Opinión | Real Madrid 2019-2020, ¿revolución o evolución?
Este domingo se cumplirá, exactamente, un año desde que el Real Madrid engordara un poco más su generoso palmarés en la competición con más glamour y expectación: la Liga de Campeones. En total, 365 días desde aquella noche en Kiev en la que Gareth Bale se empeñó en ser el hombre de las finales, el jugador que decantaría la balanza frente al Liverpool y obligaría a Florentino Pérez a buscar hueco en las vitrinas para una nueva ‘orejona’.
Ese pequeño viaje cronológico sirve para comprobar que el tiempo es una variable mucho más variable en el contexto futbolístico. Transita el Madrid en general y Gareth Bale en particular por un camino bien diferente, más polvoriento y árido, viendo desde la arena cómo el público de Chamartín baja el pulgar. Se esperaba que Zidane fuera un punto de inflexión, que ejerciera de Leónidas espoleando a sus huestes, pero el francés sólo ha podido taponar la hemorragia con el brillo del exitoso pasado y la promesa de un futuro mejorado.
Como los amantes que se dan una nueva oportunidad, la afición merengue mira al verano con un punto de ilusión, creando onces ficticios en base a la constante rumorología que llena unos periódicos cada vez más vacíos de certezas y más llenos de hipótesis. Lo único que está claro es que hace falta un punto y aparte para dar un giro a este guion dramático y eso, en la mente de muchos aficionados, pasa por un abrupto cambio en los cromos.
Neymar, Mbappé, Pogba, Hazard, Jovic… la lista es tan larga que uno pudiera pensar que estamos en plena campaña de Reyes o que se ha sentado a jugar en algún simulador tipo PC Fútbol. Ni una cosa ni la otra. Hace un año el vestuario estaba conformado prácticamente por el mismo bloque (quiten a Cristiano Ronaldo, Borja Mayoral, Achraf y Theo y sumen a Vinicius, Mariano, Odriozola, Reguilón y Brahim) que volvía a proclamar su condición hegemónica en el escenario más difícil posible, la Champions.
Sí, es cierto, este año natural parece haber caído como una década en las piernas de Kroos, Modric o Marcelo, pero si dejamos a un lado los debates extremismos quizás caeremos en la cuenta de que la plantilla no es un desastre, al igual que era mejorable la pasada temporada. Un goleador y alguna pincelada más quizás sean herramientas suficientes para un equipo que este curso ha dimitido muy temprano de todo, tal vez más por actitud que por aptitud. Así que, seamos serios. Esto no es un videojuego y al igual que sería casi imposible traer de una tacada a todos los cracks que antes mencionaba, también roza la utópico colocar por un precio razonable y jugoso a todos esos futbolistas que este año han estado lejos de honrar el escudo que defendían.
Y es que, después de muchos meses pensando ya en la próxima temporada, uno saca la conclusión de que el Real Madrid 2019-2020 puede (y debe) acercarse más a una evolución 2.0 del que jugó en Kiev que a una profunda revolución. A eso responden las renovaciones de jugadores como Kroos o Nacho. No es tiempo de guillotinas. Aún no.