#Opinión | Victimismo en el fracaso
Ganar el Balón de Oro se había convertido en una cita especial para Cristiano Ronaldo y Messi. Pero solo para ellos dos. Los mejores jugadores del planeta, casi de la historia, que han protagonizado año tras año el duelo por ser el número uno del momento. Jugar con ellos era el premio del resto y el orgullo de sus aficionados.
Un duelo que será inolvidable pero al que ha puesto fin Luka Modric. Quien ha tenido que acabar con el duopolio del éxito individual ha sido un madridista. Mazazo para unos y refrendo para otros. El Madrid, una vez más, en la cima del deporte mundial. Y eso no iba a gustar, claro.
La campaña se ha hecho notar en estos últimos meses. El premio estaba cantado. Era la hora de Modric, de un ‘no goleador’. De otro talento que siempre ha enamorado al fútbol. Porque Modric siempre ha gustado. Recibió la habitual bienvenida de medios antimadridistas con comparaciones penosas y fantasmagóricas, pero poco a poco logró borrarlas en el campo. Todos se rendían a él. Incluso los más reacios a asimilar un éxito merengue. Modric era el mejor, por delante de un odiado Cristiano, para muchos profesionales.
Ahora, nunca habían contado con que Modric pudiera optar a premios individuales. A liderar el fútbol mundial. A ser el mejor. Y de alguna manera tenían que remediarlo. Los insultos y desprecios a Modric han sido constantes. Los mismos que se vieron en su llegada a la capital. Era rememorar el fichaje del croata por el cuadro merengue.
Todo por no ver al Madrid en la cumbre. Todo por no alabar la gestión de fichajes del conjunto blanco. Todo, al fin y al cabo, por ‘madridfobia’. Y la táctica que se ha utilizado para denigrar el premio ha sido aupar al resto de participantes. El Griezmann «niñato» que muchos tildaban ahora era el sucesor de Cristiano. El Messi que vomitaba en pleno partido volvía a ser el que enamoró también al madridismo. Y Simeone fue el Simeone de siempre, y más Simeone que nunca.
El de tapar sus fracasos deportivos, y los de sus jugadores también, a base de victimismo. El mismo que ha empleado para ponerse al nivel del Huesca, en un supuesto, si empataban ante ellos. El mismo que le ha servido de escudo para ocultar sus derrotas ante el Barcelona y su falta de títulos. Porque el victimismo se ha convertido en la forma de hacer olvidar los fracasos. Una manera única y que Simeone maneja a la perfección para teñir de injusticia lo que es simple y llanamente una derrota.
Foto: Le Figaro