Opinión | Perdóname, míster
En el siguiente artículo voy a hacer algo que muchos medios de comunicación y gran partido del madridismo debería hacer: pedir perdón a Zinedine Zidane. El Real Madrid en ocasiones es así, y la enorme exigencia de este escudo obliga a analizar todo en caliente, lo que lleva a precipitarse. Reconozco que no quería a Zidane de vuelta en su momento, y los 3 meses posteriores unidos a la pretemporada me hacían pensar que llevaba razón. Para colmo, llegó el 3-0 de París y varios pinchazos inesperados en liga. Pero dudar de Zidane es dudar de la propia esencia del Real Madrid, y en cuestión de tiempo, el técnico francés nos ha vuelto a demostrar lo equivocados que estábamos.
Y es que un año sin títulos es dramático para el Real Madrid, y eso hace que hasta el ganador de 9 títulos de 13 diputados como entrenador del equipo reciba críticas muy duras. Algunas (en las que me incluyo) eran debido a la marcha del equipo y la desesperación que eso nos causaba; otros simplemente le venían esperando desde hace mucho tiempo. Pero a unos y a otros nos ha demostrado que sí, que había un trabajo táctico, un plan a largo plazo y confianza en los jugadores jóvenes. E incluso mano izquierda para gestionar el tema Bale o el retorno de James. Y ahora el Madrid no solo está ganando partidos, sino que también realiza un fútbol de alto nivel. Se podría decir que, exceptuando el partido ante la Roma con Lopetegui, no se veía jugar tan bien al Real Madrid como en este último mes desde el año del doblete con el propio Zidane. Y eso no es fruto de la casualidad.
La irrupción de Fede Valverde es un gran ejemplo. ¿Cuánta gente veía en el uruguayo una opción real para el centro del campo? Pues el que quiso a Federico desde el día 1 fue el técnico francés. Y lo ha demostrado poniéndolo. Recibió críticas por incluirlo en el once titular frente al Atlético de Madrid, pero 2 meses después, todos tenemos claro que Valverde es una de las claves del gran momento del Madrid. Segundo ejemplo: Rodrygo. No tuvo problemas en darle el puesto tras estar 1 mes antes jugando con el Castilla. Y el chaval sale y se hincha a marcar goles. Y a eso sumemos la mejoría defensiva del equipo (tercer equipo menos goleado de la liga con 10 goles). Todo esto explica claramente una cosa: Zidane de táctica sabe, y bastante. Se pueden cuestionar sus decisiones, y un servidor lo seguirá haciendo si lo considera oportuno (aunque con la cautela no mantenida en los últimos meses). Pero insinuar su inoperancia táctica solo está al alcance de mentes enfermas de odio.
Por supuesto, la temporada no ha acabado, y el gran nivel de estos partidos no servirá de mucho si a final de temporada no se logra vencer. Pero sirven para que todos empecemos a respetar más la figura de un entrenador que no ha perdido una sola eliminatoria de Champions en toda su carrera, pese a enfrentarse a los equipos más poderosos de Europa. Un entrenador que rescató al equipo en 2016, cuando la situación era realmente mala, y que aceptó regresar el pasado mes de marzo en una situación todavía peor, en un acto de madridismo difícil de igualar. «Yo es que soy blanco, hombre», dijo el otro día en sala de prensa. Pero no lo es porque lo diga en público, sino por como lo demuestra con sus actos.
Vaya desde aquí mi disculpa, aunque no sirva de mucho, a Zinedine Zidane. Se podrá equivocar, tomar decisiones contrarias a la opinión general o podrán gustar más otros entrenadores. Pero no se puede dudar de un ganador nato y de un hombre de fútbol. Se lo ha ganado con su currículum en el club y con el acierto en sus decisiones, demostrando un ojo para detectar el talento a la altura de muy pocos (Varane llegó con 18 años por recomendación suya, y quiso fichar a Mbappé con 14 años). Dejemos que trabaje a su manera y esperemos a final de temporada para extraer conclusiones. Con eso me refiero al madridismo, claro; los que le llevan esperando desde el 5 de enero de 2016, van a seguir haciéndolo mientras sea entrenador del Real Madrid.
Foto: forbes.com