
REAL MADRID
El filial del Real Madrid encadena una gran racha competitiva, pero las últimas decisiones disciplinarias reabren el debate sobre el trato recibido por el equipo de Arbeloa
El Real Madrid Castilla vive uno de los momentos más competitivos de la temporada. Siete victorias en las últimas nueve jornadas sostienen al filial en puestos de promoción y consolidan el proyecto de Álvaro Arbeloa. Sin embargo, esa buena dinámica vuelve a convivir con un malestar recurrente: la creciente preocupación por el criterio arbitral que está acompañando al equipo durante toda la campaña.
El encuentro ante el Barakaldo, resuelto con solvencia por el conjunto blanco, dejó nuevas muestras de la tensión acumulada. El filial sufrió dos expulsiones Mesonero y Leiva, ambas por roja directa, decisiones que el vestuario considera, cuando menos, difíciles de entender en relación con el desarrollo del partido. Para muchos dentro del equipo, el resultado quedó empañado por una sensación que se repite demasiado: “Es muy desesperante”, admiten desde el entorno castillista.
Más allá de la percepción subjetiva, las cifras reflejan un desequilibrio que el club viene observando desde hace meses. Antes del duelo ante el Barakaldo, el Castilla había recibido 264 faltas, una media superior a las 20 por encuentro, mientras que el conjunto de Arbeloa solo había cometido 124, alrededor de 9,5 por partido.

Pese a esa disparidad el filial es uno de los equipos más castigados físicamente de la categoría el balance disciplinario parece apuntar en dirección contraria. 38 amarillas y 6 tarjetas rojas acumulan los jugadores del Castilla en lo que va de curso, además de una expulsión mostrada al propio Arbeloa. Sus rivales, por el contrario, únicamente han visto 48 amarillas y una sola roja.
La conclusión que deslizan desde Valdebebas es que la relación entre faltas sufridas y sanciones recibidas no termina de encajar con la dinámica real de los partidos.
El choque frente al Barakaldo volvió a proporcionar argumentos a quienes dentro del filial consideran que existe un patrón preocupante. Al margen de las dos expulsiones, en el cuerpo técnico señalan tres jugadas clave:
Sin elevar el tono, Arbeloa volvió a expresar su malestar de forma comedida pero firme:
“Siempre parece que la moneda cae del otro lado. Es algo que se repite y contra lo que tenemos que luchar, aunque no es fácil.”
Sus palabras no buscan alimentar una confrontación, sino poner sobre la mesa un problema que, según el filial, afecta directamente al desarrollo deportivo del equipo.

Lo más llamativo es que, pese a este contexto, el Castilla sigue creciendo. La madurez competitiva del grupo, la solidez en los momentos clave y la capacidad de adaptación a las adversidades han permitido al filial sostener una racha sobresaliente incluso con bajas, expulsiones y decisiones discutibles.
Desde el vestuario subrayan que la disciplina interna, la calma y la confianza en el trabajo han sido claves para evitar que la frustración acabe condicionando el rendimiento.
Pero la preocupación existe. Y no responde a un momento puntual, sino a la sensación de que el criterio disciplinario aplicado al Castilla está siendo más severo que el mostrado hacia sus rivales, tanto en número de sanciones como en la interpretación de acciones de partido.
En Valdebebas no se habla de campañas ni de intenciones, pero sí se considera necesario que las decisiones arbitrales mantengan una línea coherente y proporcionada, especialmente en una categoría tan exigente como la Primera Federación y con un equipo compuesto mayoritariamente por jugadores jóvenes en plena etapa formativa.
La inquietud no reside en un error concreto, sino en la reiteración. Y aunque el club mantiene un tono prudente, la petición implícita es clara: que el Castilla sea juzgado con el mismo criterio que el resto de equipos de la competición.