#BlancoYEnBotella | Luka Modric, el héroe sin capa

28 septiembre 2018 - 09:31
#BlancoYEnBotella | Luka Modric, el héroe sin capa

Desde que Luka Modric aterrizó en Madrid un lejano mes de agosto de 2012, he de reconocer que conquistó mi corazón, deportiva y personalmente, de modo que todo lo que pueda decir en este artículo sobre la figura del menudo jugador croata va a estar inspirado por esa especie de amor fraternal que este menudo y modesto futbolista croata despertó en mí.

Como buen Libra que se precie, tengo un sentido de la justicia muy acusado que, por regla general, hace que me suela convertir en defensor acérrimo de causas perdidas o, como decía mi madre, soy un triste “abogado de pleitos pobres”. Y Modric lo fue casi desde que pisó suelo español.

Situemos la llegada de Modric al Real Madrid en su contexto histórico, que no es moco de pavo y eso quizás ayudará a entender de qué estamos hablando.

Modric, el que era peor que De las Cuevas y llegó para tapar vergüenzas

El croata llegó al club blanco en pleno auge del Nacionalbarcelonismo, como una petición expresa de Jose Mourinho, el demonio favorito de la prensa, carnaza de todos los periodistas de este país que, para más “inri”, venía de triturar al equipo del Régimen tras la maravillosa e inolvidable Liga de los Récords y poner en fuga a Pep Guardiola, el “becerro de oro” al que servía toda esta gentuza.

En aquella época, además, estaba especialmente acentuado el odio a Florentino Pérez, cuyos fichajes, muchos de ellos “galácticos”, eran sistemáticamente puestos en solfa porque suponían una mejora constante del equipo y, en consecuencia, una amenaza creciente para la hegemonía del Nacionalbarcelonismo, que en 2009 parecía eterna y en 2011 empezó a caer con la consecución de aquella inolvidable Copa del Rey en Mestalla.

Pues bien, Modric entró en esa categoría de “galáctico a exterminar”. En primer lugar, porque como dije antes, el croata era una petición expresa de su entrenador, José Mourinho, lo que de inmediato le puso en la diana de los medios, que buscaban desesperadamente su batacazo profesional, especialmente tras el éxito apenas una temporada antes, algo que esta gente, en plena cruzada personal contra el portugués, no podía soportar.

En segundo lugar, por su coste. Objetivamente, Modric se convirtió en un fichaje caro y complicado, debido entre otras cosas a la cerrazón del Tottenham y su presidente, el ínclito David Levy, a negociar con el club blanco

Recordemos que el exjugador del Tottenham costó en torno a 35 millones, por más que nos dijesen que habían sido 40 e incluso 42, pues ya sabemos que al Real Madrid le imputan hasta el coste de la tinta de los bolígrafos en sus fichajes…

De por sí, históricamente cualquier fichaje realizado por el Real Madrid siempre ha sido inapropiado. El caro, porque es un capricho de Florentino, un “cromo” innecesario y desestabilizador. El barato, porque es un fichaje de medio pelo impropio de un club como el blanco. El extranjero porque cierra el paso a los españoles, el español porque todos sabemos que no va a jugar, y así hasta una incontable sucesión de combinaciones posibles, eso sí, todas desfavorables para el Real Madrid.

Pues bien, Modric cumplía todos los requisitos para ser denostado, como lo fue, por la prensa española (y desgraciadamente, por algunos aficionados que compraron ese discurso infecto). De todos es conocida la sarta de comparaciones, a cuál más denigrante, que Prensa Nostra hizo sobre el croata.

Desde decir que no le cambiaban por De las Cuevas ni de coña a afirmar con total rotundidad que era un fichaje insustancial, innecesario, infinitamente peor que Cazorla, Borja Valero e incluso Beñat, a decir que no tenía personalidad ni calidad para estar en el Real Madrid, pasando por esa lapidaria frase de José Joaquín Brotons, en la que aseguró que ”Song va a ser más importante para el Barça que Modric para el Real Madrid”, antes de dormirse en antena en la COPE…

 

Por no hablar de ese infame artículo de Oscar Zarate en Sport que le llamaba “Peluka” Modric, considerándole un fichaje de medio pelo o esa mítica portada del Sport, que pasará a la historia del periodismo deportivo español, que decía que Modric eran “42 millones para tapar vergüenzas”.

De menos a más en el Real Madrid

Es cierto que su primera temporada no fue lo brillante que se esperaba de él. Entre otras cosas porque Modric no hizo pretemporada. Apartado del Tottenham durante todo el verano por su intención de fichar por el Real Madrid, apenas sí pudo entrenarse y cuando pudo incorporarse al club blanco, lo hizo prácticamente a finales de agosto, con la temporada comenzada y sin apenas kilómetros en sus piernas.

Pero es que, por si eso fuese poco, el equipo, que empezó fenomenal, ganándole al Barça la Supercopa de España, cayó en una indolencia espantosa y se mostró en ocasiones como una auténtica banda, debido sobre todo al enfrentamiento abierto entre parte de la plantilla, especialmente Casillas y sus mariachis de la prensa, Sergio Ramos –que también tenía los suyos- y Cristiano Ronaldo.

