#Opinión | Y ahora, ¿qué hacemos?
31 de mayo del 2018. Zinedine Zidane se sienta junto a Florentino Pérez en la sala de prensa de Valdebebas y suelta la bomba: «Después de tres años, veo que es momento. Si yo no veo claramente que vamos a seguir ganando, llega un momento en el que es mejor cambiar y no hacer tonterías«. Desde el instante en el que el francés pronunció esas palabras, todo ha ido a peor en el Real Madrid. Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? ¿cuánto tiene que ver la marcha de Zidane en la situación actual? Y, sobre todo, ¿qué es lo que va a pasar tras perder todas las competiciones en una semana?
Para comprender el presente hay que viajar al pasado. La marcha de Zinedine Zidane es el comienzo de la situación actual del Real Madrid en el plano deportivo. El club no tenía “plan B”, y eso quedó más que claro al comprobar los candidatos que iban sucediéndose: Allegri, Klopp, Conte, Pochettino…todos ellos muy diferentes en su metodología, pero con algo en común: ninguno podía asumir el puesto de Zidane por diferentes motivos. El club, por tanto, se encuentra en una situación de improvisación total que da como resultado la llegada (no sin polémica) de Julen Lopetegui al banquillo madridista. Un nombramiento que generó ilusión por lo que había demostrado el vasco en la selección y, sobre todo, por el perfil de jugadores que componen la plantilla, a priori ideales para ser potenciados por Julen. Motivos para creer había, pero el primer “lunar” apareció a las 3 semanas: Cristiano Ronaldo se iba a la Juventus por 100 millones de euros. La reacción del club tras este traspaso, -no realizar ningún fichaje de relumbrón para sustituir al portugués-, explicará muchas de las cosas sucedidas a posteriori, pero no todas.
Al grano, pues. Si la marcha de Zidane fue el inicio de todo, no se explicaría la situación actual sin el breve paso de Lopetegui por el club. Un paso que, siendo honestos, tenía muy buena pinta. El Madrid del primer mes de competición agradaba a los ojos por su juego coral, su presión ordenada y su formidable manejo del balón, con el partido ante la Roma como ejemplo ideal para comprender lo que, en un principio, iba a ser el Madrid de Lopetegui. Pero tras la primera derrota en Sevilla nada volvió a ser lo que era. El Madrid cayó con estrepito, y algo debió pasar en la mente de un Lopetegui que acabó condenado tras batir varios récords negativos. Sería injusto responsabilizarle de todo, pero más injusto sería no asociar sus decisiones a que el equipo estuviera 9º en liga. Se podría decir que, ante todo, a Julen le faltó valentía para jugársela con los Vinicius, Reguilón, Valverde o Marcos Llorente, justo lo contrario a lo que se podía pensar de él al llegar al banquillo de Chamartín.
Lopetegui no llegó a noviembre y su sustituto fue Solari. El paso de Solari por el Real Madrid, hasta ahora, se resume en un equipo más pendiente de tapar sus defectos que de potenciar sus virtudes. Solari mejoró los resultados de Lopetegui a costa de sacrificar el talento y dar mayor importancia a la solidez y el esfuerzo. Una fórmula que, unida a su apuesta (tardía) por Vinicius, parecía dar resultado. Nada más lejos de la realidad, claro. Solari no ha tenido respuestas a tantas preguntas, y su inmovilismo táctico en el último mes ha resultado tan o más perjudicial que las decisiones (o mejor dicho, las no decisiones) de Lopetegui. Su plan inicial fue el adecuado porque logró socorrer a un equipo muerto en todos los aspectos, pero cuando ha habido que modificar algo, ni el entrenador ni el equipo han estado a la altura.
Y ahora, ¿qué hacemos? Eso se debe preguntar Florentino Pérez y la gran parte del madridismo. Es imposible saber la forma de acertar, y sería muy osado darle consejos al presidente ganador de 5 Champions de que tiene que hacer con el equipo. Pero hay una palabra que debe estar en la mente de todos: calma. Lo único positivo que se puede sacar de 3 meses sin nada en juego es que el club puede planificar de forma sosegada la próxima temporada. Hay que fichar a un entrenador, pero no al primero que pase por la calle. Hay que traer jugadores de ataque, pero no desperdiciar millones en medianías. Y, sobre todo, hay que dejar al fin la improvisación y tener claro que rumbo se ha de tomar en el proyecto deportivo. La base de la plantilla es buena y hay tiempo para analizar cuál es el entrenador adecuado.
El Madrid volverá, pero no debe hacerlo a través de la revolución. No hay que cambiar la plantilla al completo, sino potenciar sus puntos débiles. Las 4 Champions en 5 años no llegaron a través de un proceso sencillo y corto. Hubo que fracasar y equivocarse, cambiar el rumbo inicial y pensar detenidamente las decisiones a tomar. Precisamente el regreso a la improvisación ha traído consigo el desastre vivido esta temporada. Si el club quiere acertar, la paciencia será su mejor aliado.
Foto: GQ