#TripToKiev | Día 4, el día D.
Por fin el día del partido. El día de la Final. El día más grande del año. Todos los Madridistas ya en Kiev disfrutando del ambiente y preparados para vivir con su equipo. ¿Todos? ¿Seguro? Nooo. Al menos un par de esforzados muchachotes prosiguen su camino hasta la ciudad que en lugar de ser la capital de Ucrania, bien podría ser el fin del mundo. ¡Qué lejos está esto, dios mío!
Ayer os dejaba sin batería sobre las 20:00 esperando contaros hoy lo poquito que quedara de día; pues nada más lejos de la realidad. Al llegar a la frontera de Hungría con Ucrania estuvimos retenidos por una apuesta agente de aduanas magiar a la que debió parecer sospechoso que pudiera haber dos personas que se apellidaran igual dentro de un mismo coche y revisó minuciosamente la documentación y el vehículo, dejándonos nada menos que ¡dos horas! Y aún faltaba la parte ucraniana. ¿De verdad Hungría es UE?
Afortunadamente en Ucrania fue distinto y pese a ser relativamente ágil el trámite, sólo la fila de coches que intentan cruzar la frontera antes que estos dos «colgados» hace que pasemos una hora en el puesto fronterizo.
Tiempo para charlar de fútbol con un agente de aduanas ucraniano, pro Liverpool, que me da a mí que disfrutaría con una derrota del Madrid. Pues va a ser que no.
Pasamos al fin las fronteras y logramos parar a comer algo. Ya no me acuerdo del croissant de Barajas. Un par de perritos que nos saben a gloria bendita tras cambiar la moneda local y descubrir con alborozo cuán barato es este país. Una buena noticia.
Diálogo ameno en el coche para rehacer plan de viaje tras la inesperada parada y decidir dónde pernoctar. Lviv (Luvov ó Leópolis) parece buen sitio. Tiene un pequeño inconveniente, sin importancia. Se halla sólo a ¡Casi 300 Kms! Hay que pasar los Cárpatos, y entre carretera unicarril y camiones, aparecen en plena noche autoestopistas sin portar ropa reflectante y una compañera de viaje más que no quería perder de vista la aventura: la niebla. Nos acercamos a las tres de la mañana y encontramos vía Booking un hotelito muy apañado en Lviv donde tras despertar a la joven recepcionista de su profundo sueño reponemos fuerzas durmiendo cuatro horitas.
Retomamos camino tras desayunar y otra noticia buena: resulta que el hotel no nos cobra porque nos confunde con unos señores que hicieron una reserva prepagable y no se presentaron. Pese a mis esfuerzos por pagar, la muchacha decide no complicarse y da por pagada la estancia. ¡Olé después de despertarte en plena noche!
Ya sólo quedan 530 kms. Tal y como son las «autovías» en Ucrania, con semáforos, vacas y caballos en los arcenes y todo tipo de obstáculos más propios de videojuegos de arcade, con suerte llegaremos a las 16:30.
Texto: @pepo2204
Foto: uefa.es