Todo Nervio Y Corazón | Orgullo blanco en vena
Miércoles, 9 de marzo de 2022
Vuelve la Copa de Europa al Santiago Bernabéu con 60.000 personas ávidas de remontada, de callar bocas y demostrar lo qué es una verdadera afición. Una que no calla, apenas respira y solo alienta llevando al equipo en volandas hacia la remontada que nos permita pasar de ronda.
Lejos quedaba el curioso sorteo que “eliminaba” el que hubiera sido un enfrentamiento con el Benfica para convertirse con la bestia francesa creada a base de petrodólares; Messi, actual Balón de Oro; Neymar, jugador que no hizo a bien fichar Florentino y gracias a Dios, Di María ya en épocas bajas pero siempre con una bala en la recámara y… Mbappé, próximo y esperado por gran parte de la afición blanca, como jugador blanco.
21.00h. El Santiago Bernabéu ruge tras una tarde de apoyo multitudinario en las calles aledañas al estadio. Muchos aficionados que no podían entrar en el campo, y aún así no duraron en ir a recibir al equipo a su llegada y animar a voz en grito al verles en los asientos del autobús que se encontraban ante una noche de las épicas que tanto recuerda el postureo. Muchos lo definieron así cuando en realidad solo hablaba la envidia al ver algo, que muchos quizá, no podrán vivir nunca.
El himno sonaba con todos sentados frente al televisor de casa, del bar o los más afortunados en sus localidades. Otros tuvimos que verlo solos, aunque siempre arropados por una afición que gritaba y apoyaba lo que nosotros no podíamos hacer en el estadio.
Tras un arreón que nos hizo soñar con una sonrisa, el PSG se mantuvo en sus trece, esperando sabiendo que el resultado estaba de su lado. Un gran Mbappé como deseamos ver con nuestra camiseta, desbordaba, corría y marcaba goles. Dos que fueron bien anulados por fuera de juego, pero aún dejaba una estela próxima a la gloria que sentíamos que se nos podía escapar a nosotros de entre los dedos.
En el descanso, yo por lo menos, no preferí pensar mucho en lo que podría pasar y sí en lo que quería que pasara: una remontada aún más difícil de lo esperado y vendido por la prensa y antimadridistas —si no es lo mismo—. De esas que nos contaban nuestros mayores y deseábamos vivir in situ. Ya habíamos vivido otras, pero esta sería especial: con una pandemia dando sus últimos coletazos pero aún presente, en un estadio en obras que será aún más referente en todo el mundo, con bajas y más años en los jugadores vitales que en estos años atrás.
Modric se desfogaba en tareas defensivas, Kroos parecía desbordado, a Karim le faltaba su punch hasta que apareció su presión al portero, conocida ya de otros partidos europeos tan importantes, y consiguió poner nervioso a Donnarumma. Así consigue asociarse con Vini, y este puede ver como Karim se ha colocado en el mejor espacio para marcar. Los gritos y la euforia pueden paladearse, son las descripción gráfica de la esperanza y las ocasiones para hacer cada vez más pequeño al equipo francés y acercan más al diabólico Real Madrid a una más que posible remontada.
Conseguimos coger aire, respirar y calmar las palpitaciones del corazón que golpea nuestro pecho buscando una salida pero que se frena en seco, sin respirar y solo observando la magnífica conducción de Modric, más liberado con la entrada de Camavinga en el campo, y filtra una asistencia maravillosa a Benzema, que estando de nuevo donde mejor sabe estar y consigue igualar la eliminatoria ante el delirio de aficionados en contra de la amargura de los que tanto esperaban vernos caer.
El desenlace deseado estaba más próximo y era más posible viendo lo que se veía en el terreno de juego.
Se podía ver como las piernas del equipo francés, su juego, actitud y ojos de miedo no aguantarían una prórroga.
Pero nuestro equipo era el que no contemplaba una prórroga. Sabía que el desenlace a nuestro favor estaba cerca si aprovechábamos las innumerables oportunidades que se iban sucediendo, y como siempre ocurre cuando nuestra grandeza y pundonor se alían… Tanto es así, que no necesitaron nuestros jugadores más de 10 segundos para trenzar una ocasión digna de ser trazada en un cuadro del Museo del Prado o del Louvre, ya que nos ponemos…
3-1. Clasificados en ese momento.
22.45h. Todo pareció terminar, pero del estadio no se movía nadie. Las lágrimas, euforia, abrazos aún a desconocidos, wasaps… Todo formaba parte ya de una gran remontada, no solo por el resultado sino por la manera de lograrlo.
No puedo terminar sin mencionar al gran Winston Churchill, que recordó nada más acabar el partido, el gran Jesús Alcaide:
“Nunca podremos tener el mediterráneo […] y ese endiablado Real Madrid”
Texto: @angiemg82
Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images