#PantallaBlanca | Exigencia
“La afición acabará siendo el tumor que termine con el Real Madrid”.
¡Qué cosas decía Mourinho!
Perdón, esto no lo dijo Mou, fue don Santiago Bernabéu, al lado del cual, el gran entrenador portugués no pasaría de ser una dulce Heidi de la vida.
Me asombra el poco conocimiento que de la historia madridista tiene su afición, y me asombra más cómo cala la reescritura histórica hacia el buenismo o la demonización, según convenga, pervirtiendo la esencia de lo que más queremos, forjando división, odios ilógicos y posiciones radicales.
No es cierta la imagen de abuelete cariñoso y blandengue, buenista, que no decía una palabra más alta que otra, que nunca se quejaba de los árbitros y de lo que perjudicara al Madrid, viniera de donde viniese, que se ha pretendido dar de don Santiago desde cierta propaganda madridista. Sencillamente no es cierta.
No, don Santiago Bernabéu no era la personificación viva y blanca de Papá Noel. Bernabéu era bondadoso y honesto, sin lugar a dudas, lo demostró con tal cantidad de ejemplos que habría que dedicarle varios artículos en exclusiva al tema, pero también era visceral, vehemente, seguro de sí mismo y de los valores que defendía con gallardía y sin medias tintas ante quien fuera. Se quejaba de los árbitros, no se media por el “qué dirá la opinión pública” y tenía como prioridad la defensa de su adorado Real Madrid por encima de todo. De todo.
Toda esta reinterpretación de pseudofilósofos de lo que es nuestra historia y esencia, de los que don Santiago abominaría desde su practicidad, ha generado un caldo de cultivo enfermizo en lo que es el entorno madridista, agudizado en los últimos tiempos con la excesiva exposición mediática.
Una manipulación constante, incesante, interesada, que pretende tergiversar y desnaturalizar conceptos como el “señorío” o la “exigencia”. Del señorío a la inacción del pelele de piñata; de la exigencia a la histeria prepotente del niño malcriado; de la ambición a la insatisfacción autodestructiva…
Es fácil pervertir estos conceptos porque se trata de jugar con ciertos ideales: la bondad absoluta, el deseo de ser el mejor… Loables, defendibles y deseables por todos. Pero lo que es un deseo positivo, luminoso e ilusionante, se transforma con ciertos discursos en oscuridad, frustración, ansiedad, agonía al no ver nunca cumplido un objetivo que ni siquiera puede definirse.
Esa ambición malentendida espantaba a don Santiago, que no entendía esa postura de una afición incapacitada para disfrutar, como la ninfómana o el drogadicto que sólo obtiene alivio al cumplir con su dosis de éxito, pero incapaz de disfrutar de nada.
Tras cinco Copas de Europa y vencer en la Intercontinental al Peñarol hizo la declaración que pongo al inicio de este texto…
Sí, todo tiene su origen, incluso los absurdos pitos. Seguro que muchos de ustedes han oído la manida frase de “aquí se ha pitado hasta a Di Stéfano”, como si fuera un surrealista motivo de orgullo, pues bien, ahí tienen cuando sucedió, cuando empezó. En los 60.
Un gran partido, una gran victoria con gran juego, con goleada, pero el equipo bajó el nivel en la segunda mitad, con todo resuelto… y llegaron los pitos.
Sí, los pitos llegaron después de las 5 primeras Copas de Europa, no antes, y con ellos sólo logramos una en 38 años (la del 66)… Se dice pronto. Como pronto se dice que los éxitos del Madrid se deben a esa exigencia manifestada en pitos. Mejor reímos por no llorar.
No, amigos, los pitos no trajeron aquel Madrid legendario, ni lo devolvieron, no nos acompañaron en la creación de un equipo irrepetible y en aquellos éxitos jamás igualados ni repetidos. Desmentid al que os lo diga. No, lo que trajeron los pitos fue sequía y frustración internacional, aunque el club, como no podía ser de otra manera, siguió ganando de forma regular en los campeonatos domésticos durante todas las décadas desde que don Santiago creara aquel equipo de ensueño y sin igual. Porque esa era y es la exigencia, la que deben tener los profesionales, los directivos y el cuerpo técnico, la que nos lleva a tener a los mejores y sacar todo el partido de ellos, la de luchar hasta el final… Son ellos, no los de los pitos, los que definen y crean la grandeza. Nadie se va a exigir más que ellos. Son ellos los que deben hacerlo.
