Todo Nervio Y Corazón | ¡Oh, capitán, mi capitán!
Clive Brunskill / Getty Images
Antes de relatar lo vivido estos último días, recordaré que nuestro equipo está ayudando a Karim Benzema en la recuperación de su lesión, otra de las razones que constatan nuestra grandeza, y dicho esto… viene lo bueno
En la competición doméstica nos proclamamos campeones no tras nuestra victoria ante el Cádiz, en nuestra casa, con la vuelta de un gran Tibú en la portería y un Militao titular para ir cogiendo ritmo de partido de cara a lo que nos esperar de aquí al termino de la temporada, si no tras la derrota del eterno rival dos horas después. ¿Por qué no fueron a la misma hora? Cosas de Tebas…. El resultado, una victoria poco sufrida con goles de Brahim, Jude y Joselu, con un Lunin riéndose con Valverde para todos aquellos que niegan el que esté a gusto en el club. Qué raro que la prensa con su discordia habitual bañada de bilis, no sepa cómo gestionar lo que el Madrid hace una y otra vez. El miércoles 8 de mayo llegaba el Bayern München y una infiltración a Jude en la concentración del equipo, parecía hacer saltar las alarmas para estar más aún de los nervios de lo que ya lo estábamos. Aún así la emoción se filtraba por todos nuestros poros ante lo que teníamos por delante y los madridistas llenaron todos los aledaños haciendo cortar la circulación mucho antes de lo previsto; como dice R.E.M en una de sus canciones, That was just a dream, just a dream ¡y vaya si era un sueño! Un equipo rival mítico en Champions se enfrentaba contra nosotros de cara a otra nueva final. Un sueño, que para mí al menos, comenzaba desde la mañana en cuanto abrí los ojos. Estos son los partidos de los mayores, donde otros se quedan atrás y no pueden explicar lo que es el Real Madrid.
Nada más empezar el partido, Kroos corta un balón directo a un rival que nos salvaba de una buena oportunidad en contra. En el equipo se veía, y en especial sentía, la electricidad que iluminaba el terreno de juego ante la primera llegada maravillosa y rápida de Vini, que terminó en el palo. ¿Podía empezar mejor la eliminatoria? Solo podría haberlo hecho con un gol, ya que los primeros veinticinco minutos fueron nuestros ante el estupor de Tuchel. A partir de ahí el partido ante nuestros ojos era el típico y perfecto encuentro de Champions.
De los de antes.
De los que nos contaban nuestros abuelos o hemos visto en vhs.
Cuando el cronómetro empezó de nuevo tras el descanso, más que merecido para nuestros jugadores, el aluvión blanco era más que evidente.
El sentimiento que eso nos provocaba solo es entendible para madridistas.
Ese aumento del ritmo cardiaco, las miles de preguntas que nuestras neuronas mandaban al cerebro en su deseo de que nuestro despliegue se viera reflejado en el marcador. Neuer parecía tener brazos ilimitados y piernas que paraban todas las ocasiones que le llegaban casi sin respiro, pero Davies con un gran disparo hundía el balón en nuestras mallas. Los segundos en apnea que le siguieron, las neuronas más nerviosas aún que antes, intentaban empujar al equipo con el ánimo de casi todos los aficionados, porque siempre hay quienes dan la nota criticando de la misma manera que lo hace la prensa, y no le sienta bien que se gane de una manera que no les guste a ellos. Es el daño colateral de ser tan grandes.
El trabajo sin balón fue perfecto, la intensidad cuando el equipo alemán apretaba y en especial, no perder la concentración cuando se parecían a cualquier equipo de la Liga perdiendo tiempo. Y aún así con todo aquello mezclado bajo la maravillosa cubierta del estadio, se consiguió un cóctel excelente para que Joselu se convirtiera en protagonista con la anotación de dos goles, a pesar de la intervención del VAR, por supuesto, que no podía faltar a la fiesta aunque no fuera invitado.
Lágrimas.
Corazón palpitante.
Ritmo cardiaco a mil.
Todo esto durante los quince minutos de alargue, no vaya a ser que estuviéramos en otra final… Y ASÍ, UNA VEZ MÁS, LA FINAL DE CHAMPIONS SE ESCRIBÍA EN NUESTRA AGENDA.
Texto: @angiemg82