Peter Dubovsky | La estrella apagada con el aura más resplandeciente

Peter Dubovsky | La estrella apagada con el aura más resplandeciente

Todavía recuerdo la primera vez que vi jugar a Peter Dubovsky. Era un 18 de septiembre de 1991 – el día antes del estreno europeo del Real Oviedo contra el Genoa – y fue en un partido de copa de la UEFA contra el Real Madrid. A pesar de tener entonces 9 años tengo grabado a fuego como mi padre y yo nos quedamos impresionados por el desparpajo y la calidad de ese mediapunta larguirucho con el número 10 y que, con sólo 19 años, lideraba al Slovan de Bratislava; anotando además el gol que hizo sufrir a los blancos en la caldera del antiguo Tehelné pole.

Como también me acuerdo que unas semanas más tarde volví a verlo jugar, pero esta vez en Sevilla contra nuestra selección, cuando todavía Eslovaquia y Chequia eran una. Así empezaba a forjarse un mito personal que sería tal cuando fichó por el Real Oviedo el 25 de julio de 1995, y del que me quedé desamparado hace ahora 20 años con su repentina marcha.

Sus inicios se asemejaban al de cualquier crack del fútbol mundial, porque con sólo 17 años debutaba en primera división con el Slovan, después de haber sido formado en el desaparecido FK Vinohrady de su Bratislava natal. Y dos años después debutaba con la selección checoslovaca en el duelo mencionado antes contra España, llegando a jugar 14 partidos con 9 goles anotados, hasta que producido el divorcio de terciopelo pasó a jugar 33 encuentros con Eslovaquia y anotando 12 tantos. Pero no sería hasta 1992 cuando Dubovsky vivió posiblemente su mejor año deportivo al ganar la última liga de Checoslovaquia antes de la disolución del país bohemio, siendo el máximo goleador del campeonato (también lo fue la temporada anterior) y nombrado el mejor jugador del año. Un curriculum prometedor que hacía que equipos como el Ajax y el Real Madrid se interesaran en el ahora jugador eslovaco, siendo los blancos, no sabemos si influenciados por ese duelo de UEFA mencionado al principio, los que se llevaron el gato al agua pagando 500 millones de pesetas al Slovan por sus servicios.

Dubo como se le conocía cariñosamente disputó 31 partidos y consiguió 2 goles como madridista, siendo más determinante en su primer año bajo las órdenes de Benito Floro que en el segundo, llegando a pasar al ostracismo casi absoluto con Jorge Valdano en el banquillo, entre otras cosas porque le ponía a jugar en la banda o de ariete y no se sentía cómodo, y sobre todo porque un joven Raúl venía pisando muy fuerte hasta convertirse en lo que fue.

Dubovsky real madrid

Sus discrepancias con el técnico argentino y especialmente la carencia de minutos, provocaron que Dubovsky metiera la liga y la supercopa que ganó con el Real Madrid en su maleta, y se mudara de la capital de España a la del Principado de Asturias para jugar en el Real Oviedo, para alegría del presidente Eugenio Prieto que conseguía un jugador por el que suspiraba desde que lo descubriera con 19 años, al igual que este redactor, en un partido internacional donde les abrochó tres goles a sus vecinos húngaros.

Durante las 5 temporadas que vistió la camiseta carbayona, hablar de Dubovsky era hablar de un jugador que sabía manejar las dos piernas, con una técnica envidiable, llegada, fuerza y gran cabeceador, dando la impresión que había vuelto a ser el del Slovan especialmente en la temporada 96/97, cuando coincidió con Lillo por ser el entrenador que más supo exprimirlo con su estilo de juego… hasta que Amunike se cruzó en su camino y lo dejó en el dique seco toda la segunda vuelta, costándole el puesto al técnico tolosarra y teniendo que esperar hasta la última jornada para sellar la permanencia.

