#Opinión | Un penalti de infarto
Gerona, un domingo de agosto por la noche. Negras tinieblas amenazaban con sacudir un corazón ansioso por latir. Un campo maldito desde la temporada anterior sacudía la poca estabilidad que puede tener un madridista en estos tiempos, mucho más desde que se fuera un tal Cristiano de apellido Ronaldo.
Pero ahí estaba él. Un Rey al que todo el antimadridismo se empeña en apellidar “de Bastos” pero que en realidad es un Rey de Copas.
Tras un primer tiempo con viejos vicios y mismo indeseado resultado, que nos recuerda tardes nefastas de un pasado (liguero) reciente, Sergio Ramos apareció para capitanear, una vez más, la ascensión del alma blanca desde el barro hasta el cielo.
Un penalti provocado por el “Príncipe Asensio” nos daba la ocasión de hacer borrón y cuenta nueva. La ocasión de empezar la segunda parte como si aquí no hubiera pasado nada.
Cinco minutos antes me imaginaba titulares como “ El Madrid tira la liga”, “El Madrid de Lopetegui no arranca” o “Un Madrid sin gol se deja los puntos en Girona”. Pero ahora ya había esperanza. Había que marcar ese penalti como fuera. Me imagino a cualquier madridista terrenal como yo, dando un trago tembloroso a su copa mientras subían los nervios viendo como el capitán blanco ponía el balón en el punto de penalti, repitiendo por dentro: “no puedes fallar capi”, “no puedes fallar capi”…
Y en esas estábamos cuando al señor Sergio Ramos (DSRG), con toda la sangre fría del mundo, se le ocurre tirar el penalti a lo Panenka, poniendo así a prueba la fiabilidad de todos los corazones blancos.
“Sergio Antonín Ramos Panenka” podría pasar a llamarse, ya que no es la primera vez que lo hace y me dá que no será la última. Azote de antimadridistas, levantador de Champions e instigador de infartos. Porque el que más y el que menos, y yo me incluyo, nos tuvimos que echar la mano al pecho aquella noche. Noche que empezaba negra y terminó muy blanca.
Texto: Raúl Mesa Nieto
Foto: ABC