Opinión | Paracaídas o agitar los brazos
Y es que creo que no estoy pecando de excesivo atrevimiento cuando digo generalizando que «todos tenemos la sensación» de que hay partidos que los jugadores se nota que quieren jugar y partidos que los juegan porque así lo pide el calendario… y hasta ahí lo entiendo como una situación normal, mejor dicho, normalizada, ya que personalmente ni concibo ni acepto el hecho de que especialmente con el escudo del Real Madrid en el pecho, un jugador se vea con la autoridad suficiente y la connivencia de determinados focos que rodean el mundo del fútbol para «elegir» el partido en el que ese escudo pueda deshonrársele sin que pase nada, más allá de alguna pataleta mediática que como dice Zidane se acaba pasando porque «lo bueno es que tenemos un partido pronto».
Pero como digo, respecto a la motivación de unos jugadores que han ganado todo y de forma repetida, lo voy a tomar como algo normal(izado) ya que el jugador queramos o no, es egoísta, mira por su bien lo primero y luego si hay tiempo vuelve a mirar por su bien… lo que no puedo aceptar es que el que elija los partidos sea el entrenador; y es que no sólo da la sensación de que un jugador un día sí hace la cobertura a su compañero y al día siguiente tarda en replegar, es que hay cierto tufillo a que al día «D» se llega con una preparación táctica y de conocimiento del rival bastante buena -que acaba desnivelando nuestra calidad superior e indudable grandeza de muchos de los integrantes de esta plantilla- pero que sin embargo en otros partidos no sólo el jugador no sale con sangre en el ojo (esto es una cuestión mental, de hambre, de motivación) es que el jugador no sabe qué debe hacer, no sabe a quién se enfrenta, no conoce cómo puede ese rival «sin nombre» hacerte daño. Tenemos un doble ejemplo muy claro, cercano y contundente, y no es otro que la forma en la que se paró a Romelu Lukaku (uno de los mejores delanteros del mundo e incómodo como poquísimos por su envergadura y condiciones físicas) y sin embargo no se consiguió ni detectar ni frenar a Joselu (jugador que milita en el Deportivo Alavés -con todos mis respetos a Club y jugador-) apenas 3 días después… esa dejación de funciones por parte del entrenador no la puedo ni se debe defender y ejemplos de estos hay muchos, y no lo digo como frase hecha, los hay.
Estoy convencido de que no es por dejadez de Zidane sino por su entendimiento de lo que esos jugadores tan especiales demandan… pero -y ahora sí que hablo por mi mismo- no puedo defender un equipo que juega 10-15 partidos de 60-70 por temporada, porque los títulos son importantes claro, pero no perder 2 horas cada 3 días más el consiguiente cabreo que arrastras durante horas/días (cada uno a su manera) también es importante, y como podemos hacerlo porque tenemos jugadores para ello, debemos exigir regularidad, no digo en la excelencia, pero hay unos mínimos que no podemos cruzar, y nos estamos acostumbrando a vivir por debajo de esos mínimos y sacar la cabeza de vez en cuando, y debería ser al revés… y por favor, no caigamos en el mito de que La Liga Española se ha endurecido cuando la realidad es que tú te has acomodado… -tampoco ayuda que el que es tu rival que siempre sirve de medidor de tu actualidad esté sumido en una crisis que engloba todos sus estratos- dicha referencia comparativa es la que está desvirtuado nuestra realidad, nos estamos fijando en que el coche blaugrana está en nuestro retrovisor, pero ignoramos que nuestra velocidad ha ido decreciendo de forma considerable y que el resto de coches se acercan incluso te adelantan… ojo, no digo que el resto no haga o esté haciendo bien las cosas, digo que a igualdad de esfuerzos, nosotros siempre estaremos por encima, el problema es que nuestros esfuerzos se han convertido en algo demasiado esporádico y excesivamente selectivo.
Entonces ¿qué podemos esperar de nuestro equipo? pues lo que llevamos semanas sabiendo y en estos 3 partidos finalmente confirmado… que habrá días «D» en los que nos lanzaremos del avión con el paracaídas preparado, con el viento controlado y con un plan para aterrizar de forma segura, y así será, o como mínimo -el mínimo exigible al que hacía mención- así lo parecerá… pero llegará más de un día en el que al lanzarte no tendrás nada a lo que aferrarte, te quedarán los recursos a la desesperada de siempre, los que evidencian esta sonrojante falta de preparación del partido cotidiano/aburrido/obligado, ese que no pueden llamar «final», ese que si se gana bien pero sino no pasa nada, ese que piensan que sacarán adelante dando un 40%, -un porcentaje que dada nuestra plantilla actual no nos podemos permitir puesto que no tenemos ni atajos al gol ni dominio alguno del partido que es lo que te permite dosificar/te- ¿los recursos? los ya sabidos; centrar por centrar, pasar por pasar, hacer jugar al que sea porque «su presencia no debería afectar», no atender a las fortalezas del rival ni explotar sus debilidades y agitar los brazos, a ver si con suerte consigues que la caída no sea tan dura.
Y nosotros somos responsables, no puede ser que hayamos asumido que el entrenador diga la palabra «final» 15 veces por temporada y que el resto de partidos casi que prefieras conocer el resultado que sentarte a ver «jugar» a tu equipo, porque duele, duele ver ese nuestro escudo manchado de desidia, de excusas y de conformidad, y porque sí, jugar juegan, pero con nosotros… y eso es inaceptable.