#OpiniónReal | Los analistas
Hace muchos años hablé con Rafa Benítez en su etapa en el Liverpool. El técnico me expresó su malestar hacia la figura del analista de fútbol internacional. Por aquel entonces había uno que copaba todos los espacios, el más paradigmático. A Benítez le enojaba que el analista en cuestión descalificara su labor por un hecho equivocado. Según Rafa en cada retransmisión vertía el mismo comentario, que el entrenador del Liverpool erraba al dejar fuera del equipo al español Luis García.
Benítez argumentaba que Luis García se descartaba, que no se encontraba bien físicamente, que tenía molestias. Benítez esperaba una llamada del analista o de alguien que tuviera que ver con las retransmisiones. No se produjo. Era un comentario con el que el analista se arrogaba de unos poderes y de una superioridad sobre el propio entrenador.
El departamento de comunicación del Liverpool tampoco debía estar muy pendiente de las retransmisiones españolas -como es normal por otra parte-, así que el diletante futbolístico se encargaba de poner en solfa la labor de un entrenador, con un hecho mendaz. Un jugador no puede ser alineado si no está bien.
Esta anécdota de Rafa Benítez debe proliferar a día de hoy. Ya no solo hay un analista localizado. Con el auge de Internet, y la aparente facilidad para conocer jugadores exóticos, todos los entrenadores del mundo están sometidos a un estrecho marcaje por miles de analistas desconocidos entre la gente del fútbol, pero con miles de seguidores en las Redes.
A esto hay que añadir la vaga comunicación de los equipos de fútbol, pendientes de ocultar el estado de la enfermería o de forma de cualquier miembro de la plantilla. Y, por supuesto, la política de entrenamientos a puerta cerrada. Desde fuera es imposible discernir si un jugador tiene voluntad de ayudar a un equipo o no.
En lo que respecta al analista, todos se rigen por un mismo patrón. Son dogmáticos o quizá sentenciosos. Tienen un punto de arrogancia que les lleva a despreciar a entrenadores formados o con muchos años de experiencia. Se creen en la posesión de la verdad. Si se les ilustra sobre un error se defenderán de cualquier forma. El analista moderno nunca reconocerá que le falta información para emitir sus juicios o, por lo menos, para hacerlos de forma tan contundente. Y no dan ningún valor a que un entrenador tenga un equipo repleto de profesionales a su lado, formados y con experiencia, apoyados por sistemas tecnológicos avanzados. Incluso en ocasiones las decisiones pueden haberlas adoptado de forma conjunta.
El analista sabe más que la suma de 6 ó 7 profesionales, y para que su discurso tenga atractivo, se obvia todo y se increpa únicamente al entrenador.
Durante años seguí el Castilla. Aunque no entraba entre mis obligaciones, me molesté en hablar con entrenadores y personajes relativos a la preparación de los encuentros. De muchos equipos. Ninguno le otorgó al Castilla de Solari ninguna posibilidad de ascenso. Alegaron muchas cuestiones. Y sabían que con perfiles tipo Lin, el Abner después de la lesión o Nikos como delantero centro, el equipo no tenía nada que ver con el de Ramis, con Mariano y Mayoral.
Pese a todo, a día de hoy seguiré leyendo -de soslayo- a mucho analista criticar a Solari por lo que hizo en el Castilla. En la época actual el mito de la caverna debe alterarse. Los prisioneros son los entrenadores. Ellos tienen todos los datos y, en cambio, no ven, solo ven sombras.