Aun así, Modric acabó aquel año rindiendo a un buen nivel, incluso superior al de otras estrellas del equipo como Özil, Higuaín o el mismísimo Cristiano Ronaldo, al que se le “atragantó” el final de la temporada.

Sin embargo, a raíz de la temporada 2013/2014 y ya asentado en la plantilla, pronto se vio que era alguien especial. De la mano de Ancelotti su papel protagonista fue creciendo exponencialmente y se convirtió en el Conducator, la mano capaz de guiar al Real Madrid a su máxima conquista, la ansiada Décima.

Hay que exceptuar el paréntesis de la temporada 2014/2015 y no precisamente por su culpa. Recordemos que, bajo su batuta y acompañado de James Rodríguez en el centro del campo, Modric fue el faro del equipo en aquella racha triunfal de más de 20 partidos ganados consecutivamente, hasta que una inoportuna lesión con su selección le dejó más de cuatro meses en el dique seco. Eso arrastró al Real Madrid a una deriva que acabó con una temporada casi en blanco y el despido de Ancelotti al final de la misma.

A partir de ahí, con Benítez primero y después con Zidane, Modric se convirtió en el Herbert Von Karajan del mejor Real Madrid de la historia reciente del club, del Real Madrid de las tres Champions consecutivas y de los ocho títulos consecutivos.

El injusto trato de Modric en los premios individuales

Confieso que, a medida que el Real Madrid ganaba trofeo tras trofeo (eso sí, no ganó la importantísima y decisiva Copa del Rey), los premios individuales iban cayendo uno tras otro (y merecidamente, dicho sea de paso) sobre las espaldas de Cristiano Ronaldo, siempre me dejó un cierto sabor agridulce.

Reconozco que siempre me dolió profundamente ver cómo Modric, uno de los principales artífices de esos triunfos y, por qué no decirlo, de que Cristiano Ronaldo ganase los suyos, se iba haciendo mayor y no encontraba el reconocimiento individual que merecía.

Un tipo que, además, y quitando el esperpento de su frustrado y rocambolesco fichaje por el Inter de Milán de este verano, jamás dio una voz más alta que otra y siempre se mantuvo al margen de polémicas salariales.

Siempre se mostró como un jugador modesto y profesional, a pesar de no ser de los que más cobraban en la escala madridista y sabedor de que merecía, sin duda, un mejor trato en ese sentido, por encima incluso de otros que, con peor desempeño y una mayor irregularidad, cobraban bastante más que él.

Así pues, me dolía ver cómo año tras año, el croata se quedaba fuera de las listas de candidatos al Balón de Oro, al The Best o a los premios de la UEFA y me preguntaba cómo un jugador de su calidad podría acabar su carrera, a la que tristemente se acerca, aunque sea por mera cuestión fisiológica, sin ver coronado su palmarés con el merecido reconocimiento internacional.

Por eso, cuando este año, después de guiar con mano firme a Croacia a la final del Mundial de Rusia y por primera vez era reconocido como Balón de Oro del campeonato, sonreí feliz porque, por fin, alguien le daba a Modric el lustre que merecía.

Una felicidad que, desde luego, me ha continuado invadiendo a medida que los otros grandes premios individuales que profesionales del fútbol, periodistas y aficionados (Mejor Jugador de la UEFA y el reciente The Best), han ido concediéndole en la que, sin ser la mejor temporada de su vida, sí se puede decir que fue la más decisiva y, aunque tarde, han hecho justicia con él.

Por eso, la sonrisa de Modric en cada estrado a la hora de recibir cada más que merecido galardón ha sido mi sonrisa, en cuanto a que el fútbol, ése que dicen que sólo tiene deudas con los jugadores o los equipos que juegan contra el Real Madrid, se ha cobrado por fin la verdadera deuda histórica que había contraído con alguien como el croata.

Ahora, pase lo que pase con él de cara a esta temporada y siga o no en el Real Madrid la próxima temporada, se puede decir que la carrera futbolística de Modric está completa y deberá ocupar en su momento el hueco que merece en la historia del Real Madrid como uno de sus mejores jugadores.

No sólo por su currículum colectivo, con cuatro Champions, tres Mundiales de Clubes, tres Supercopas de Europa, una Liga, dos Supercopas de España y una Copa del Rey, sino por fin, a nivel individual, con la obtención y de forma casi unánime del Balón de Oro del Mundial, el Premio al Mejor Jugador de la UEFA, el The Best y su inclusión en los onces ideales de la UEFA y FIFPro.

Y es que alguien, tan modesto pero a la vez tan maravillosamente brillante como es Modric, no merecía menos, aunque este reconocimiento le haya llegado tan tarde. Pero como dice el refrán, “nunca es tarde si la dicha es buena”…

Texto: Diego J. Montero

Foto: Sceneups

Colaborador de #MadridistaReal

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