#Opinión | Una camiseta blanca y muchas Copas de Europa
Ganar, ganar y volver a ganar. Podrá ser el mantra por excelencia creado por Luis Aragonés, pero la realidad es que el Real Madrid es el único club del mundo capaz de mantenerlo intacto a lo largo de toda su historia. Es el objetivo máximo. Pero, además, se debe defender con honor, orgullo y calidad deportiva. Hay quienes eligen algunos de estos aspectos, el Real Madrid conjuga todos ellos.
Con estas premisas se ha llegado a alcanzar la excelencia. Y el éxito, en prácticamente todas sus vertientes, va acompañado de una animadversión. Legendaria, como el Real Madrid, es la cruzada de algunos contra el mismo. Y, después de tres años de oscuridad y cinismo, llegó la oportunidad. El Real Madrid de Julen Lopetegui no termina de encontrar la vía de la victoria.
Sin embargo, las habituales críticas ya no afectan solo a la sección de fútbol, sino que incriminan a la de baloncesto. La estabilidad de ambas secciones del Real Madrid parece haber llegado a su fin, es un hecho. Pero lo peor no es que los grandes enemigos del equipo merengue saquen las armas en el momento preciso de la batalla eterna contra el mejor club del mundo. Lo más despreciable es usar al conjunto de baloncesto como arma arrojadiza para infravalorar hasta la enésima potencia al plantel de los pies. Convertir a Pablo Laso en la pieza final que dé el empujón a Julen Lopetegui hacia la cola del paro.
Hasta ese punto hemos llegado. Al del enfrentamiento de secciones. Si el baloncesto no suele ser -por desgracia- tema principal en la agenda setting del periodismo deportivo, ahora se ha ganado tener segundos de protagonismo para dejar en evidencia a Sergio Ramos y compañía. Ya no desde fuera del madridismo, sino también en el seno de la afición que acude al Santiago Bernabéu y al WiZink Center de forma habitual. Los propios aficionados echando en cara a sus jugadores que no se parezcan a sus otros jugadores, valga la redundancia.
La libertad de crítica es infinita, y los argumentos para sostenerla también. A cualquiera le gustaría que el Real Madrid de fútbol volviera a mostrar su mejor versión y encadenase una racha intacta como la que se vive en baloncesto. Ahora, acordarse en momentos como estos del “Madrid de las manos” no parece lo más coherente tras lo escuchado este último verano en los sectores del madridismo.
Porque la sección que dirige Juan Carlos Sánchez carece de fichajes estrellas y millonarios, de ‘Neymares’, al fin y al cabo. Sí, como el Real Madrid de Lopetegui. Porque el equipo de Pablo Laso destaca por la estabilidad jerárquica existente. Sí, como el Madrid de Lopetegui. Porque el equipo de Pablo Laso, a pesar de las salidas de sus Cristianos Ronaldos -como el Chacho-, de los problemas de su Bale -como podría ser Rudy- o de la sangre fría de su Benzema -como Randolph-, ha mantenido la misma línea estratégica. Con calma y unión entre grada y vestuario, se consigue el legado que vivimos. Calma y unidad.
Y porque, como dijo Van Palomaain en una frase para la historia: «No hay un Madrid de fútbol y uno de baloncesto. Hay un Real Madrid, una camiseta blanca, un escudo redondito y muchas copas de Europa».
Texto: Jorge Martínez
Foto: El Español