redimió con una buena actitud en la segunda mitad.
Total, que se tiró de heroica, quitamos el DVD del gore para poner una de David Lean o John Ford, pero no dio para cambiar el resultado.
Lo único a lo que podemos agarrarnos es a la esperanza de que estas derrotas e imagen sirvan para cambiar el chip, como esperamos pueda hacerse…
Texto: @MrSambo92
Foto: Denis Doyle/Getty Images