En lo personal tanto compañeros como el presidente Prieto coincidían en su carácter frío y un tanto raro o especial, capaz de haber podido llegar más lejos en el fútbol y conformándose con lo que tenía porque, entre otras cosas, Oviedo le recordaba a Bratislava por lo coqueta y acogedora que le resultaba la ciudad. Como también en su día jugadores como César, Eskurza o su gran amigo Iván Ania destacaban del eslovaco su humildad y su gran corazón bajo esa coraza de hielo, porque a pesar de venir del Real Madrid no era ningún divo y siempre estuvo ayudando a los jugadores más jóvenes.

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¿De ponerle alguna pega a Dubo en sus 120 partidos como carbayón? Quizá que era un jugador muy intermitente, porque si no estaba cómodo sobre el césped desaparecía y era algo que a muchos nos desesperaba. Sin embargo, como los grandes genios del balón, sabía de antemano cuando estaba capacitado para echarse el equipo a la espalda y ganar él solito el partido. Sirva como ejemplo la promoción de descenso de 1998 contra la U.D. Las Palmas donde con su clase y sus cabalgadas con el balón tenía desquiciados a los jugadores canariones, hasta el punto que en el descanso ya llevaban 6 amonestaciones y un expulsado (Paqui) porque la única manera de detenerlo era cometiendo faltas.

 

SE APAGA LA ESTRELLA, RESPLANDECE EL MITO

Finalizada la temporada 99/00 y con una gran preocupación sobre si continuaría en la capital asturiana por el regreso de Radomir Antic, y su petición expresa de un mediapunta, Dubovsky se marchaba de vacaciones previo paso por Eslovaquia, sin saber el fatal desenlace que le esperaba cuando, por un infortunio, esa cascada tailandesa apagaba de un soplido sus 28 velas que permanecían encendidas desde que emanara aquel domingo 7 de mayo de 1972 en Bratislava, haciendo que desde entonces la noche de San Juan en Oviedo siempre tenga algo que quemar.

De aquel nefasto 23 de junio de 2000 jamás olvidaré ese nudo en la garganta que se me formó mientras comía cuando escuchaba en el bloque de deportes la trágica noticia. Su fallecimiento dejó conmocionado y huérfano al oviedismo, porque suponía perder de manera repentina a un ídolo y al jugador franquicia del equipo, dejando muy tocado anímicamente al vestuario, como se vio en la siguiente temporada donde se acabó descendiendo a segunda división; siendo el primer maltrago de los muchos que todavía había que ingerir en años posteriores.

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Con su pérdida llegaron los homenajes póstumos como el que el Real Oviedo le realizó retirando su camiseta durante dos temporadas, siendo heredada posteriormente por el primer goleador carbayón en el nuevo Carlos Tartiere, Roberto Losada, que para celebrar ese gol alzó junto a Oli el número 10 de Dubovsky al cielo carbayón. El Slovan por su parte creó un memorial con su nombre donde equipos sub-16 lo disputan cada año (El Oviedo de hecho fue invitado a la edición de 2012). O el que le brindó la federación eslovaca poniendo su nombre al premio del mejor jugador nacional sub-21, consistente en una camiseta enmarcada de la selección con su nombre.

20 años después de su fallecimiento, el aura de la estrella centroeuropea sigue brillando con luz propia tanto en el pueblo eslovaco que lo sigue considerando el mejor futbolista de su historia, a pesar de la irrupción de otros grandes jugadores y haber llegado a octavos en el mundial de Sudáfrica (el 3-2 contra Italia fue precisamente el día del 10º aniversario). Como también brilla en el corazón de aquellos que disfrutamos de su fútbol entonces y que hoy seguimos considerándolo un ídolo; así como en el de Aurelia, el amor de su vida con quien iba a casarse de no haber sufrido ese desgraciado accidente y que actualmente es otra ovetense más. Es por ello que por mucho que pasen los años y no se encuentre entre nosotros, la figura de Petra Dubovského será siempre inmortal.

 

Texto: Javier Atance

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