Tengo cuatro sobrinos, Carmen, Dani, India y Ángela. La mayor es Carmen. Tiene cuatro años y un palmarés envidiable. Nació y el Madrid ganó tres Copas de Europa de manera consecutiva. Ningún atlético que vaya a cumplir cien años puede decir eso. Son cosas que sólo nos pasan a los madridistas, a los que elegimos el camino recto de la vida, a los que nacemos con el don de ser del mejor club del mundo.
Hace unas semanas iba con Carmen en el coche y, absorbida en sus pensamientos de cuatro años, tan ávida de encontrarle respuestas a todo, la tengan o no, me preguntó:
– «Tita, ¿para qué sirve esto?», refiriéndose al techo solar del coche.
– «Eso es para sacar la bandera del Madrid por ahí cuando ganamos una Copa e ir dando vueltas por las calles tocando la bocina», le respondí.
– «¿La podemos sacar ya?», inquirió.
– «Todavía no, Carmen».
Días después tuvo lugar el partido en el Bernabéu contra el Atlético de Madrid. Carmen estaba en mi casa. Ella hacía su vida mientras el Madrid trataba de ganar el encuentro y, de repente, marcó Benzema. El gol retumbó las paredes, no por la pasión ni las ganas que le pusieron en su narración las tres trillizas de Movistar, sino por el alma que le pusimos en mi casa celebrándolo. Carmen sabía de qué iba aquello, aunque ella no estuviera viendo el partido era consciente de que se trataba del Madrid y que había pasado algo que era motivo de felicidad, a juzgar por nuestras reacciones. Vino hasta mí con los ojos llenos de ilusión y me preguntó:
– «Tita, ¿podemos sacar ya la bandera por el coche?».
Me sorprendió que se acordara de aquella conversación que había tenido lugar días antes. Me sorprendió que fuera capaz de hilar aquella euforia con ganar. Me sorprendió su madridismo. Y no porque yo dudara en algún momento de que ella sería madridista para los restos, porque Carmen no había nacido y ya había una equipación y un chándal del Madrid esperándola. Tuve que volver a darle la misma respuesta que en el coche:
– «Todavía no, Carmen». Y siguió con su vida y yo con el partido.
Ella no se acuerda, pero cuando ganamos la Decimotercera ya me la llevé en el coche, junto a mi sobrino Dani, que es aún más pequeño, a celebrarla. Y sacamos la bandera por el techo solar. Y estuvimos en las fuentes. Y cantamos. Y fuimos todo lo felices que nos hace ser una Copa de Europa. Ahora, casi dos años después, le he prometido que vamos a salir con la bandera, pero que tiene que tener paciencia, que yo la aviso, que nos pondremos nuestras camisetas y volveremos a ser tan felices como el Madrid nos hace ser.
Por eso esta Liga no se va a escapar, porque se lo he prometido a Carmen, que es como hacerle una promesa a todos los niños madridistas del mundo. Porque ella está esperando, con toda su impaciencia, con todas sus preguntas, mientras va a la escuela con su chándal del Real Madrid y me dice que en su clase nadie más lo lleva. Vive en Sevilla, Monchi.No vamos a perder esta Liga por mucho que se esfuercen los árbitros, por mucho que la conviertan en más corrupta de lo que ya es. Vamos a ganarla por Carmen, por todos los niños madridistas que hay repartidos por el mundo, por todos los adultos que nos convertimos en niños cuando gana el Madrid. La vamos a ganar porque nunca le voy a hacer una promesa que no pueda cumplir y confío en mi equipo con la misma fe que confío en mi madre.
La bandera, que espera en silencio que llegue su momento, que después estará un mes colocada en el balcón de mi casa, bien a la vista de todo antimadridista que pase por la calle, saldrá por el techo solar del coche bien sujeta por Carmen desde el interior, mientras yo conduzco y toco la bocina, probablemente llorando por vivir ese momento con ella. Detrás de nosotros, o delante, filas de coches de madridistas que recorrerán las calles haciendo saber a todos que el mejor club del mundo ha vuelto a ganar. Desde las aceras, unos nos aplaudirán y se sumarán al festejo. Otros nos abuchearán con sus cortes de manga. Que se jodan esos.
Se lo he prometido a Carmen y va a ser así porque el Madrid cumple todos nuestros sueños, porque existe para hacernos felices, porque Zidane no ha venido a perder, sino a volver a ganar. Soy su tía y tiene que confiar siempre en mí, tiene que saber que cumplo mis promesas y sé que será así porque el Real Madrid no me va a fallar a mí.
Texto: Paula Pineda
Foto: David Ramos/Getty Images