Un plantillón surgido por arte de magia, sin rumbo ni modelo, por @antoniovv
Para carecer (dicen) de una dirección deportiva, de un modelo o de un estilo, la confección de la actual plantilla merengue no está nada mal. Y lo que está por venir apuntala el brillante trabajo realizado. El Real Madrid ha cambiado su modelo para mantener su pujanza competitiva a nivel nacional y continental, reuniendo un magnífico ramillete de futbolistas con presente y futuro.
Recordemos que hasta hace unos años el club se volcaba en la contratación de jugadores contrastados; Balones de Oro. Ahora, en cambio, se apuesta por potenciales ganadores de este premio. Y ni siquiera ese aspecto obsesiona; lo que se busca es el mejor para el equipo en cada posición. El panorama futbolístico mundial ha cambiado, y el Real Madrid ha sabido adaptarse antes que nadie a la nueva realidad.
Hasta hace poco, sólo había otros tres o cuatro clubes capaces de competir por contratar a los mejores futbolistas del mundo con los blancos. Pero la entrada de capital extranjero (árabe, ruso, chino, estadounidense…) en diferentes entidades continentales, además de la lluvia de millones que los derechos televisivos derraman sobre los equipos ingleses, ha multiplicado los posibles destinos de los grandes jugadores. Ante este panorama, el Madrid podía optar por hipotecarse en un mercado inflacionista (por ejemplo, pagando lo que le pidieron por Pogba), o diseñar un plan para detectar el talento unos años antes. Es obvio que, desde la llegada de José Mourinho al club, se ha optado por la segunda vía.
El técnico luso mostró el camino con Özil, con Di María, con Casemiro… Es decir, con grandes jugadores jóvenes a precios razonables y con mucho margen de mejora. Y la dirección de fútbol, esa sección inexistente según buena parte de los medios, empezó a trabajar pensando en el medio plazo. Se creó primero un armazón estable e intocable al que habría que ir uniendo piezas jóvenes, para que la transición generacional fuera lo más natural y menos traumática posible. Además, se establecieron prioridades a la hora de contratar nuevos futbolistas.
Los requisitos imprescindibles son potencial estelar, posible adaptación al estilo ofensivo que impera e imperará siempre en el Madrid y una firme voluntad de sumarse al proyecto. Futbolistas como Asensio, Morata, o más recientemente Theo Hernández y Vinicius Junior soportaron importantes presiones para que no firmaran por los merengues. Y también han tenido sobre su mesa proposiciones de otros equipos. Pero no han cedido y el club ha recompensado su firmeza. Es por eso que siguen en la lista de deseados David De Gea, o Killian Mbappe. Quieren vestir de blanco, y el Madrid hará lo posible para que ocurra. Jugar en el Bernabéu les ofrece la posibilidad de ganar los principales títulos, de expandir su fama y fortuna ligándola a una marca de repercusión mundial, de compartir vestuario con algunos de los mejores futbolistas que existen y, en los últimos tiempos, de disputar muchos minutos en un equipo donde todos cuentan.
También se tiene en cuenta un componente tan importante como el de la personalidad. No todos pueden asumir el peso de la casaca blanca. Se buscan jugadores conscientes de la competencia interna, dispuestos a aprender y a esperar su oportunidad. Que aporten al grupo y no lo rompan por sus ambiciones individuales. Se buscan personas con un entorno estable, profesionales centrados en el fútbol.
Por supuesto, en el plan también se cuenta con la cantera. Se impone el ‘modelo Carvajal’, que también se puede aplicar a Asensio o Lucas Vázquez. El talento se foguea en otro destino, y si demuestra las condiciones necesarias, regresa. Así, este año se ‘repatriará’ a Marcos Llorente, ‘doctorado’ en el Alavés, y quizás también a Jesús Vallejo, tras su brillante temporada (lesiones aparte) en el Eintracht de Frankfurt. La próxima campaña, jugadores como Achraf o Febas probablemente salgan del Castilla hacia clubes donde se carguen de minutos y experiencia. Mientras, Borja Mayoral y Martin Ødegaard seguirán buscando fuera consolidarse definitivamente entre los profesionales.
La ‘fabrica’ no funciona a nivel industrial, en busca de una cantidad gigantesca de jugadores. Con que cada año saliera un futbolista válido para el primer equipo, el éxito se podría considerar mayúsculo. Además, muchos de los que no lleguen a superar el elevadísimo listón del Real Madrid, se convertirán en activos con buen valor de mercado. Con sus ventas, la rentabilidad de las categorías inferiores está más que asegurada.
Que el Castilla esté en Segunda B supone un problema relativo, ya que esta categoría no ofrece un estímulo competitivo a muchos de los talentos del equipo. Al mismo tiempo, es complicado pensar que un filial, cuyo principal cometido es formar a futbolistas durante periodos cortos, pueda mantenerse estable en una categoría tan fuerte como es la Segunda División.
