#SentimientoReal | Cristiano y los focos

#SentimientoReal | Cristiano y los focos

Inmediatamente después de que el Real Madrid levantara al cielo de Kiev su decimotercera Copa de Europa salí a celebrarlo. Estando en una fuente de mi localidad, se me acercaron dos madridistas con la cara desencajada. «¡Paula, Paula! ¿Has escuchado lo que ha dicho Cristiano?». Les contesté que no. Cuando me reprodujeron las palabras del astro portugués les dije que no se va a ir a ningún sitio y continué con los festejos. Dediqué unos segundos en mis adentros para maldecir al siete blanco por el lugar y el momento escogidos para hacer esas declaraciones y me dediqué en cuerpo y alma a cantar y saltar en honor a la gloria alcanzada.

Cristiano Ronaldo siempre ha querido ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro. En Kiev fue un fajador más. Seguramente el espontáneo que saltó al campo le robó un gol en otra final. Esta vez, los focos, esos focos de los que él no huye, sino que los busca, no se posaban sobre su cuerpo. No fue protagonista con mayúsculas en la final y, a su manera, cuando el equipo celebraba la Copa de Europa, quiso darse su baño de ego.

Unas declaraciones fuera de lugar por el contenido, el sitio y el momento. Indignó al madridismo, claro que sí. Al día siguiente, tanto en la Cibeles como en el Bernabéu, se vio al Cristiano más participativo que nunca en este tipo de festejos. En el templo se besó el escudo pidiendo nuestro perdón, con un madridismo desatado que entendió el gesto y se entregó al jugador más importante del club desde Don Alfredo.

Después de nueve años defendiendo el escudo del Real Madrid, Cristiano sabe perfectamente que no hay nadie imprescindible. Lo sabe, pero necesita su dosis de egocentrismo. Los madridistas hemos terminado entendiéndole solamente porque su rendimiento es incuestionable. Sus números tiran a la basura cualquier numerito que se le ocurra montar. Sus gestos, sus declaraciones, su desgana a veces en la celebración de algunos goles…se lo hemos perdonado todo. Los genios son así y punto.

Lo mismo lo ves animando más que nadie a Benzema, que se acerca a la grada y pide perdón por un mal partido o lanza un tuit en el peor momento de la temporada diciéndole a la afición que tranquilos, que esto es el Real Madrid. O lo mismo le da por cargarse él sólito al PSG y a la Juve. O a jugarse el tipo por un gol en el Campo Nuevo que nos tuvo en vilo hasta saber que podría jugar la final. Todo eso también es Cristiano y es con lo que nos quedamos.

Foto: ElPaís
Cristiano nunca ha hecho flamear la bandera de la humildad, como por ejemplo Iniesta, que se sienta a las cinco de la mañana en el centro del Campo Nuevo descalzo, mirando su Alcatel para que le hagan una foto que dé la vuelta al mundo. Esa humildad no la tiene Cristiano. Cristiano es un tipo prepotente y no lo esconde. Mejor así que ir de mosquita muerta como Messi y terminar resultando un lobo con piel de cordero. Cristiano se ama, está encantado de haberse conocido, se sabe tan bueno que el día que no lo demuestra se vuelve loco. Ya nos hemos acostumbrado a todo eso. Con el tiempo lo hemos terminado aceptando.
Si mañana me encontrara a Cristiano por la calle sólo se me ocurría darle las gracias por todo. Por cada uno de sus goles, por toda su entrega, por poner al Madrid en su sitio, en lo más alto de Europa. Le diría que ha sido un orgullo y una suerte haber coincidido en el tiempo, poder ver cada barbaridad que ha hecho con la camiseta del Madrid, que siempre contaré que lo vi jugar, que me alegré de la Eurocopa de Portugal solamente por él. Le daría las gracias por su profesionalidad, por cada cabreo en busca de más y más goles. Le diría todo eso y que deje de hacer el gilipollas delante de los micrófonos, que se siente con Florentino y hable con él de lo que tengan que hablar, que los madridistas no queremos que se vaya, pero que si se va, otro vendrá, que lo echaremos de menos, pero que el Madrid no va a dejar de ganar sin él. Le diría que lo queremos como una madre quiere a un hijo, de manera incondicional, sumamente agradecidos, eternamente entregados, pero que una Copa de Europa no debe empañarse con los caprichos de un hombre que a veces se convierte en niño exigiendo más de todo lo que ya tiene.
Texto: @7Sempiterno7
Foto de portada: El Confidencial

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