#PantallaBlanca | El papá y sus bebés.

#PantallaBlanca | El papá y sus bebés.

El nuevo Pelé, el nuevo Maradona, el nuevo Zidane, el nuevo Ronaldo, el nuevo Roberto Carlos… Siempre se está buscando al nuevo mito en cualquier jovencito que medio destaca, aunque casi nunca aciertan, olvidando al que sí se convertirá en leyenda, como por ejemplo ha ocurrido con Cristiano Ronaldo. Así pasa el rato, entre otras actividades igualmente intrascendentes, el periodismo deportivo “experto”… Ellos y el antimadridismo en general, siguen buscando desesperadamente al nuevo… Real Madrid.

Nuestros entrañables amigos sueñan con ese equipo que derroque de una vez al dios del Olimpo futbolero, con ese equipo que se convierta en referente, en el ganador evidente… mientras tienen frente a ellos a la verdadera leyenda.

Una vez cumplimos cierta edad, no mucha, ya casi nadie nos valora casi nada, porque todo se da por supuesto. Hay quien añora los tiempos en los que defecar con éxito en el receptáculo destinado para tal menester, o sea, el váter, era aplaudido y jaleado con algarabía por nuestros padres. Y en esa edad están la mayoría de equipos, en esa placentera edad en la que todo acierto es celebrado y todo error disculpado y justificado. El Madrid es el único que ha superado esa edad, al menos aquí en España, el único padre entre tanto bebé.

No hay nadie que nos considere más adulto y maduro que nuestros rivales y el antimadridismo en general. No conciben que nuestro éxito no sea continuado, revelando en su postura que lo consideran lógico y normal, una asunción que los delata pero les cuesta reconocer. Esto es una mirada tan halagadora como injusta y desviada.

Si el Madrid pincha en cualquier partido se produce un apocalipsis en el que se mezcla placer y crítica, es decir, puro odio. El placer por ver cumplido lo que desean y la crítica porque el Madrid no logró lo que en el fondo temían que sucedería. Una locura, ¿verdad? Si el Madrid pierde es el apocalipsis, pero si a uno de los bebés le eliminan en fase de grupos de la Champions corremos un tupido velo e incluso vemos el aspecto positivo de poder jugar la Europa League…

Si el Madrid gana tres de las últimas cuatro Champions, hace la mejor temporada de su historia, vive su segunda mejor etapa y demuestra una hegemonía en Europa como nadie ha visto desde que tenemos el nuevo formato de competición, es tratado con cierta indiferencia, se señalan ficticios aspectos negativos y se pretende pasar página lo más rápido posible, infravalorando el hecho y el éxito (como hace poco explicaba Álvaro Benito y muchos otros llevamos años denunciando), porque es lo que se supone que tenemos que hacer… En cambio, cualquier éxito de otro equipo, lejos, muy lejos de estos hechos, es celebrado como si de una aparición mariana se tratara, ya sea perder dos finales de la máxima competición o ver ganar una Champions tras otra a tu rival en la “era Messi”. El Milán, el Manchester, el Atlético, el Bayern, el Barcelona, la Juventus, el PSG… cualquiera vale, equipos que vienen y van, que sólo tienen en común a su bestia negra. Ya saben, el aplauso a ese avispado pequeño que no ha mojado esta vez la cama…

Les vale cualquiera, pero sus esperanzas son como burbujas de champagne, alegres y joviales en su apretón inicial, vacías y destinadas al olvido o la desaparición pasado un tiempo. Y por eso se pasan la vida abriendo botellas doradas, para tener al menos un remedo de ese resplandor, anclados en su frustración y odio hacia este club que no pueden evitar admirar en lo más hondo. Porque todo ello es puro reconocimiento, enfermizo, pero reconocimiento al fin y al cabo. Admiran la idea que refulge en el Real Madrid, lo que significa y demuestra, pero no aceptan que sea el Real Madrid el que la represente.

Pero los bebés prosperan porque estamos inmersos, más que nunca y precisamente, en la época de las burbujas de champagne, donde se valora más el circo que el análisis, el titular que el desarrollo reflexivo, las llamativas fake news que la realidad. Eso son estos bebés, un fake encerrado en una burbuja a punto de estallar para desaparecer.

El Madrid debe ganar porque es lo que se supone, no hay esfuerzo, sacrifico o mérito en ello, porque para eso tenemos mucho dinero, dinero que nos debe caer del cielo, y no por haberlo ganado gol a gol con sudor y lucha desde hace décadas. Un dinero que no te regalan, que viene de ser el club más admirado del mundo porque es el más ganador, el que más seguidores tiene, el que más quiere ver la gente por ser el mejor… de ahí viene el dinero… que no nos podemos gastar tampoco.

Ganamos porque somos ricos y eso no tiene mérito, en cambio si vence el Barcelona o cualquier otro con sus derroches, todo parece bien, porque supongo que ellos pagarán con la moneda del Monopoly o con bitcoins, que molan mucho más.

Sí, amigos, porque el Real Madrid y sus seguidores, de esencia quijotesca, también ha topado con el clero, que nos miraba condenador y preocupado por nuestro más que probable infausto destino infernal debido a los derroches, al desmesurado gasto de nuestros dineros, ganados en buena lid. ¡Abusones!, gritaban. ¡Ganan por los millones y la cartera!, nos espetaban. ¡Derrochando mientras la gente se muere de hambre!, se rasgaban las vestiduras. ¡Pierden a pesar de sus millones!, se burlaban… Los mismos que ahora aplaudían los petrodólares del equipo, su nuevo bebé, que nos expulsaría de Europa al ritmo belicoso de la Marsellesa y las bengalas…

Esto parecería una contradicción, pero en realidad no lo es. Es, precisamente, la causa por la que nunca nos ven favoritos, ganadores en cualquier duelo, porque les puede la ilusión, la esperanza, la fe de su radical subjetividad, en la que alguno de sus “bebés” darán la campanada.

Nos desprecian, pero somos el equipo al que todos temen, el que más les motiva, el equipo a superar de verdad porque su historia es un halo que sobrevuela cada partido, porque en 116 años de vida no se ha cansado de ganar, década a década de una manera o de otra.

Es una vivencia histérica, porque en esa búsqueda reconocen la infinita grandeza que admiran, aunque no lo sepan, que esperan ver en otro cualquiera. Prefieren el camino retorcido en vez del lógico, que sería hacerse del Madrid. Imagino que Torcuato Luca de Tena tendría algo que decir también sobre estos renglones torcidos.

¡Prepotente! ¡Madridista prepotente! Puede ser, pero ni lo creo ni estoy de acuerdo.

Quizá sea mucho pedir algo de análisis y reconocimiento sincero en el mundo mainstream, donde ese análisis brilla por su ausencia, porque todo el mundo cree saber de fútbol aunque pocos sepan en realidad, porque tener un altavoz se confunde con rigor, conocimiento y verosimilitud, donde priman las aseveraciones categóricas a posteriori, como buenos profetas del pasado, de los ignorantes, porque, como decía Bukowski, “el problema es que mientras los inteligentes están llenos de dudas, los estúpidos lo están de certezas”…

Yo certezas pocas, pero alguna tengo: el perpetuo sufrimiento del anti y la insaciable sed de victoria del Real Madrid, que vive su existencia como ante el primer sorbo de una cerveza fresca tras el esfuerzo en un gran partido…

Texto: @MrSambo92

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