Nos encontramos con aficionados que afirman que no van a perder el tiempo ni a desgastarse en la lucha contra injusticias arbitrales y un entorno y sistema corrupto, que en muchos casos reconocen, porque ellos no van a cambiar nada y es el club el que tiene que mover ficha (aspecto, este último, en el que tienen su razón y del que el club debería tomar nota), pero sí deben pensar que pueden gestionar al club más importante y rico del mundo, influir en decisiones técnicas y administrativas, impulsar y definir fichajes, negociaciones, tácticas y organizaciones internas…
Hay una gigantesca prepotencia en la afición que esto considera, que cree que es él el que define los devenires de los distintos equipos formados, que con sus pitos se logran éxitos o evitan fracasos. Creerse los verdaderos gestores del club, donde cada derrota, partido sin juego vistoso o sin decenas de ocasiones se traduce en que “no lo dan todo”, demostrando una completa falta de conocimiento del juego y de lo que es el deporte.
Porque, aunque os sorprenda, se puede jugar mal, se puede hacer un partido horrendo, no crear ocasiones, no llegar nunca a tiempo, que además esto se extienda durante fases de la temporada… y que lo estés dando todo… porque a veces las cosas no salen, porque la psicología te perjudica, el entorno te entorpece, la forma no es buena o los rivales te superan. Y discernir eso no es fácil, aunque lo piensen quienes emiten el juicio sentados con su cerveza en la barra del bar. Ya saben que ellos son “los que saben de fútbol”, como insisten en recalcar cada vez que pueden.
Ha habido jugadores, escasos, que viendo la peculiar circunstancia de ese “Bernabéu pitador”, intentaron ver su lado positivo, explicando que les sirvió para centrarse y darlo todo, que no podían confiarse… Pero ninguno ha manifestado que esos pitos les beneficiaran durante el partido en cuestión en el que se producían.
Por el contrario, son legión, creo que no hay jugador en el mundo que no lo haya manifestado, y esto incluye a los madridistas de todas las épocas, los que han explicado y ensalzado el papel de la afición cuando con su aliento han llevado en volandas al equipo, especialmente cuando venían mal dadas, las cosas no salían o se ponían más que difíciles.
A muchos les interesa esta enfermiza histeria continua porque es autodestructiva, por eso la protegen y repiten como un mantra allí donde van, mientras otros muchos comprobamos cómo son esos auténticos antimadridistas o gente aficionada a otros equipos los que se erigen en guías, gurús y emblema de las esencias de un madridismo que ni entienden ni comprenden, pero que muchos compran. El pito es música celestial para todo aquel que quiere un Madrid colapsado… y es lógico.
Por supuesto, los tiempos han cambiado, las formas de proceder y gestionar, pero las ideas, las concepciones, la filosofía y los valores que desde un principio defendió, inculcó y mantuvo don Santiago Bernabéu siguen tan vigentes como el primer día.
Don Santiago Bernabéu, quizá el personaje más grande que ha dado el mundo del fútbol, era un visionario, un genio, un adelantado a su tiempo, adjetivos y opiniones siempre ligadas a él, pero no por estas opiniones sobre la propia afición, que no tienen mérito alguno. No, don Santiago Bernabéu demostró su genialidad y visión de futuro en multitud de ocasiones, una constante en su vida, pero con opiniones tan claras como esta sobre la afición, lo único que aplicó fue el normal y sensato sentido común, lo que cae por su propio peso.
“Al ser España un país de envidiosos, todos nuestros males vienen de haber sido tantas veces campeones”.
Esta frase de arriba tampoco la dijo Mourinho, al que llamarían prepotente, como suelen hacer con todo madridista los antis, pero esa lúcida visión sobre el problema que generaban tantas victorias sigue vigente, pero no sólo aplicada al antimadridismo, también a ese madridismo que ha gestionado mal la gloria, como un niño mimado.
Así son las cosas, pero en esto del fútbol ni los hechos, ni lo que esté fuera del extremo presente, ni la amplitud de miras, ni el sentido común, tienen mucho calado…
“No había verdadera alegría en la masa de la gente del Madrid. Y yo digo: ¿qué pasa? ¿Qué es eso? ¿Para quiénes estamos trabajando? (…) Porque si ganando usted el campeonato del mundo está disgustado es que no va, no va. No tiene más solución que estar preparado para cuando ese tumor se agrande. Porque eso es un tumor”.
Texto: @MrSambo92
Foto: El Español