Visitas a Rosell vs Delitos del madridismo
Rosell debe ser alguien simpático. No lo dudo. Un caso paradigmático que evidencia la transmutación de valores que se da en la sociedad en la que vivimos. Alguien que puede vulnerar la Ley sin que eso le ocasione desgaste, es más, hasta conseguir que determinados responsables públicos le siguieran visitando en su domicilio después de sus hazañas. No había reprobación alguna. Se seguían sintiendo orgullosos de él. No es una intuición. Es un hecho verídico. Desde que saltó el escándalo sobre el fichaje de Neymar y Rosell tuvo que dimitir, su residencia se convirtió en un lugar de paso frecuente para determinadas personalidades de nuestro deporte. Inaudito. En vez de condenar sus hechos, se le seguía concediendo naturaleza de héroe o, por lo menos, de buen ciudadano. Cuenta algún chófer que recibía la consigna de aproximarse con cautela a la casa. Era imprescindible que nadie descubriera estas visitas clandestinas.
Los propios seguidores del Barcelona no tuvieron en cuenta la gravedad del asunto. Rosell había provocado que el club se «judicializara». Lejos de tomar medidas para que se limpiara la imagen, decidieron reelegir a los acompañantes de Rosell en su Junta Directiva. Se les premiaba. Daban igual los problemas con Hacienda. Seguro que eran invenciones de la prensa de Madrid. La tesis de la «ingeniería financiera» les debía parecer sostenible.
Hoy la noticia ya va más lejos. Parece que no solo cayó en meros descuidos o interpretaciones legislativas. Hoy agentes públicos han visitado su domicilio de forma menos festiva. Se le acusa de un delito muy grave. En cambio, en la prensa no se trata con la solemnidad que requiere. No se están examinando los logros del Barcelona bajo el mandato de este Presidente en entredicho.
Si Rosell hubiera sido Presidente del Madrid, habría caído menos simpático. Las autoridades deportivas no le habrían tendido la mano al caer en desgracia. Su casa no sería visitada. Y en el día de hoy las noticias alcanzarían el grado de fallo firme e irrefutable. Con toda la probabilidad se propondría revisar el palmarés reciente.
Lo anterior contrasta con la escasa anuencia que ha recibido el Madrid durante la temporada por parte de la opinión pública. Los delitos que ha cometido -según porfía de los opinadores- han sido: faltar el respeto a Isco, ofender a Morata, vituperar a los jugadores españoles en general, favorecer a la BBC cuando no vale ninguno para nada, conceder injustamente la titularidad a Keylor Navas, poner al Equipo A en vez de al B, el bueno, ganar a equipos de baja entidad -«no juegan contra nadie» , desplegar los aficionados Tifos de mal gusto, tomar decisiones en el Palco sobre Cataluña…
De todo lo anterior se le ha acusado al Real Madrid. Esos juicios de valor -en perspectiva todos ellos desacertados- se han elevado como si fueran aspectos de principal relevancia para nuestro país.
Ya estamos acostumbrados. Existen muchos intereses en que el Madrid caiga antipático. No tenemos el atractivo de Rosell pero, en vista de los resultados y de las pesquisas, lo preferimos.