Opinión | Madridismo tóxico
El legado de un personaje se mide por su obra, pero también por sus frases. En ambos sentidos, Santiago Bernabéu se ganó el derecho a ser considerado el presidente que cambió la historia del Real Madrid, un club que cuando llegó a sus manos estaba poco menos que en ruinas y décadas después dominaba con mano de hierro la Liga y la Copa de Europa.
Pues bien, una de las frases que dejó el bueno de Bernabéu para el recuerdo del madridismo fue algo así como que los aficionados se dividían entre madridistas y antimadridistas y que, en el caso de pertenecer al segundo caso, luego se elegía equipo. Lo que no vaticinó el eterno dirigente blanco es que esa corriente iba a cobrar una fuerza destacada en el seno del club de Chamartín.
Son numerosos los casos que se han visto en los últimos años. Sin ir más lejos, la pasada temporada. En diciembre tenía lugar un sorteo de los octavos de Champions que hay que poner en contexto. El rival, el PSG, con una colección de cromos que muchos seguidores querrían tener en su equipo; el Madrid renunciando a la Liga desde las primeras jornadas y yéndose a las vacaciones navideñas con un 0-3 en contra en el ‘Clásico’ con el Barça; en enero, el conjunto de Zidane no solo no recortaba distancias en el torneo de la regularidad, sino que, además, caía de forma estrepitosa con el Leganés en la Copa del Rey…
Todos estos factores fueron creando un caldo de cultivo con una base real pero también con un trasfondo de maldad: la idea de que lo mejor era una eliminación a manos de Neymar, Mbappé y compañía y, a poder ser, con sendas goleadas, cuajaba entre el entorno mediático y un sector de la afición. Es decir, muchos creían que lo necesario era tocar fondo para llevar a cabo una remodelación profunda de la plantilla, obviando que pocos meses antes muchos de esos jugadores habían firmado un ‘doblete’ (Liga y Champions) que llevaba sin verse en Chamartín desde hace medio siglo.
Lo que sucedió en aquella eliminatoria y en las sucesivas rondas de la Champions ya es historia. No sorprende que esa senda triunfal pillara con el paso cambiado a cierto sector de la prensa, sí en cambio parece un tanto extraño que algunos aficionados desconozcan el ADN particular de este equipo de sacar a relucir su mejor versión justo cuando se le da por muerto, especialmente en el viejo continente.
Lejos de aprender de la experiencia, en esta temporada ha dado para teorías similares. Para que se vaya Lopetegui, para echar a Solari, para demostrar que ha habido una mala planificación deportiva, para hablar del futuro techo del estadio como raíz de todos los males deportivos… A muchos les debe de llenar más eso del ‘yo ya lo dije’ que ir a Cibeles a celebrar un título de su equipo.
No estoy queriendo decir que la crítica deba desaparecer. No. Ese alto grado de exigencia ha sido la criba histórica para separar el grano de la paja, el filtro que demuestra que jugadores como Zidane o Cristiano Ronaldo han sido tan grandes porque su rendimiento creció incluso cuando recibió pitos de su afición. Lo que sucede es que en ocasiones la línea entre esa evaluación y la crítica desproporcionada es demasiado difusa.
Aquí cada uno es muy libre de tener su opinión. No hay peor síntoma en una sociedad.
Foto: Marca