Atención también a lo que llega empujando desde abajo. El año que viene, muchos integrantes del Juvenil campeón de España desembarcarán en el segundo equipo. Y probablemente también ‘ascienda’ Guti, su mentor y uno de los técnicos más prometedores de la casa. Quizás él pueda sacarle todo el jugo al paraguayo Sergio Díaz, una perla que no ha estado al nivel esperado en su primer ejercicio como ‘castillista’.
Recapitulemos los pilares del plan; planificación, fichajes con potencial, canteranos que salen a madurar… A la fórmula le falta un elemento absolutamente esencial; el del entrenador.
En sus tiempos como asesor presidencial, cuando Zidane empezó a sopesar la posibilidad de enfocar su carrera profesional a los banquillos, el galo ya insistía en la obligación de contar con todos los jugadores de la plantilla. Su razonamiento era y es muy lógico; si han logrado llegar a este equipo, pueden jugar cualquier partido, sin importar la exigencia del mismo.
La teoría es bastante sencilla, e incluso razonable. Pero a la hora de la verdad, la inmensa mayoría de los entrenadores confía en un núcleo duro. Y de afrontar rotaciones, las hace manteniendo a varias de sus piezas de confianza, en competiciones o encuentros que se consideran menos exigentes a nivel competitivo, o por el imperativo inherente a lesiones y sanciones. Si tienes a Cristiano, a Benzemá, a Modric, a Kroos, a Ramos, a Marcelo o a Bale y les ves bien, en forma en cada entrenamiento, la tentación de alinearlos siempre es muy grande. Son garantías, futbolistas incontestables.
Pero la cabeza de Zidane contempla un modelo diferente. En él, las estrellas necesitan dosificarse para aparecer en los momentos de más exigencia competitiva. Además, la racionalización de esfuerzos debería acarrear como consecuencia el alargamiento de la vida útil de estas estrellas. Al tiempo, los otros jugadores se mantienen en tensión, sabiendo que van a tener oportunidades en partidos muy importantes. Los jóvenes adquieren minutos de vuelo jugando y soportando la máxima exigencia, a la vez que aprenden en cada entrenamiento, mirándose en espejos inmejorables. El recambio de los perfiles más estelares y veteranos es así más sencillo, más natural.
Un ejemplo perfecto es la gestión con Asensio. El joven balear ha pasado muchos partidos en la grada, ha entrenado a conciencia y ha acabado siendo determinante en partidos de la máxima exigencia. Lo fácil sería recordar que en la mayor parte de sus apariciones ha brillado. Pero se pasaría por alto lo que le costó al media punta jugar a su nivel en sus primeros partidos en el Bernabéu (no así fuera de casa). La presión, la confianza, la adaptación… Son muchos factores a manejar para un chico que apenas ha dejado de ser un adolescente. ZZ le ha protegido del exceso de presión o de posibles pitadas difíciles de asumir para alguien de su edad, en el caso de encadenar un par de malos encuentros. El talento está ahí, y ayuda mucho, pero esto no es tan simple como poner a alguien a jugar. Todo tiene un proceso, y Zidane maneja cada perfil pensando en lo mejor para el equipo y para el jugador, y valorando el corto y el medio plazo al mismo tiempo.
La explotación de los activos de esta plantilla ha sido prácticamente impecable. A aquellos que consideran a Zidane un alineador, con la fortuna como principal virtud, es mejor no darles demasiada importancia. La ignorancia es muy atrevida, ya se sabe.
La planificación deportiva es casi impecable, pero no infalible. Entre los jugadores que han llegado y los próximos que vendrán, hubo y habrá quien esté por debajo de lo deseado. Ocurrió con Illarramendi, por ejemplo, un futbolista desubicado y desbordado por la presión, que ha vuelto a demostrar en su ‘casa’ sus cualidades y, que probablemente acabe siendo fijo en el exigente centro del campo de la selección española. Habrá errores, pero la inversión será menor, y crece la posibilidad de recuperarla, o incluso lograr beneficios, consolidando la salud financiera de la entidad.
El Madrid no tiene todavía una bola de cristal para adivinar cómo le saldrá cada fichaje, pero sí ha limitado mucho los riesgos de fracasar, haciendo un trabajo previo magnífico y que ya está dando sus frutos. Ocurra lo que ocurra esta temporada, el nivel de la plantilla la sitúa en un lugar envidiable a escala mundial. Lugar que, muy probablemente, mantenga el año que viene, y el siguiente, y el siguiente… Sólo tiene que perseverar con firmeza en el plan que, según una inmensa mayoría de las grandes firmas y voces del periodismo deportivo patrio, no existe.