#Opinión | Punto y aparte
La fase regular de la Euroliga se termina hoy con un Real Madrid-Brose que decidirá, en combinación con el resultado del Olympiacos-Zalgiris, nuestro rival en cuartos de final. Sabemos que para viajar a Belgrado antes hay que pasar por Atenas pero veintinueve partidos después, el Madrid sigue sin saber contra quién jugará el playoff y cuántos partidos de esa serie a cinco serán en casa. Eso nos da una idea bastante aproximada de la dureza de la competición, de la incertidumbre que se genera cuando compites cada semana contra lo mejor del continente, y del terrible esfuerzo que hacen los equipos al jugar dos ligas simultáneamente. Una locura que alguien debería arreglar más antes que después.
Sin ánimo de vestirnos de mártires ni de excusarnos en la fortuna, que luego dicen que nos invade la autocomplacencia y abandonamos los estándares mínimos de exigencia, sí debemos reconocer que el Madrid ha sufrido quizá más que nadie los rigores del calendario y de la mala suerte. Las lesiones han partido por la mitad al equipo y cualquier valoración no puede obviar un hecho tan incuestionable. Nunca sabremos qué habría sido del Madrid sin aquellos terribles meses de noviembre y diciembre, en los que el equipo cedió en seis partidos, más de la mitad del total. El naufragio lo vimos todos, sobre todo tras aquella paliza en Vitoria o las derrotas en casa contra Estrella Roja y Khimki. Realmente todos no, lo vimos todos menos los jugadores y el cuerpo técnico.
El general Invierno se llevó por delante a Gustavo Ayón y Anthony Randolph, bajas que sumadas a las de Sergio Llull y Ognjen Kuzmic, dejaban al equipo terriblemente afectado. Tampoco debemos olvidar que las bajas menos prolongadas de Trey Thomkins y Rudy Fernández se sumaron a las anteriores y dibujaron un panorama desolador. El Madrid se quedaba sin Ayón, Randolph y Llull, tres de sus cuatro principales generadores, dejando a un chaval de 18 años al frente del equipo. Afortunadamente ese chaval es un genio, uno de esos privilegiados que tienen una habilidad especial para hacer algo. Luka Doncic juega a baloncesto mejor que nadie lo había hecho antes a su edad. El genio respondió y nos mostró algo que nunca habíamos visto antes, y que probablemente no veamos después, un chavalillo dominando una competición de adultos. Absolutamente majestuoso.
Y sin embargo, el Madrid sobrevivió. Y lo hizo porque quienes quedaban sanos decidieron honrar el escudo en un maravilloso ejercicio de honestidad y rebeldía ante la derrota. Y quienes se ocultaban en el fondo del banquillo se situaron en primera línea de fuego con máximo acierto. Hay victorias que no traen trofeos pero te embriagan de una emoción de idéntica intensidad. El aficionado madridista solo puede sentirse orgulloso y honrado de que esta plantilla defienda nuestro escudo. Ellos han cumplido la máxima del club. Hasta el final, vamos Real.
Y en el final estamos, al menos de la fase regular, que luego ya veremos dónde terminamos. Un supercombo de esos tan raros que de vez en cuando nos depara la estadística nos puede mandar a la quinta plaza a pesar de haber hecho casi todos los deberes en estos últimos partidos. Una vez repasada la temporada, un desenlace tan pernicioso sería una forma incluso lógica de terminar esta adversa fase regular, perder el factor cancha por un combo extrañísimo de resultados. Esas cosas forman parte de la competición y hay que saber asumirlas como vienen.
Lo que nos queda es saber que la plantilla tiene ambición para regalar y que no van a escatimar ni un gramo de esfuerzo por lograr el objetivo. Los chicos no se arrugan, parece que la huella de Andrés Nocioni sigue sobrevolando el vestuario. Hay que mejorar, consolidar una rotación que con tanta entrada y salida ha perdido la frescura de principios de año, y confiar en que quienes regresaron de sus lesiones acudan al rescate de los compañeros que les cubrieron cuando no podían jugar. Pero eso ya es otra historia, eso ya habrá que contarlo más adelante, porque estamos solo a mitad de camino. Hasta el final, vamos Real.
Texto: @israelloranca
Foto: ABC