#SentimientoReal | El Madrid de la desilusión
El Real Madrid lleva unos años que no sabe hacer otra cosa que no sea ganar Copas de Europa. Por si todavía alguien no lo sabe, cuatro en cinco años y tres consecutivas. Casi nada. Pero de repente, después de levantar la última, la Decimotercera, Zidane dijo adiós, Cristiano Ronaldo se fue y al madridismo se le apagó la luz, como cantaba Alejandro Sanz antes de hablar con acento andaluz.
La marcha de Cristiano dejó un vacío inmenso y cien millones de euros con los que muchos empezaron a soñar, como si fueran suyos. Ahora sí, decían. Este verano sí que va a venir Mbappé. Y si no viene el francés, vendrá Neymar. Y si es demasiado difícil hacerse con los servicios del ex azulgrana, Griezmann. Pero ni Mbappé, ni Neymar, ni Griezmann. Y de ahí a la más profunda desolación. El Madrid ya no les ilusiona porque no se ha fichado a la estrella de turno y encima sigue jugando Benzema. No les ilusiona porque se ficha a Courtois, pero Keylor sigue en la portería. No les ilusiona el Madrid porque el club no se ciñe a su imaginación, al equipo que algunos se montan en su cabeza, porque el banquillo es una mediocridad, porque Florentino ya chochea.
A mí también me hubiese gustado que siguieran Zizou y Cristiano y que viniera Mbappé, pero mi ilusión no va unida al crack de cada verano, no la renuevo según qué jugadores se hayan fichado, no reniego de mi equipo si no tiene en sus filas al futbolista que más me guste. Soy madridista y, por lo tanto, el escudo y el nombre del Real Madrid me motivan por sí solos. El madridismo no es para mí una moda, es una manera de estar en el mundo, un sentimiento de por vida, algo de lo que es imposible deshacerte, que no me ilusiona más o menos dependiendo de algo, sino que me fascina cada día desde que despierto.