Requiem por James Rodríguez, por @antoniovv
Es notablemente llamativa la escrupulosa crítica que soporta el Real Madrid tras tomar cualquier decisión. En un verano en el que, hasta momento, los inquilinos del Bernabéu se han reforzado con grandes talentos jóvenes a precios asequibles (en el contexto del fútbol de élite, claro), mientras sus rivales locales se han enredado en operaciones complejas y, en la mayor parte de las ocasiones, infructuosas, la sensación transmitida a nivel mediático es que la política de traspasos madridista es un desastre.
Y todo porque James Rodriguez, el tercer media punta en la rotación del equipo la temporada pasada, ha salido por la puerta lateral en dirección al Bayern de Munich. La marcha del colombiano ha despertado a aquellos que esperan oportunidades de azotar al Real Madrid, olvidando el plano meramente deportivo, en el que han ido perdiendo asideros hasta caer al vacío. James es ahora su nuevo caballo de batalla.
Dependiendo de la fuente, las cifras y los términos de la operación de cesión varían notablemente. No es sano enredarse en las contradicciones en las que incurren unos y otros. Lo más cercano a la realidad se resume en que el Real Madrid acabará ingresando por esta venta unos 60 millones de euros. Es cierto que el traspaso desde el Mónaco le costó casi ochenta. Así que el desfase negativo estaría en torno a 20 ‘kilos’… Sin tener en cuenta la amortización. Sorprende que periodistas deportivos califiquen de ruinosa la operación, despreciando o desconociendo este concepto financiero básico. En los traspasos futbolísticos, lo más frecuente es dividir el coste del fichaje entre el número de años del primer contrato. Como James firmó por seis temporadas en 2014 y ha cumplido tres, la amortización lineal es de 40 millones. Y lo que quedaba por amortizar, otros 40.
Hay más. Atendiendo al aspecto de rendimiento, Zinedine Zidane le había relegado a ser el último media punta en importancia del equipo, tras Isco y Asensio. De hecho, la final de la Champions la vio desde la grada y no desde el banquillo o sobre el césped. Con más competencia aún esté año tras las llegadas de Asensio y Llorente, era más que probable que siguiera quedándose fuera de las convocatorias frecuentemente. Esto implicaría inevitablemente una depreciación aún mayor del valor de mercado del ex de Oporto y Mónaco. Ante la ausencia de otras ofertas, el Madrid cogió la primera propuesta que hubo sobre su mesa. Además, se quiso cumplir el deseo del futbolista, que ansiaba reencontrarse con Carlo Ancelotti, el técnico que mejor rendimiento le ha sacado en una campaña esplendorosa (2014/15).
Aquí viene otro punto de controversia. Muchos han puesto el grito en el cielo por el hecho de haber reforzado a un rival directo a nivel continental. Se obvia que el salario de James es asumible sólo por un reducido grupo de entidades más allá del Madrid. A saber; el Barcelona, el PSG, los mejores equipos ingleses y el Bayern. No hay más. En todo caso, la venta de un jugador importante siempre se produciría a un enemigo del primer nivel.
Aquellos que apelan a los buenos negocios que se hicieron con futbolistas como Özil o Di María y esperaban ahora algo parecido, también olvidan algunas diferencias sustanciales. Primero, que no es lo mismo poner en el escaparate a un titular en plena evolución, que a un suplente que ha encadenado dos malos años y mostró públicamente su descontento hace meses, haciendo descender su caché. Cuando los posibles compradores saben que un jugador se quiere ir, siempre tienen más margen para negociar a la baja.
Hay más factores. Como el descontento en la entidad blanca con el comportamiento de Jorge Mendes. Hace un mes, el ‘superagente’ tenía a cuatro representados en la plantilla, y a día de hoy sólo tiene uno, Cristiano Ronaldo, cuyo futuro también es incierto tras la filtración de su malestar, su supuesta intención de dejar el club y el silencio que guarda desde hace semanas.
Es obvio que Zidane no le consideraba una opción preferente, que al cuerpo técnico no le satisfacía el rendimiento mostrado en los entrenamientos y que, a nivel interno, tampoco agradaban ciertos aspectos de su vida privada.
Atendiendo a todos estos factores, la marcha de James no parece la peor de las noticias, ni un negocio tan desastroso como muchos pintan.
Un último mensaje para aquellos que ponen a cualquier jugador por encima de la entidad, y que amenazan con dejar de seguir al Real Madrid por no contar con el colombiano. El escudo y la camiseta permanecen y todas las personas, absolutamente todas, están en el club de forma temporal. Si valoras dejar de ser madridista porque tu futbolista favorito ya no esté en el equipo, es que realmente no eres madridista.