Opinión | No disparen a Zidane
Habrá pocos entrenadores a lo largo de la historia que puedan presumir de tener tres Copas de Europa en su palmarés. Si el círculo lo reducimos a los técnicos que lo lograron en sus primeros años en la élite, las opciones se reducen aún más. Zinedine Zidane forma parte de ese selectísimo grupo, un mérito que, junto a una excelsa trayectoria como futbolista, han llevado al francés a labrarse una gran admiración y respeto en el mundillo futbolístico.
Jugadores, entrenadores y aficionados. Todos han reconocido la valía del marsellés, lo que no equivale a decir a la mayoría absoluta del mundillo futbolístico. Se puede estar más o menos de acuerdo con las dotes del entrenador del Real Madrid, lo que no parece cuestionable es el respeto que se puede tener respecto a su labor. Alguien que se sienta en el banquillo del club más importante del mundo y que firma los resultados que obtuvo en su primera etapa así lo dictan, aunque algunos no parecen caer en este aspecto.
No hay que olvidar que cuando llegó al primer equipo blanco, algún medio insinuó que el cometido de Zidane no era otro más que salvar la carrera de su hijo mayor, Enzo. Ni ganar la Liga, ni la Champions; han leído bien, sacar a flote la carrera de su primogénito. Mientras Enzo se fogueaba en el Castilla, después en el Alavés e incluso en el fútbol suizo, su padre hacía historia con la entidad de Chamartín. No hubo ni un solo trato de favor hacia el jugador que este año ha defendido los colores del Rayo Majadahonda. ¿Han oído alguna disculpa por esas informaciones?
Como el cuento de Enzo no coló, se probó, y se sigue probando, suerte con el siguiente de la saga. El guardameta Luca Zidane, que ha pasado buena parte de su formación en la Fábrica de Valdebebas, debutó en el primer equipo de la mano de su padre. Qué gran pecado. A falta de argumentos futbolísticos, éste se ha convertido en una gran arma arrojadiza contra el técnico francés. Se han llegado a hacer portadas con que el regreso de Zizou viene amparado con una condición: que Luca sea el primer relevo de Courtois. Esta pseudo información no es sólo una falta de respeto hacia los Zidane, padre e hijo, sino también hacia un chico, Lunin, que está firmando un Mundial sub-20 extraordinario y en el que el club confía como apuesta para el futuro. Nuevamente, ¿han oído alguna disculpa por estas informaciones?
Esta es una de las cuestiones más sangrantes del llamado periodismo deportivo, ese que algunos, como Jesús Gallego o Felipe del Campo, se han hartado de proclamar como “el mejor del mundo”. Incluso en esta época, la de los numerosos rumores y escasas verdades respecto a los fichajes, cuesta ver a alguien que sale entonando el mea culpa.
No es cuestión de gustos, sólo en ser fiel a la verdad: el trato de Zidane en la sala de prensa a los periodistas ha sido, en la mayoría de las ocasiones, exquisito. Lejos ha quedado esa crispación de la era Mourinho. Pero uno recuerda el trato que recibió el portugués, el acoso al que fue sometido su hijo, menor de edad, cuando jugaba en el Canillas, y no puede evitar preguntarse si ha cambiado algo. La respuesta es sí, el inquilino del banquillo del Real Madrid. Al otro lado siguen los mismos, quizás con nombres distintos, pero con la misma intención de antes: desacreditar al entrenador de turno. Ya se sabe que vende más una crisis en Chamartín, aunque sea inventada, que los éxitos de otros clubes o deportistas españoles, que haberlos haylos, aunque sea en disciplinas como el tiro con arco. Dará igual. Se seguirá practicando el mismo ejercicio: disparo a Zidane.
Foto: El Español