Opinión | Ojalá el problema de la Liga F fuese el VAR

14 octubre 2024 - 15:30
Árbitraje Liga F

DAZN

El arbitraje de la Liga F volvió a ser protagonista negativo otro fin de semana más. ¿La falta de VAR es el verdadero problema?

Domingo, 20:00, en pleno parón de selecciones de masculino. El Real Madrid – Atlético se vislumbraba como uno de los mejores planes que podía disfrutar cualquier aficionado al deporte en la noche del 13 de octubre. Un partido de altura, entre dos de los clubes más importantes del país y en un escenario en perfectas condiciones. Una oportunidad inmejorable para acaparar esa tan ansiada visibilidad que busca la Liga F y ofrecer un espectáculo que siga aumentando la afición por el fútbol femenino. Sin embargo, una vez más, lo que se llevó gran parte de los focos y de la atención mediática fue el arbitraje.

En el minuto 76, con 1-0 en el marcador, la colegiada Cebollada López señaló un surrealista penalti a favor del Atlético. Ni las jugadoras blancas ni los aficionados en la grada del Alfredo Di Stéfano se podían creer lo que estaban viendo. En las repeticiones de televisión es muy difícil apreciar un contacto de la bota de Tere Abelleira a la de Gaby García. En cualquier caso, incluso si se hubiese producido, en ningún caso es una situación que se pueda indicar como pena máxima. Una acción de esas que a los analistas arbitrales de hoy en día le gusta definir como «residual». La decisión permitió a las colchoneras igualar el marcador y cambió por completo choque.

La mayoría de los aficionados que ven la Liga F piensan que el VAR sería una herramienta que mejoraría el nivel arbitral. Personalmente, no tengo duda de que ayudaría, pero en este mismo partido hay un claro ejemplo de que no cortaría la situación de raíz. En el minuto 43, Cebollada López señaló una falta de Weir sobre Gio Garbelini, cuando la jugadora del Real Madrid era la que tenía la pierna por delante y claramente la que fue derribada. Una acción que no puede ser corregida por el video arbitraje y que, a la postre, terminó en un gol anulado al Atlético por falta de Lauren Leal sobre Misa en el área pequeña. El problema va mucho más allá de incorporar la tecnología o no.

Lo de ayer se podría entender si fuese un caso aislado, pero no es nada más ni nada menos que el pan nuestro de cada día en la Liga F. Goles que no se conceden a pesar de que el balón ha superado la línea por un metro, pelotas que se escapan de los límites del terreno de juego y no se señalan como fuera, faltas que son a favor de un equipo y se indican hacia el contrario, penaltis pitados en los que no hay contacto alguno, etc… Una realidad que muy lejos de estar a la altura de lo que debería ser una liga profesional. El paupérrimo nivel arbitral pone trabas al crecimiento de la competición, falta el respeto al trabajo de las futbolistas y desvirtúa el espectáculo que el espectador quiere ver cuando acude al estadio o enciende la televisión.

Desde la temporada 2017/18, todas las árbitras de la Primera División de fútbol femenino son por obligación mujeres. Un proyecto impulsado por el Comité Técnico de Árbitros (CTA), que redujo el abanico de opciones a colegiadas que por entonces militaban en Tercera y Preferente. El escenario se agrava aún más teniendo en cuenta que, las que han destacado por encima del resto como Marta Huerta de Aza o Guadalupe Porras, han dado el salto al fútbol profesional masculino y han dejado prácticamente del lado el femenino. ¿Qué importancia se le da a la categoría si, incluso con ese condicionante, tampoco arbitran las consideradas como mejores?

No son pocas las protagonistas que han levantado la voz sobre este asunto en los últimos días. Lola Gallardo, portera del Atlético, aseguró que «el arbitraje en Liga F es lo menos igualitario que hay» y que «queremos gente que esté preparada, nos da igual que sean chicos o chicas«. Cata Coll, guardameta del Barcelona, expresó en la misma línea que «tienen que arbitrar los mejores y las mejores, da igual si es un chico o una chica». ¿Acaso las jugadoras, por el simple hecho de ser mujeres, no merecen competir con un nivel de colegiados similar al de sus compañeros masculinos? ¿Hasta cuando va a seguir una liga catalogada como profesional con un arbitraje digno de patio de colegio? Preguntas, por el momento, sin respuesta alguna.

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