#SentimientoReal | Este lento transcurrir de los días
Desde que el Real Madrid confirmó su pase a la final de la Copa de Europa la vida se ha convertido en un lento transcurrir de los días. Una va tachando fechas en el calendario, convirtiendo en bagatelas cualquier cosa que no tenga que ver con el partido, desdeñando invitaciones que tengan lugar ese sábado o ingeniándoselas para escabullirse de algo que ya tuviera confirmado para ese día. Al mismo tiempo, trata de ponerlo todo en orden, que todo y todos estén en su sitio, en el mismo sitio que los últimos años a finales de mayo o principios de junio, según toque. La superstición no es algo que haya que dejar al azar. La superstición se trabaja.
Un madridista, cuando nace, no sabe que sus primaveras estarán abonadas al sufrimiento. Es algo que va descubriendo al vivir. Cuando ya es consciente de ello, lo asume, lo acepta y da gracias a Dios por haber elegido el camino correcto, el de ir de la mano del Real Madrid en cualquier cosa que haga. El madridista va forjando su corazón a medida que crece. Supera taquicardias, aprende a controlar las pulsaciones y a agarrar sus latidos antes de que se le salgan del cuerpo. Somos supervivientes. Hemos muerto tantas veces como nuestro equipo. Las mismas que hemos resucitado.
Aquí estamos otra vez. En las vísperas de una final en la que se nos volverá a ir la vida, con la esperanza y la confianza de que nuestro equipo, el que elegimos como compañero de viaje hasta el final de nuestros días, nos convierta de nuevo a finales de mayo en las personas más felices del planeta. No esperamos otra cosa, no concebimos otra cosa. No podemos ni imaginar lo contrario. Nuestra manera de estar en el mundo, nuestro día a día, nuestra cotidianidad va de la mano del sentimiento por el Real Madrid. Un madridista nunca se levanta obviando que lo es. Es imposible deshacerse de lo que una ama con todas sus fuerzas y de manera incondicional. Porque llega mayo y todo depende de ti, todo sabe a ti, todo eres tú: Real Madrid.