#OpiniónReal | Sin el Real Madrid actual, la ACB se extingue
Hace dos años compartí cervezas con una de las personas que mejor conoce las audiencias deportivas en este país. En aquel momento le transmití que me apasionaba seguir el Carrusel de la ACB los domingos por la mañana en Movistar. Me puso cara de incredulidad y me reveló unos datos impactantes:
-Debes ser el único. La audiencia de ese canal se aproxima a las tres cifras.
Pese a esos guarismos tan demoledores no me inmuté. Me lo esperaba. Hace años que la ACB ha perdido su lugar. A mediados los 80 nació esta competición. En mi infancia me era natural seguir carruseles radiofónicos específicos de baloncesto ACB con infinidad de patrocinadores. En las radios se cubrían de forma monográfica hasta un playoff. Vivir varios partidos de baloncesto a la vez me resultaba trepidante. Pese a mi corta edad me resultaba sencillo identificar a muchos jugadores emblemáticos. Manuel Aller, Manel Sánchez, Anicet Lavodrama, Román Carbajo o Fede Ramiro son algunos de los ejemplos. Todos ellos pertenecieron a equipos sin aspiraciones de ganar la competición, pero eran reconocidos. Los extranjeros que llegaban a nuestro baloncesto apuntaban muchas maneras: Perasovic, Singleton, Walter Berry, Kenny “Sky” Walker, Mike Smith o Joe Arlauckas eran algunos de ellos.
La medalla de plata de Los Ángeles tuvo un efecto favorable en la competición. Hecho que contrasta con la actualidad. La mejor generación de baloncestistas españoles no ha supuesto ningún avance a la ACB. Al contrario.
La ACB dejó de darse en abierto. Poco a poco se dejó de asociar un horario fijo a cada cancha. Es cierto que por lo menos se podía ver en abierto el programa semanal presentado por Andrés Montes, Generación +. Anteriormente, en TVE seguíamos Zona ACB. En ambos programas podíamos conocer mejor a los jugadores. Existían reportajes. Evoco el de los “Jackson five”, correspondiente al quinteto titular del Coren Orense: Andre Turner, Chandler Thompson, Jackie Espinosa, Howard Wood y Brad Wright. Acabo de consultar que este era el quinteto del equipo gallego cuando yo tenía 10 años. Lo recuerdo vívidamente. Como si fuera ayer. Aparecían interpretando un tema musical. Cada uno con un instrumento.
En el último lustro el aficionado –en muchos casos practicante- del baloncesto ha dejado de sentir apego por la competición nacional. Los equipos están sometidos a modificaciones generalizadas cada año. Cambios de plantilla constantes. Pocos jugadores identificados con el aficionado. Los extranjeros que llegan a la ACB no tienen –por regla general- carisma. Y, por supuesto, los medios tampoco favorecen la necesaria divulgación. La NBA lo copa todo en los Informativos. Gigantes ha tenido que subsistir como medio de periodicidad mensual y en la TDT no se localizan programas de baloncesto con sus necesarios reportajes. Durante un lapso de mi etapa en RMTV pude comentar algún partido de la ACB en directo. Miguel Ángel Muñoz y Jesús Alcaide eran garantía para la ACB. Incluyeron en la programación un programa semanal de baloncesto que incluía los resúmenes de los demás partidos y fortalecieron 6,75. Los responsables de la ACB entonces hallaron, curiosamente en el canal del Real Madrid, en un medio fiel para vender el producto. Lo agradecían.
Lo anterior enlaza con el valor que le otorga el Real Madrid a la competición desde un postura objetiva, el Real Madrid es ahora mismo un oasis. Pese a que resulta deficitario, se mantiene cada año una plantilla larga con jugadores únicos y carismáticos. Foráneos como Carroll, Thompkins o en su día Slaughter. Y todo el trabajo que se realiza en la cantera, la cual no solo vive de la captación de Doncic, permite que talentos como Radoncic o Emanuel Cate aporten juventud y calidad otros equipos. Si preguntas a cualquier ciudadano medio por los foráneos del Unicaja hoy, habrá pocas respuestas certeras. En cambio, el 80% del plantel del Madrid es reconocible. Permanece. Como ocurría en la ACB edénica de finales de los 80.
Esta política del club es el camino a seguir. Es cierto que los equipos no tienen poder adquisitivo, pero la clave es conseguir que las plantillas tengan una estabilidad y que el producto se difunda, se conozca, se asiente. Aunque sea por esa necesidad, la ACB debe reaccionar. Adoptar una postura de modestia, de asunción de responsabilidades con lo que ocurrió en la Copa del Rey. Lo contrario puede ser el golpe de gracia para el baloncesto español. Y lo dice quien ha disfrutado de cualquier equipo modesto, y que se sentía dichoso cuando ciudades míticas como León, Cáceres, Huesca, Girona o Valladolid tenían representación en la ACB.
La ACB debe poner orden y entender que la acción de Tomic supone perder el último reducto de identidad. Puede suponer la huida justa del Real Madrid. ¡No me quiero imaginar las futuras audiencias llegado el caso! Y por supuesto, el Real Madrid no debe aflojar si no es con una rectificación auténtica de por medio. El madridismo así lo exige.
Foto: El Confidencial