Opinión | Vinicius tiene nuevo compañero de baile
@cbf_futebol
El brasileño tendrá un nuevo compañero con el que danzar ante las miradas de un público juzgador a partir del próximo verano.
Hay parejas que encajan a la perfección. Parejas que, bajo el ritmo lento de la melodía, se compenetran y se forman en uno solo. Dúos que pasan a completar los libros de historia por el triste recuerdo que deja su separación, igual que los que lo hacen por juntarse en el momento adecuado. El futbol añora y recuerda duplas como la de Di Stefano y Puskás; Pelé y Garrincha; Kubala y Luis Suarez; Van Basten y Gullit, como también echa de menos el Real Madrid una combinación armoniosa y perfecta como la de Butragueño y Hugo Sánchez.
Hay jugadores capaces de crear el silencio. Futbolistas que convierten el césped en una pista de baile semejante al salón de Versalles, en el que las vallas publicitarias son tan solo las paredes decoradas, y las gradas son el atónito público que, entre murmullos y admiración, miran asombrados el movimiento. El público anima, aplaude, silba e incluso insulta, pero para el jugador, en el momento en el que recibe el balón, se hace el silencio, suena el piano e inconscientemente convierten la pista en una obra de arte. El Real Madrid conoce a la perfección esta sensación, y es que desde hace años Vinicius sabe bailar sobre el césped. Un bailarín experto, capaz de combinar la elegancia y la bravura que supone encarar a un rival y, a su vez, hacer disfrutar al público.
Hay quienes dicen que baila mejor solo, los hay que piensan que no, pero la realidad es que este verano, Vinicius Junior tendrá un nuevo compañero de baile: Endrick. Y no hablo de una pareja con la que celebrar goles, sino hablo de aquel amigo que te ayuda a generarlos, porque desde que se fue Karim, Vinicius baila solo.
Endrick, un bailarín inexperto
Un futbolista que con tan solo 17 años ya conoce la gloria y, a pesar de su corta edad, puede presumir de tener 4 títulos en su palmarés. En el Palmeiras, Endrick pone la música, y tiene la habilidad de convertir cada balón que toca en la danza final de su rival. Porque, el rival, sin quererlo, también baila. El Bernabéu es el escenario más prestigioso del mundo, donde el público se convierte en un jurado capaz de hundir a los bailarines y donde la presión mediática te sitúa en el centro de todas las miradas. Los hay que no lo aguantan, y los hay, como es el caso de Vinicius, que son capaces de convertir las burlas y las risas en silencios y aplausos de admiración.
La inexperiencia y la juventud tienden a ser los peores enemigos de los artistas, y es por eso que existen las dudas cada vez que aparece un nuevo bailarín, pero Endrick, querido lector, tiene algo especial. Un aura que encandila al más iluso y hace creer que aquellos 72 millones que tan cuestionados fueron, al final se queden en un gracioso recuerdo de lo poco que tuvo que pagar el Real Madrid. Es evidente que es pronto para hablar, pero, si les soy sincero, a un servidor le ilusiona saber que el año que viene el Bernabéu tendrá una nueva pareja de baile.
Dos jugadores que sonríen al tocar la pelota, que sustituyen, en su propia cabeza y en la de los aficionados más enamorados, el aparatoso ruido del estadio en una brillante interpretación de Sebastian Bach. Dos jugadores que saben lo que es vivir y sentirse vivo, porque, en cada baile, en cada ligero movimiento, reciben la adrenalina que supone ser el centro de las críticas, y es por eso que creo que ambos están destinados a interpretar el mismo baile.
Solo el futuro sabe si ambos jugadores están destinados a brillar juntos, pero por el momento, el madridismo puede sonreír ante la posibilidad de estar gestando una de aquellas duplas que el fútbol tanto añora.