Sentimiento Real | Keylor, el portero de nuestras primaveras
Keylor Navas será siempre el portero con el que el Real Madrid ganó tres Copas de Europa consecutivas. El arquero que en Milán desvió con la mirada dos penaltis, el de Griezmann al larguero y el de Juanfran al palo. Qué frase esa. Juanfran al palo. Palabras que un madridista no olvidará jamás.
Keylor será también el guardameta que en Cardiff, en los minutos iniciales sobre todo, sostuvo al Madrid en la final, posibilitando que sus compañeros, en la segunda parte, hicieran el fútbol más excelso que se ha visto en una final de Copa de Europa reciente. Será también el tico el hombre que en Kiev supo sobrevivir al las conmociones cerebrales que en esa final atacaban a los porteros. Tres medallas de campeón de Europa. Casi nada.
Keylor Navas lo mismo cometía fallos garrafales, que hacía que el equipo se agarrara con uñas y dientes a las eliminatorias con paradas descomunales. Tan importante como Cristiano Ronaldo fue el costarricense en esas tres Copas de Europa. Lo hemos hecho más grande de lo que él jamás pudo imaginar.
Rezaba y yo ya me quedaba tranquila. Keylor ponía sus manos en las manos de Dios. ¿Qué podía salir mal? No hay nada como la fe. Sin ella, sin creer hasta el final, es imposible lograr todo lo que el internacional por Costa Rica ha conseguido con el Real Madrid. Igual que James convirtió a Colombia entera en madridista, Keylor ha hecho lo propio con su país. Espero que se queden, que esos costarricenses no sean madridistas de ocasión y sí de corazón, porque Navas va a seguir siéndolo aunque no esté, porque nunca se olvidan los días que fuiste feliz, ni a la gente que te quiso y que siempre te nombrará como el portero de las tres Copas de Europa consecutivas.
Keylor Navas forma parte de la historia del Real Madrid. Ha escrito su nombre con letras de oro. Pasarán los años y los siglos y ahí estará él, en el once titular de la Undécima, la Duodécima y la Decimotercera. Alineaciones que se recitarán de memoria, con los ojos llorosos, recordando aquellas primaveras en las que sufríamos y éramos tan felices por igual. Primaveras en las que Keylor Navas era nuestro portero, el que no era más bueno que nadie y ganó más que ninguno.