#Opinión | Vinícius ha resucitado el fuego en la delantera del Madrid
Ganar siempre ha sido una constante en el Real Madrid. No en vano fue considerado por la FIFA como el mejor club del siglo pasado. Ganar, ganar más y luego de eso seguir ganando más era lo que se buscaba, aunque esto no ha cambiado. Desde hace muchos años, la afición merengue ha sabido exigirle a sus jugadores que, más allá de ganar, sientan los colores, que los defiendan y que estén dispuestos a dejar la vida por esta camiseta. A pesar de los altibajos de creación de juego en las últimas temporadas, se veía a ese equipo que lo dejaba todo en el rectángulo de juego, situación que, a partir de septiembre del año pasado, pareció ir empeorando cada vez más.
Para algunos, el hecho de ganar cuatro Champions en cinco años y que tres de ellas hayan sido consecutivas es mérito suficiente para dejar de sentir ese apetito por continuar ganando. Pero, para otros, los que saben muy bien lo que significa vestir la camiseta del trece veces campeón de Europa, haber ganado tres Copas de Europa al hilo solo es motivo para ir a por la cuarta en fila y la quinta en seis años. Esta presión pareció calar en algunos futbolistas. Veíamos a un equipo sin alma, apagado, pasivo, sin ganas de demostrar más de lo que ya ha demostrado en épocas pasadas. Pasó con Lopetegui y había pasado de a ratos con Solari. Pero algo cambió.
Primero por necesidad, diría, pero ahora por meritocracia. Con esa frase se pueden resumir las titularidades de un joven de 18 años que pasó de jugar en el Brasileirao a jugar en La Liga, un joven que llegó a deslumbrar a un Maracaná repleto de aficionados… Un joven que hoy ocupa el extremo izquierdo del ataque del Real Madrid y que ha sabido revivir el espíritu competitivo de todo un equipo, que ha sabido devolverle el gol al Bernabéu, retornar las alegrías, los gritos de euforia.
Hasta ahora, había tenido partidos sumamente buenos, en su mayoría, pero lo que ha hecho esta semana ante el Sevilla y el Girona, por Liga y Copa, respectivamente, ha sido un festival que este público tenía mucho tiempo sin ver, al menos esta temporada. Ayer, ante los catalanes, asistió, dio un pase para asistir y, además, generó un penal que transformó el capitán. La verticalidad de Vinícius, el desparpajo, las ganas con las que se le ve partido tras partido, el carácter que posee… Es un jugador que está llamando a la titularidad en un equipo plagado de estrellas consolidadas, lleno de otras promesas que también han demostrado lo que tienen para dar, como Asensio, por citar un ejemplo.
Dentro de todo, y pase lo que pase cuando regresen todos los que están lesionados, creo que no sería descabellado comenzar a pensar en la opción de tener a un Sub20 como titular en la delantera del Madrid. Con honestidad, aunque carezca de experiencia, de sapiencia, de esa calma que te dan los años, hoy el equipo necesita a este jugador, necesita alguien que contagie a los demás de su propia electricidad.
Fueron tres al Leganés, dos al Sevilla, dos al Betis, cuatro al Girona… El equipo, ofensivamente, ha encontrado ese ritmo que había perdido a principios de temporada. Y la razón se llama Vinícius y viste el dorsal 28 en su espalda. Quedará esperar y ver cómo sigue evolucionando, pero para eso, este joven tiene que jugar sí o sí y continuar su proceso de adaptación a este fútbol que parece sentarle de maravilla.
Lo que estamos viendo puede ser apenas el prólogo de la gran épica que escriba un tal Vinícius Júnior en la capital española.
Texto: Simon Antonio do Couto
Foto: El Español