#OpiniónReal | Asesores del desarraigo
Como mi admirado @Rancoma_ en ocasiones soy hostil al fútbol moderno. Echo de menos las retransmisiones radiofónicas de los domingos, la verosimilitud de las noticias en el mercado de fichajes o la anteposición de los intereses generales de los aficionados a otras cuestiones más de índole económica. Tres reminiscencias que evoco del pasado y que parecen inescrutables en el presente.
El interés primario de un aficionado al fútbol es su equipo. Su identidad. Sus colores. Se siente parte de ese club y cada acción diaria está dirigida a reforzar ese vínculo. El club está por encima de todo, también de jugadores o entrenadores ilustres.
La anterior sentencia era inquebrantable otrora. De un tiempo a esta parte, los jugadores han adquirido una mayor dimensión, como si se arrogaran atribuciones ilícitas, como si pretendieran convertirse en entidades con la misma altura que los clubes, para desafiarles en importancia. Hay aficionados que caen en la trampa de lo particular.
Uno de los grandes males del fútbol a la hora de desorientar a los futbolistas son los representantes. Doy un ejemplo biográfico. Recién terminada la Universidad participé en tertulias locales que se caracterizaban por dar cabida a un agente de futbolistas. Casi por inercia esas charlas alababan a los jugadores vinculados al agente, y se devaluaban a los jugadores restantes. El representante se sentía cómodo entre periodistas. Influía. Aseguraba la inmunidad para los suyos. Pese a esa cercanía nunca te informaba de ningún fichaje en primicia.
Lejos de diluirse, la simbiosis entre periodismo y representantes se acentúa. Los representantes filtran informaciones interesadas sobre fichajes. En ocasiones dan lugar a portadas de escasa verosimilitud que nos llevan al equívoco y la confusión. Los representantes anhelan la movilidad de sus pupilos, que se pongan a malas con su club, que se vayan a otro sitio, no dudan en llamar a la puerta de otros clubes para que preparen ofertas.
No guardan ni un ápice de sentimentalismo. Les resulta indiferente que su jugador pierda deportivamente, o que los aficionados que le idolatran se queden heridos. No son variables que contemplan. Seguirán forzando comidas con periodistas para suministrar informaciones falaces y participando en tertulias para crear una corriente de opinión favorable al suyo y lesiva con el competidor. En el caso De Gea-Kepa se ha comprobado un episodio de lo que digo.
La realidad es que con las confesiones de estos representantes el periodismo acierta menos que nunca. Se les hace el juego para que puedan chantajear a los clubes y, mientras tanto, el aficionado siente desarraigo, al pensar cada verano que alguno de sus jugadores favoritos “se va seguro, porque ya lo tiene hecho con otro equipo”.
Texto: @DBenavidesMReal