Opinión | Pecadores
Quién nos iba a decir que iban a ser los madridistas quienes más iban a echar de menos a Heurtel en el Clásico de este domingo.
Después del esperpéntico episodio de Estambul, el francés ni tan siquiera viajó esta vez con “sus compañeros” a Madrid. Supongo que tendrían miedo a que se pusiese en el fondo de los Berserkers con bombo y bufanda. Con Heurtel nos pasó lo mismo que con esa chica por la que nunca sentiste nada hasta el día que un amigo te comenta que ella anduvo un tiempo detrás de ti y ahora, que ella ya te tiene olvidado, notas una ausencia por algo que nunca quisiste tener.
Confiábamos en que de la misma manera que el Facu nos hizo olvidar la marcha de Doncic sin necesidad de acudir al mercado en busca de una superestrella, Lapro consiguiese engañarnos lo que resta de temporada haciéndonos creer que entre él y Campazzo apenas hay diferencias. En principio no tendría que salir mal: los dos son argentinos, los dos son bajitos, los dos tuvieron un comienzo titubeante en el Madrid y los dos fueron MVP de la Liga Endesa. El cambiazo no parecía tan difícil, de hecho, en los primeros partidos “postcampazzo”, Laprovittola dejaba destellos propios del jugador al que se le caían los puntos de las manos en el Joventut.
El comienzo del Clásico con buenas decisiones de pase, frescura y valentía en sus penetraciones, alimentaba esta imagen de resurrección del jugador argentino. Fue un espejismo. Enseguida volvimos a ver al otro Laprovittola, al de la cara de susto, más propia del juvenil que sube un día a entrenar con el primer equipo que del base titular del Real Madrid. Puede que esta sea la causa de su acongoje, quién no lo estaría si a mitad de temporada tienes que ocupar un puesto por el que los últimos años desfilaron el Chacho, Llull (antes de la lesión), Doncic y el propio Facu.
Y fue en los errores no forzados del argentino, sus pérdidas, su cierta falta de concentración en algunos momentos cuando el aficionado madridista comenzó a pecar imaginando cómo estaría discurriendo el partido si fuese Heurtel y no Lapro quien se encargarse de subir el balón. Son pensamientos oscuros e inconfesables porque hasta hace unas semanas nadie se planteaba la necesidad de tener a Heurtel en el equipo, porque son injustos con un jugador que se vio obligado a asumir un rol que no le corresponde y sobre todo porque no queremos reconocer que si finalmente Heurtel no recala en el Madrid algo nos va a fastidiar. Aunque sólo sea un poquito.
Texto: Ramón Dorrego Fernández de Soto
Foto: ACB Media